Skip to main content

Full text of "Album de el criollo: Semblanzas"

See other formats


Google 



This is a digital copy of a book that was prcscrvod for gcncrations on library shclvcs bcforc it was carcfully scannod by Google as parí of a projcct 

to make the world's books discoverablc onlinc. 

It has survived long enough for the copyright to expire and the book to enter the public domain. A public domain book is one that was never subject 

to copyright or whose legal copyright term has expired. Whether a book is in the public domain may vary country to country. Public domain books 

are our gateways to the past, representing a wealth of history, culture and knowledge that's often difficult to discover. 

Marks, notations and other maiginalia present in the original volume will appear in this file - a reminder of this book's long journcy from the 

publisher to a library and finally to you. 

Usage guidelines 

Google is proud to partner with libraries to digitize public domain materials and make them widely accessible. Public domain books belong to the 
public and we are merely their custodians. Nevertheless, this work is expensive, so in order to keep providing this resource, we have taken steps to 
prcvcnt abuse by commercial parties, including placing lechnical restrictions on automated querying. 
We also ask that you: 

+ Make non-commercial use of the files We designed Google Book Search for use by individuáis, and we request that you use these files for 
personal, non-commercial purposes. 

+ Refrainfivm automated querying Do nol send automated queries of any sort to Google's system: If you are conducting research on machine 
translation, optical character recognition or other áreas where access to a laige amount of text is helpful, picase contact us. We encouragc the 
use of public domain materials for these purposes and may be able to help. 

+ Maintain attributionTht GoogXt "watermark" you see on each file is essential for informingpcoplcabout this projcct and hclping them find 
additional materials through Google Book Search. Please do not remove it. 

+ Keep it legal Whatever your use, remember that you are lesponsible for ensuring that what you are doing is legal. Do not assume that just 
because we believe a book is in the public domain for users in the United States, that the work is also in the public domain for users in other 
countries. Whether a book is still in copyright varies from country to country, and we can'l offer guidance on whether any specific use of 
any specific book is allowed. Please do not assume that a book's appearance in Google Book Search means it can be used in any manner 
anywhere in the world. Copyright infringement liabili^ can be quite severe. 

About Google Book Search 

Google's mission is to organizc the world's information and to make it univcrsally accessible and uscful. Google Book Search hclps rcadcrs 
discover the world's books while hclping authors and publishers rcach ncw audicnccs. You can search through the full icxi of this book on the web 

at |http: //books. google .com/l 



Google 



Acerca de este libro 

Esta es una copia digital de un libro que, durante generaciones, se ha conservado en las estanterías de una biblioteca, hasta que Google ha decidido 

cscancarlo como parte de un proyecto que pretende que sea posible descubrir en línea libros de todo el mundo. 

Ha sobrevivido tantos años como para que los derechos de autor hayan expirado y el libro pase a ser de dominio público. El que un libro sea de 

dominio público significa que nunca ha estado protegido por derechos de autor, o bien que el período legal de estos derechos ya ha expirado. Es 

posible que una misma obra sea de dominio público en unos países y, sin embaigo, no lo sea en otros. Los libros de dominio público son nuestras 

puertas hacia el pasado, suponen un patrimonio histórico, cultural y de conocimientos que, a menudo, resulta difícil de descubrir. 

Todas las anotaciones, marcas y otras señales en los márgenes que estén presentes en el volumen original aparecerán también en este archivo como 

tesümonio del laigo viaje que el libro ha recorrido desde el editor hasta la biblioteca y, finalmente, hasta usted. 

Normas de uso 

Google se enorgullece de poder colaborar con distintas bibliotecas para digitalizar los materiales de dominio público a fin de hacerlos accesibles 
a todo el mundo. Los libros de dominio público son patrimonio de todos, nosotros somos sus humildes guardianes. No obstante, se trata de un 
trabajo caro. Por este motivo, y para poder ofrecer este recurso, hemos tomado medidas para evitar que se produzca un abuso por parte de terceros 
con fines comerciales, y hemos incluido restricciones técnicas sobre las solicitudes automatizadas. 
Asimismo, le pedimos que: 

+ Haga un uso exclusivamente no comercial de estos archivos Hemos diseñado la Búsqueda de libros de Google para el uso de particulares: 
como tal, le pedimos que utilice estos archivos con fines personales, y no comerciales. 

+ No envíe solicitudes automatizadas Por favor, no envíe solicitudes automatizadas de ningún tipo al sistema de Google. Si está llevando a 
cabo una investigación sobre traducción automática, reconocimiento óptico de caracteres u otros campos para los que resulte útil disfrutar 
de acceso a una gran cantidad de texto, por favor, envíenos un mensaje. Fomentamos el uso de materiales de dominio público con estos 
propósitos y seguro que podremos ayudarle. 

+ Conserve la atribución La filigrana de Google que verá en todos los archivos es fundamental para informar a los usuarios sobre este proyecto 
y ayudarles a encontrar materiales adicionales en la Búsqueda de libros de Google. Por favor, no la elimine. 

+ Manténgase siempre dentro de la legalidad Sea cual sea el uso que haga de estos materiales, recuerde que es responsable de asegurarse de 
que todo lo que hace es legal. No dé por sentado que, por el hecho de que una obra se considere de dominio público para los usuarios de 
los Estados Unidos, lo será también para los usuarios de otros países. La l^islación sobre derechos de autor varía de un país a otro, y no 
podemos facilitar información sobre si está permitido un uso específico de algún libro. Por favor, no suponga que la aparición de un libro en 
nuestro programa significa que se puede utilizar de igual manera en todo el mundo. La responsabilidad ante la infracción de los derechos de 
autor puede ser muy grave. 

Acerca de la Búsqueda de libros de Google 



El objetivo de Google consiste en organizar información procedente de todo el mundo y hacerla accesible y útil de forma universal. El programa de 
Búsqueda de libros de Google ayuda a los lectores a descubrir los libros de todo el mundo a la vez que ayuda a autores y editores a llegar a nuevas 
audiencias. Podrá realizar búsquedas en el texto completo de este libro en la web, en la página |http : / /books . google . com| 
















>-^ 



■^ 



é. 



\ 






n/mimfCym^ 




/y? 



Ci^/^/Zí^/'^ví Arito r://.j/¡r/ r ////a/¿r//^¿//r r/r/cr¿Jo¿ 




f/e uf;) //éeí/í/r/é^á c/^^áar/a), en /cj//mú7//€^ r/e 



gru 








a 



^t7- e^{L'-t^rírf rcf 



077 rzr 



'P /' } 









ÁLBUM 



E>£: 



El Criollo 



-^ 



SEMBLANZAS 




h:a.ba.]va. 



O'REILLl^ NUMERO » 

1 8S8 



f 

- 1j* 



SM5'^5.5' 



r 



DOS PALABRAS 



Ofrecemos al público coleccionados en el presente volumen, 
los retratos de los famosos insurrectos y revolucionarios cubanos 
que han galardonado las páginas de El Criollo. Los mismos mó- 
viles puros y desinteresados que nos impulsaron á fundar el pe- 
riódico, ños han determinado á publicar este Álbum. Hablar del 
Álbum es hablar de El Criollo. Ambas publicaciones deben su 
vida á ideas y sentimientos esencialmente patrióticos. Hemos 
querido arrojar unos cuantos rayos de luz sobre los hombres y 
las cosas de la Revolución cubana. Hemos querido disipar la 
sombra en que se pretendía envolver á la legión heroica que supo 
sacrificar, en aras de la libertad, las satisfacciones de la riqueza, 
los goces y comodidades del hogar, las dichas inefables del amor, 
y que con sangre generosamente derramada consagró el ideal que 
acariciaba. Nos dolía que perecieran en cruel é ingrato olvido 
memorias venerandas. No queríamos que los cubanos de hoy 
desconocieran los méritos eminentes de los cubanos de ayer, de 
los cubanos de 1868. Aquella gran generación que rompió las 
cadenas del esclavo, que incendió sus ricas plantaciones, que 
combatió durante diez largos y sangrientos anos contra un poder 
formidable, que asombró al mundo civilizado desplegando ener- 
gías sobrehumanas en la más terrible de las guerras de indepen- 
dencia; aquella generación tan gloriosa y tan excelsa, era nece 
sario que no durmiera el sueño de la muerte en su augusta aun- 



DOS PALABRAS 



que ignorada sepultura, sin que de vez en cuando la arrullaran 
los sollozos y los homenajes de un pueblo henchido de admira- 
ción. Los hombres de la Revolución sirvieron la causa á que se 
consagraron con santa y profunda devoción. Fueron los márti- 
res de sus ideas. Representaron el derecho moderno en su lucha 
encarnizada con el antiguo régimen, que ahogaron en un océano 
de lágrimas y sangre. Por ellos, el pueblo cubano se encumbra 
rápidamente, poniéndose al nivel, por su bravura extraordina- 
ria, portentosa, de los pueblos más heroicos de la tierra. Los opu- 
lentos criol'os se convierten en indomables patriotas. Y la mano 
del historiador escribe al lado de las palabras sagradas Grecia^ 
Hungría, Polonia, Italia, esta otra, CUBA. 

Lo hemos dicho otra vez y ahora volvemos á repetirlo: no 
hacemos labor revolucionaria ni pretendemos contrariar el mo- 
vimiento evolucionista. Queremos que éste recorra toda su órbi- 
ta. Queremos que la conciencia cubana se ilustre y se unifique. 
Aun cuando fracasaran las admirables y perseverantes gestiones 
del Partido Liberal, cuya izquierda radicalísima ha representado 
EL Criollo, siempre se habría conseguido un gran resultado: la 
organización de nuestro pueblo y el disciplinamienlo de los ca- 
racteres. Pero prosperen ó no las reclamaciones de la agrupa- 
ción autonomista, satisfáganse ó no sus justísimos agravios, rea- 
lícese ó no la fecunda transacción entre la Metrópoli española y 
su espléndida colonia americana, mediante el planteamiento de 
instituciones autonómicas, es evidente que el pueblo cubano ha 
de conservar eternamente en su corazón y en su conciencia el 
culto que se merecen los que todo lo ofrecieron en holocausto á 
la libertad, los que no vacilaron en ofrendar sus vidas y sus ha- 
ciendas en el altar de la patria. Si los cubanos no pagaran con 
cariño la deuda de gratitud que tienen contraída con sus herma- 
nos, los hombres de la Revolución, serían dignos del mayor des- 
precio, y allá, en la noche silenciosa, «se levantarían de sus tum- 
bas los patriotas muertos para lanzar al rostro de los desgracia- 
dos— con sus manos frías y descarnadas — la sangre que vertie- 
ron en los campos y en los patíbulos de la Isla de Cuba». 



¥ % ^% A 





^ 


1 


MSr ' i^ 




wT^ <* ~ 




^pHlb ^^ 1 


^5«í= 


1^ÉB«*^ "*■» 


^^-^ 


J^^ -- M^ 




j^¡\^^^ 


^^ 


^^^^r 


! ■^'^^^^ 


^p-^ ^^^^í>£_^^ 


I "-^V^^P^ 


^ ~ ^=- 


i 


«.^...^'^ 


1 

IGNACIO 


AGRAMONTE Y lOINAZ. 



■wwnavA. j" L141 1 



IGNACIO AGRAMOBTE Y LOINAZ. 



El once de Mayo de 1871, caía sobre el campo — por siempre memora- 
ble— 4e Jimaguayú, sito á poca distancia del Camagüey, el legendario solda- 
do. En aquel sangriento combate, un balazo en la cabeza postró en tierra al 
más grande de los revolucionarios cubanos. Un valor estupendo rayano en 
la temeridad, condujo prematuramente á la muerte al hei'óico é inmaculado 
joven. 

Máximo Gómez, Sanguily, Ángel Castillo, Maceo, Bembeta, Calvar, 
Peralta y otros que seria prolijo enumerar, fueron brillantes y esclarecidas 
personalidades de la causa que tan denodadamente sirvieron. Pero Agrá- 
mente fué más mucho más que una personalidad, Agrámente fué — y de 
aqui su incontrastable y no discutida superioridad — la vigorosa y austera 
personificarción de un estado excepcional de la conciencia cubana. Sintetizó 
tedas las energías, todas las cóleras del derecho y de la justicia conculcados 
por un ominoso régimen secular, maldecido por la Histojia y ahuyentado 
del continente por el Libertador. El genio de las reivindicaciones se encarnó 
en Agrámente, que de esta suerte se convirtió en un hombre-idea, en un 
hembre-simbele. 

¿En qué consistía la grandeza de Agrámente? ¿En su valer extraordina- 
rio? Nó, En arrojo te igualaba Sanguily. ¿En su convencido patriotismo? 
Tampoco. El de Ayesterán no le iba en zaga. ¿En su virilidad inmensa? 
Igual era la del espartano Goicur'a. La grandeza de Agrámente, ¿estuve, 
acaso, en sus talentos militares? Nó, porque eran, quizás, inferiores á les de 
Máxime Gómez. Le que exaltó al gran camagüeyane, le que le sublimó ante 
su ejército, fué su carácter pontificio á la par que guerrero. La Revolución 
y Agrameiite se compenetraron, se confundieren. La primera fué para el 
segundo objeto de adoración. Jamás causa alguna halló apóstol más entu- 
siasta y fervoroso. Este explica la admiración sin limites, la veneración 
profunda, que Agrámente supo despertar en el partido separatista. 

La catástrofe que puse fin á la existencia del héroe-^y esta es otra faz 
de su grandeza'— no descencertó ni un instante ales revolucionar ies; porque 



S IGNACIO AHRAMONTE Y I/UNAZ, 



los pocos que pareciau tibios acudieron expontáneam<ínte al campo, impulsa- 
dos j)or la venganza; y aun do la ciudad de Puoi'to Principe salieron á en- 
gi'osai* las tílas cubanas grupos de jóvenes y viejos como empujados por un 
deber de conciencia hasta entonces incumplido. 

De modo que la augusta sombra enardecía á la guerrei*a hueste 

Sabido es que en la conciencia de los combiitienles d(i ambos bandos 
(»slá esculpida la idea de que sin la muerte de Agrampnle nohal)ria ocurrido 
la paz del Zanjón, porque, vivo él, las discordias intestinas quCf si no la de- 
lei'minaron, tanto contribuyeron al suceso, no habrian existido. 

La fecha del 11 de Mayo de 1871 será siempre memorable. 

¿Qué se hizo del cadáver del titán? jCuál fué la suerte de aquellos restos 
que regaron y cubrieron lágrimas y sollozos invisibles? 

iSombi*as augustas de héroes y mártires redentores, i*espónded! 



■ ^ ■ » 



FRANCISCO VICENTE AGUILERA Y TAMAYO. 



Más conocido en todas partes por Pancho Aguilera, nació en Bayamo 
del matrimonio del distinguido Coronel D. Antonio Aguilera con la señora 
doña Juana Tamayo. Se educó en la Habana, en cuya capital empezó los. 
estudios hasta graduarse de Bachiller en Derecho, los cuales tuvo que 
abandonar para atender á los cuidados de su anciana madre. 

Casado Pancho Aguilera con una dama de lo principal de Santiago de 
Cuba, formó familia; y al fallecimiento de doña Juana, entró en posesión, 
como único lieredero, de una respetable fortuna consistente en ingenios, 
cafetales, potreros, liátos, corrales y multitud de esclavos. 

A sus expensas mandó hacer los estudios y trocha para el trazado de un 
ferro-carril que partiendo de la jurisdicción de Cuba terminase en Bayamo. 

Cuando se estableció la contribución directa se le pasaron recibos para 
que abonase una exhorbitancia, por lo que en unión de los demás propietarios 
de Bayamo, hubo de ocurrir á la Dirección General de Hacienda, por con- 
ducto del Gobernador General, sin que se diese ninguna respuesta favorable 
ni adversa al número de instancias elevadas: tal. conducta por parte de la 
Hacienda, desagradó soberanamente á aquellos vecinos. 

Hizo grandes empeños porque el Gobierno de su época fomentase 
y resolviese, ayudado de los propietarios de Manzanillo y Bayamo, la nave- 
gación por el Cauto, lo mismo que el ferro-carril desde Bayamo á Cauto del 
Embarcadero; y como después de muchos esfuerzos se convenció de la indi- 
ferencia con que la Administración aquella mirabaltodo loque fuese útil 
para Bayamo, áe acrecentaron sus disgustos llegando al último extremo 
cuando vio que á Bayamo le suprimieron el Juzgado de primera Instancia 
para que todo lo judicial dependiese de Manzanillo, que distaba catorce 
leguas y por caminos intransitables en la época de las lluvias . 

Por las indicadas circunstancias comprometió su personalidad cuando 
empezó á agitarse la idea de la revolución, que ayudó á fomentar facilitan- 
do toda clase de recursos para que se reuniesen las Juntas patrióticas, y que 
éitas reuniones tuviesen lugar en sus fincas, contando con la seguridad de 



12 FRANCISCO VICENTE AüL'lLERA Y TAMAYO. 

(juc SUS c^sclavos y los empleados eran oti*os tantos vigilantes para que no 
hubiera sorpresa. AUi so reunían Pedro Figueredo, Cisneros, Francisco 
Maceo, Ossorio y Donato del Mármol, que eran los principales conspií'adores. 

Instruido Carlos Manuel de Céspedes de todo lo que hacia Pancho Agui- 
l(íra, lanzó por su cuenta el primíT grito de rebelión en Yara, alquecontes- 
Inron Mármol y Calixlo (nircia, en Jiguaní; y entonces Pancho Aguilera 
también se alzó arrastrando á todos sus amigos, mayorales, jornaleros, y 
esclavos, haciendo que estos úll irnos empuñasen las armas en calidad de 
hombres lil)res. Verificado el levantamiento con tan J)uen éxito, creyó 
Carlos Manuel que Francisco Vicente Aguilera merecía ocuparen el nacien- 
te ejército el puesto de Lugar Teniente (leneral, y con él, asi se mantuvo 
prestando innumerables servicios, hasta que por la nueva Constitución de 
Guáimaro fué elegido Vico Pi*esldente de la República. 

Pancho Aguilera dio las' mayores pruebas de sufrimiento, pues se le 
vela dormir en el suelo por no tener hamaca, y la única muda de ropa que 
poseia para cubrirse, no se conocía de que tela era, por los innumerables 
remiendos que tenia. 

Asi se nunituvo liasla que el Gobierno de Carlos Manuel le comunicó 
([ue debia pasar al exti'anjero acompañado de Ramón (Céspedes, el Presiden- 
te de la Cámara; lo cual hicieron en Julio de l<S7i, aprovechando la salida 
del expedicionario Rafael Quesada, que conservaba un bote oculto en la cos- 
ta Sur y en el cual se embarcaron para Jamaica. 

En los Estados Unidos fué á representar los intereses de la República 
de Cuba: y allí, como en París y en otras partea del exterior, experimentó 
serios disgustos, hijos de rivalidades y mal querencias, que le acusaron de 
falta de integridad, no o])stante su delicadísimo comportamiento en el ma- 
nejo de los asuntos favorables al buen éxito de la Revolución, por la que 
sacrificó su familia^ su capital y su vida. 

§u entierro fué un acontecimiento notabilísimo en Xew York, donde 
estuvo su cadáver expuesto en la Casa de la Ciudadon la ([wa se le hicieron los 
honoi*es correspondientes. 



LUIS AYESTERÁN. 



Los que mueren jóvenes son amados de los dioses, dijo el heleno. Pero 
cuando esos jóvenes mueren sacrificados por las ideas que han creido reden- 
toras, son amados de los dioses y de los hombres. 

La figura que precede es la de Luis Ay esteran; un nombre que suspira 
Cuba con lágrimas en los ojos. En su tumba humilde reposan la juventud, el 
valor, la grandeza de alma y la generosidad. 

El grito de Yara encontró eco en aquel joven cubano, infiamó su cora- 
zón puro y generoso y lo arrastró á la guerra por las libertades cubanas. 

Inmensamente rico, abandonó su oro; abogado, descuidó su bufete; jo- 
ven, desdeñó los fáciles goces de esa edad, para empuñar la espada de com- 
bate, y cuando el azar que decide de los destinos humanos lo entregó á sus 
contrarios, firmó su acta de patriota arrostrando con serenidad lo ignorado 
de la muerte. 

La Habana presenció la ejecución del ilustre prisionero. Sereno, arro- 
gante, con la simplicidad del heroismo, con un valor reconocido por sus pro- 
pios adversarios (La Voz de Cuba), entregó el alma generosa al Dios que la 
formara para orgullo de su pueblo. 



[Generosa juventud! contempla esa figura ejemplar, graba en tu me- 
moria esos rasgos que son un poema de dignidad y honrosos hechos, y en 
los desalientos y las tristezas haz levantarse, como el sol, en tu espíritu no- 
ble y grande, la figura aún más noble y más grande del mártir á cuyos pies 
pone Cuba este nombre: LUIS AYESTERÁN. 



«» • 



,J 1 . ' 




GASPAR AGÜERO. 



m^m^i^m^^r^^f^m™ 



• • 



LOS HERMANOS AOüERO. 



La página de la historia de Cuba que se consagre á refeiúi* la vida y la 
muerte de estos ilustres jóvenes camagüeyanos, será una de las que se lee- 
í*án con mayor angustia, con mayor admiración, con mayor enternecimiento. 

**Hoy publicamos, decia Él Criollo en su número del 2i de Marzo de 
1888, — ei retrato de Gaspar Agüero y en el próximo ni'unero el de su her- 
mano Diego. Empero, no hablaremos de ellos con separación. Al ocuparnos 
del uno tenemos que hacerlo del otro. En el amor inmenso y profundo que 
formó la cadena invisible que los uniera en vida, está la explicación de nues- 
tro proceder." 

Gaspar Agüero nació en Puerto Principe, 'el dia 5 de Diciembre de 1841. 
Su hermano Diego el 21 de Abril de 1847. Gaspar hizo de una manera bri- 
llante sus estudios de ingeniero civil en la capital de Francia. Diego estudió 
en un magnifico colegio de Nueva York. 

Ambos hermanos se lanzaron al campo de la insurrección en Noviem- 
bre de 1868. Diego tomó part;* en el asalto de las Tunas. Jordán le nombró 
Capitán Cuartel Mestre de su Estado Mayor. Gaspar fue hecho prisionero 
por el Conde de Valmaseda. Vn Consejo de guerra lo condenó á la pena de 
muerte. Merced á las grandes simpatías que el brillante joven inspiró á ofi- 
ciales españoles, cuyos nombres sentimos no recordar, logró que se le con- 
mutara la pena. La conducta de dichos oficiales fué generosa; pero hagamos 
constar que sus gestiones se hicieron sin que lo supiera el altivo y enérgico 
insurrecto. Gaspar salió para España á cumplir su condena de presidio. Al 
poco tiempo se escapó para los Estados Unidos, habiéndole facilitado los re- 
cursos para ello una distinguida dama camagüeyaní casada con un cubano 
opulento. 

Poco después desembarcó en las costas de Cuba habiendo corrido peli- 
gro:^ sin cuento. El Gobierno revolucionario lo comisionó para que fuera al 
extranjero nuevamente. Gaspar salió en un bote en compañía de su herma- 
no Diego y de Domingo Goicuría. La expedición fué desastrosa. Primero ca- 
yó prisionero aquel gran anciano, do valor legendario. Los hermanos Agüe- 



22 LOS HERMANOS AGÜERO. 



1*0 cayeron en poder de sus enemigos en Mayo de 1870. Fueron conduci<los 
á la Habana, donde se les con<lenó á S(4* agarrotados. 

He aquí aliora, como juurieron. Habla el Alcance cd Diario de la Ma- 
rina, de aquella nefasta época: «\). (raspar y D. Diego Agüero durante las 
lloras que estuvieron (mi capilla se mosharon serenos y resignados.- A la I y 
media de la tarde, dcspucs de Ibi-nuido el imponente cviadro y de publicado 
poi* el Sr. Coronel Mayoi* d(^ Plaza (d bando de costumbre i\ tambor batiente, 
subió las gradas del patíbulo (d hermano menor 1). Diego... (kimplido el fa- 
llo del Consejo, el ejecutor (b^ la justicia subrió con un lienze el cadáver y 
lo quitó del banquillo.» Gaspai* sí» in(dinó, y besando la cabe/a de Diego, le 
dijo con voz clara y distinta: «Hasta muy ])ronto hermano mió.» Sigue 1 a- 
blando el Diario. «A las cinco .subió al tablado con paso firmen D. Gaspar 
Agüero, sólo, aunque en el momento ci*itico se presentó á su lado un sacer- 
dotes y el alma del ajusticiado apareció ante el Juez Supremo. El gentío que 
acudió era extraordinario.» 

Cuenta un Jefe español ([ue toda la oficialidad sí^ descubrió cuando Cas- 
par pisó las tablas del cadalso. 

Kl intréj)id() joven quiso hablar (h'sde tan fúnebre tribuna. Se lo impi- 
dió el siniestro redoble d(» Ip^ tambores. 

Tal fué la vida, tal fué la muei-rte de los hermanos Agüero. Sobre su 
tumba debería escribirse este sombrío verso de Young, el gran poeta de la 
agonía: «asi para atentar al vulgo humano — derriba la guadaña de la muer- 
te — las cabezas más jiobles v elevadas.» 



PEDRO AMBRÓN Y MIR. 



Nació en Regla en 1836. Era un aventajado mecánico cuando estalló la 
Revolución de Yara. Fué uno de los que se apoderaron del vapor «Coman- 
ditario», que hacía la escala entre la Habana y Cárdenas. Después pasó á los 
Estados Unidos, sirviendo de maquinista y maestro pailero á bordo de los 
vapores expedicionarios insurrectos «Anna», «Upton», «Salvador» y otros. 
En la segunda de éste que arribó extraviado á las inmediaciones de Casilda, 
puerto de Trinidad, desembarcó, encaminándose hacia el Camagüey. Al 
atravesar la jurisdicción de Sancti-Spiritus en circunstancias desastrosas 
para los insurrectos, y yendo en compañia del maquinista Pizano y un guia 
ó práctico, todos desarmados, fué sorprendido, Hecho prisionero y ahorcado 
junto con Pizano, en el potrero «La Reforma». Al ponerle el dogal al cuello 
escupió la cara de uno de sus aprehensores. 

Perteneció Ambrón al famoso y desinteresado grupo de maquinistas que 
desempeñó su arriesgado servicio en medio de los peligros de la navegación, 
con los mares sellados de cruceros enemigos, y cuyas penalidadas, trabajos 
y consagración á la causa que siguieron, no han sido siquiera recompensa- 
dos con una mención histórica; pero que no por ignorados son menos meri- 
tqrios como obras de patriotismo y de desinterés ante .<u propia conciencia y 
la de sus partidarios. 

Ambrón fué valiente y honrado, sin estimulo ni aplausos. 



m • ^ 



\ 



p 




^^^ra 


p=gg^ 


^^m 


^k 


-,y 


P- 


JUAN ARNAO. 



JUAN ARNAO. 



Durante muchos años figuró en primera línea este patriota matancero. 
Empezó á trabajar en pro de la independencia del pais en la época que lla- 
maremos de Narciso López, y continuó tomando mucha parte en los sucesos 
que dieron por resultado la ejecución del esclarecido catalán don Ramón 
Pintó. Habiéndole sorprendido la policía y fuerzas del ejército en traje de 
paisano, allá por las cuevas del Yumuri en donde existia un depósito de ar- 
mamentos, Arnao sostuvo una lucha personal con sus persei^uidores, tan ex- 
traordinaria, que durante mucho tiempo y entre todas las clases de esta so- 
ciedad no se hablaba de otra cosa que del heroismo de nuestro biografiado. 
Cayó en poder de la policía muy mal herido, á pesar de sus esfuerzos, y re- 
ducido á prisión y procesado por los delitos de conspiración y traición, es 
fama que el General Concha, entonces capitán de la colonia, con ocasión de 
una visita de presos, se empeñó en salvarle la vida, generosamente impre- 
sionado por la conducta de Arnao y la respuesta digna y categórica que hubo 
de darle al interrogatorio verbal de aquella autoridad. 

Recobrada su libertad, entre esta época y la del movimiento de Yara, 
Arnao, que era sumamente laborioso, dedicó á la lectura el tiempo que pe- 
dia hurtar á las faenas cotidianas de la vida. Después se puso á las órdenes 
del Centro oficial de la Emigración cubana de Nueva York y formó parte en 
1869 de la expedición del Lilian, que si bien no llegó á su destino, puso á 
prueba la fortaleza de esp ritu de los expedicionarios. De alli salió Arnao 
enfermo y desde entonces *ha permanecido en la Metrópoli Americana pres- 
tando hasta el Zanjón los servicios que las circunstancias permitían. 

Ha sido uno de los más fervientes separatistas. 



N 



EDUARDO A6RAM0NTE Y PINA. 



Nació en 1841, en la ciudad de Puerto-Principe, en la cual bebió desde 
sus primeros años los sentimientos de dignidad y patria, que tanto se desa- 
rrollaron después en los camagüeyanos. 

Muy pequeño aún fué enviado á Barcelona, en cuya Universidad conti- 
nuó sus estudios hasta llegar al doctorado. . 

Después emprendió un viaje por las principales ciudades de Europa, 
comenzando para él los estudios analiticos-sociales que tanto le distinguieron 
V ¿por qué no decirlo? que tanto contribuyeron á hacerle abrazar la causa 
de la libertad cubana, cuando después de reintegrado á su ciudad natal y 
couquistádose un puesto distinguido por sus conocimientos médicos, estalló 
la Revolución en Yara. 

Filarmónico decidido, á Eduardo Agrámente se le deben los toques de 
guerra del campo revolucionario. Sobro todo, cuentan testigos presenciales 
que el toque de «á degüello», era notabil'simo, enardecedor, y que muchas 
^eces fué oido, cuando — como se decía entonces gráficamente, «se daba ma- 
chete.» 

Un balazo en el pecho, la firma de los bravos, puso fin á su vida. 

El recuerdo de Eduardo Agramonte Pina no puede ser olvidado: consti- 
rtyelo un hombre d§ recta? prei^4as ii^ telectual.es y morales. 






t .: 



t 1 



FÉLIX E. AGÜIRRE. 



Nació en la Habana el año de 1846. Contrario de la intervención fran- 
cesa en Méjico se embarcó para Tampico en Abril de 1867, é ingresó en el 
Ejército Republicano hasta el completo triunfo de la República. Sirvió á las 
órdenes del General Riva Palacio y alcanzó el grado de Capitán en aquel 
Ejército. 

Volvió á la Habana á los primeros rumores de la Revolución de Yara, 
saliendo el 12 de diciembre de 1868 para Nassau, donde se incorporó á la 
Expedición del Galmmic, ¡x las órdenes del General Manuel Quesada, con el 
empleo de Teniente de la segunda compañía de Rifleros. 

Después de haber tomado parte en las acciones de Guanaja, Arenillas 
(donde murió Argilagos) y Sierra de Cubitas, pasó á la división de Sancti- 
Spíritus á las órdenes del General Honorato Castillo, y a la muerte de éste, 
volvió á la División del Camagüev tomando una parte activa en toda la cam- 
paña, hasta el 4 de junio de 1873, en que hallándose enfermo en un rancho 
cayó prisionero en poder de una guerrilla que lo condujo á Guáimaro y de 
allí á Puerto Príncipe. 

Sus aprehensores trataron de que sirviese de práctico á la columna del 
Batallón de San Quintín, al mando del Teniente Coronel Berris (hoy Briga- 
dier y Gobernador Civil de Puerto Príncipe); pero como se negase á ello, fué 
fusilado en el monté, sin que haya sido posible designar con segusidad el lu- 
gar donde pereció. 

Llegó al grado de Teniente Coronel, y era liermano do José Ramón, 
Francisco de Paula, José María, Antonio , Manuel y Garlos, siendo uno de 
los pocos ejemplos vistos en est^ guerra, d© que siete hermanos hayan sert 
FÍdo jui^tos 4 la misma causa. 



' M- »» — » 






l! 






4 


^k^ 




/-:• 


^? ^ 


\ 


1^ 


^^H^^^^^^HI^Ht - '*^B^ 







JOAQUÍN DE AGÜERO. 





^ 



aM^mi 



JOAQUÍN DE AGÜERO. 



Hay apellidos célebres que no fallan. El de Agüero pertenece á ese nú- 
mero. Puede decirse de ella V<la raza de los Agüeros», al presentarla como 
modelo de ardoroso patriotismo. 

Joaquín de Agüero nació en el Camagüey el año de 1816, formándose 
su corazón en el seno de aquella vida patriarcal que no daba acceso á las im- 
presiones extrañas y que hacian del Camagüey el pueblo escogido. Ya casi 
hombre, vino á la Habana y estudió jurisprudencia, terminando sus estu- 
dios. 

Pronto regresó al Camagüey. Fuera de él se sentía acometido^de la nos- 
talgia. «El mal del país» como le ha llamado un poeta, le obligaba á volverse 
para respirar el ambiente puro de aquellas campiñas que medio siglo más 
tarde debían ser teatro de tan heroicos sucesos. 

Entonces comenzó su vida: amigo del pueblo, fundó una escuela gratui- 
ta en Guantánamo; amigo de los hombres, filántropo sin afectación, rompió 
las cadenas de sus esclavos en 1843, á pesar de las prevenciones de que era 
objeto por parte del Gobierno, dados sus procederes nuevos y francamente 
revolucionarios. 

Llamado á la Revolución, conspirando contra el orden de cosas estable- 
cido en su país, establece imprentas clandestinas, distribuye hojas encami- 
nadas á despertar la conciencia pública, en 1849, y continuó su propaganda, 
hasta que la tradujo en hechos revelándose contra el Gobierno en 1851. 
Fué memorable y sangriento el encuentro que tuvo en la Hacienda de San 
Carlos. 

Hecho prisionero, se le fusiló en Puerto Principe. 



1 



NATALIO ARGENTA. 



Cuando se escriba la historia (le la memorable dócada que dio principio 
t»n el Demajagua, cu la noche del 10 de octubre de 1868, ocupará una do 
sus bellas páginas el soldado que se llamaba Natalio Argenta. 

Joven, de apuesta figura, de varonil continente, de ánimo esforzado y 
sereno, llegó á Cuba procedente de los Estados Unidos, y operó bajo las ór- 
denes de Calixto García á poco de haberse puesto en armas el departamento 
Oriental. 

No es posible detallar las acciones en que tomó parte, distinguiéndose 
en algunas de una manera digna y alcanzando los plácemes de sus jefes y el 
aplauso expontánep de sus compañeros. 

Natalio Argenta, sacrificó en aras de su ideal, para él iendecido, su 
bienestar, su familia, y la posición á que era acreedor por sus cualidades 
morales. 



LUIS VICTORIANO BETANOOURT. 



Eli la Isla (le Cuba es este un nombre esclarecido. Usólo en vida, lion- 
i'ándolo y enalteciéndolo, que siendo juntamente profesar, poeta, escritor y 
político, fué sobre todo un hombre Integro. 

Su aspecto hac a contraste á su interior; su organización física á sus 
cualidades morales. Delgado como uil junco, endeble y delicado, tuvo que 
resistir, y resistió tranquilo como un sabio ó indiferente como un estoico, 
trabajos sin cuento é indecibles miserias. Siendo serio, grave, taciturno, no 
daba paz á su pluma comunicativa que alborozaba al leyente en regocijados 
artículos de risa. Siendo práctico y prudente en la vida diaria, no vaciló un 
instante en sacrificarse en aras de idealismo sangriento. Parece increíble que 
nna constitución como la suya débil, hubiera podido sobrellevar la fatiga y 
las privaciones de una guerra de diez años, singular y depauperante cual 
ninguna; pero más increíble aún habrá de parecer siempre que, entre tantos 
como habla mejor condicionados pai'a el esfuerzo y la lucha corporales, hu- 
biera sido él de los pocos y de los primeros que, por cima de todas las consi- 
deraciones humanas y ahogando la melosa voz de sofisma complaciente y li- 
sonjera, juzgaron caso de pundonor y de conciencia — ya que no también, y 
por modo excepcional, d(i convenic^ncia política para todos los cubanos, la 
concurrencia personal al llamamiento de los bayameses. 

Mas no así ló entendió, por estulticia ó por abyección, el mayor numei'o: 
y por eso propio, acaso, fué el desastre de los revolucionarios como la san- 
ción de la obra lamentable de los que siendo los más afortunados mere(*en, 
sin embargo, compasión. Para éstos, habían de ser por fuerza aquellos náu- 
fragos de la guerra, extraños parecidos de quienes sorprendería más el mi- 
lagro de su inesperada supervivencia, que pública estimación y respeto ha- 
brían de merecer y recibir su heroísmo pasado y sa presente infortunio; ó 
testimonios vivos conservados expresamente por la justicia de la historia, 
como para que fuesen el escarmiento de los ilusos y la alta y definitiva con- 
sagración de la miserable sabiduría de los egoístas. 



54 LUJS VICTORIENO BETANCOÜRT. 



Luis Victoriano Betaucourt fué, en sustancia, de los que en Cuba na- 
cieron bajo mala estrella; pues que reunió en su ser las condiciones supe- 
Piores — flores de la humana cultura — que habian de arrastrarlo aljsacriflcio 
por los hombres, que liabian de embriagarlo con el néctar de la ilusión hu- 
manitaria,, que habian de empujarlo liasta el patriotismo heroico, ante gente 
sin patria ni altas y sostenidas aspiraciones, y en tierra abonada por la ma 
no del conquistador codicioso y fiero para que en ella naturaleza produjera 
sólo riquezas para la rapiña y esclavos para el trabajo. 

Por eso mismo nuirió en la Habana, el 8 de Junio de 1885, sin ruido, 
sin que la turba en apiñada gvi'v se reuniera para conducirlo al cementerio, 
en medio de procesión enlutada y escandalosa y metido dentro del ])ambo- 
leante ataúd envuelto en flores. Tal demostración hubiera sido imposible; 
que vivo él, fué en su alma la austera virtud cual matrona discreta y pudo- 
rosa, reñida con la algazara y divorciada de tumulto; y ya muerto, sus des- 
pojos no podían ser reliquia donde faltaban los devotos. Bien estuvo asi que 
su cadáver fuese arrastrado como el de cualquier vecino, en el horrible co- 
che de la pom])a moderna, derecha y modestamente hasta su hueco de tie- 
rra santa; para que el pueblo reserve sus manifestaciones osten tosas hasta 
el dia de fiesta en que fallezca una notabilidad permitida. Bajo el cetro del 
(^.ésar no es precisamente el signo de la grandeza moral de la vida la circuns- 
tancia de que el cadáver pueda recorrer la via Apia sobre los hombros de la 
])lebe; y suele serlo la de que tenga que ocultárselo en el suelo ó dentro del 
nicho (le la catacumba. 

A la cripta de Arimatea, buscando el cuerpo de Jesús para embalsamar- 
lo y luego enterrarlo amorosamente, no vinieron sino unos cuantos, ligados 
á su memoria por los más tiernos afectos. ¿Quién más hubiera concurri- 
do? Cerca de ahi estaba el peligro Jerusalem alborotada, la soldades- 
ca romana, los trios y suspicaces fariseos; pei*o más cerca todavía, ese Gól- 
gota donde lo mismo moría el pensador que el bandolero 

No es sorprendente, pues, si bien se mira, que apenas fueran tras el 
carro fúnebre de Betancourt algunos amigos; que aqui en esta ciudad y en 
estos tiempos modernos — como en los dias de la Pasión, como antes, y como 
doquiera — vive en acecho de la bajeza y la cobardía humanas la intj*ans¡- 
gencia feroz, resuelta siempre á clavar en un poste de ignominia ,y de dolor 
lo mismo al que roba y mata á sus semejantes, como un bandido, que al que 
ama á su prójimo y l)usca á Dios, como un Cristo! 



11. 

Luis Victoriano Betancourt nació en la Habana á 23 de Marzo de 1843» 
de un abogado distinguido, escritor de costumbres y poeta popular, José Vic- 
toriano Betancourt y de la noble señora doña Luisa Salgado. 

Estudió algunos años en el célebre colegio de Matanzas, «La Empresa», 
que dirijia don Antonio Culteras, y continuó desde 1859 en su ciudad natal, 
hasta que en 1866 se graduó en. la Universidad, de Licenciado en Derecho . 
Civil y Canónico. 

Durante aquel periodo de su vida desempeñó algunas clases en varios 
colegios, á la vez que s(í entregaba al periodismo. Unido á Aurelio Almeida 
é Isaac Carrillo publicó un periódico satírico denominado Rigoletto. Junto 
con Casimiro del Monte estuvo encargado de la sección rotulada «gacetillas» 






LUIS VICTORIANO BETANCOÜRT. 55 

'oa El Siglo, y dio á luz en El Occide7ite, La Serenata, El Gavilán y últi- 
mamente en El Triunfo y El País, articulos de costumbres' y poesías. 

Fué miembro de algunas sociedades literarias, como el «Liceo de la 
Habana», de cuya sección de literatura estuvo no corto espacio desempe- 
ñando la Secretaria. 

De sus articulos y versos imprimió un tomo, üistinguíanse en esas com- 
posiciones la naturalidad, el buen empleo del gracejo, el conocimiento minu- 
cioso de nuestra sociedad, la repugnancia á sus malos hábitos y viciosas cos- 
tumbres, y la tendencia moralizadora. Pue.h^ asegurarse que, en prosa ó 
verso, el autor era constantemente el satirico, cuyo lema parecía ser aquel 
mismo proposito del gran Marcial: parcere personis, discere de ritiis. Pero 
su aversión más grande era para la danza, que creia el origen de todos nues- 
tros males; y asi la atacaba no sólo bajo el aspecto de la moral sino por al- 
tas consideraciones patrióticas. Tengo noticias de que se le regaló ó trató de 
regalársele, por suscripción, una pluma de oro, á consecuencia de un arti- 
culo que apareció en El Siglo con el titulo de «El Baile.» 

Su dignidad política era, tal como el entendía, mirada cuidadosamente, 
como si fuese un vaso del más delgado y frágil cristal de Bohemia. En cierta 
ocasión se le ofreció una fiscalía y una alcaldía mayor, y antes que estimar 
«orno favor el ofrecimiento, lo consideró como una ofensa. 

Desde niño despuntaron en él las más vi^as inclinaciones patrióticas. 
De doce anos apenas, se vio á punto de sufrir un castigo en el colegio, con 
motivo de unps versos que compuso á Narciso López, y á ocasiones se le re- 
prendió en la clase degramática por sus composiciones (como entonces y to- 
davía se estilaj anti-españolas. Y más tarde, en la Universidad, cuando ha- 
blaba en las sahatinas solia poner en aprieto á los xjatedráticos por su sabor 
á republicanismo, lo que ven'a á ser como si se dijera sahor á heregm. 

Era conspirador constante }' abolicionista sincero, y lo mismo pertene- 
cía á sociedades secretas para preparar la revolución en los hechos, que á 
sociedades para- libertar esclavos ó extender la ilustración entre los artesa- 
nos y en el pueblo. 

Llegada la hora de i)rueba fué consecuente consigo mismo. Abandonán- 
dolo [todo — familia necesitada de su apovo, prometida que le brindaba feliz 
hogar, los libros, verdadera necesidad de su espíritu, — marchóse á la gue- 
rra. Salió de la Habana para Nassau el 12 de diciembre de 1808. En aque- 
lla ciudad, muy pocos dias después, embarcóse á bordo del Gahanic para 
la región sublevada de Cubn. 

A poco de su llegada fué nombrado Presidente de la Corte MarciaL 
puesto que sirvió hasta la disolución de ese Tribunal. 

En 18 de agosto de 1869, tomó asiento en la Cámara de Representan- 
fes, como diputado por Occidente; para cuyo cargo salió designado oti*a vez 
en las elecciones generales de 1876. 

Fué Presidente inteinno, Vice Presiden le y Secretario de aquella cor- 
poi'acíón, ocupando este lugar hasta el término de la lucha. Redactaba, al 
mismo tiempo. La Estrella Solitaria, donde publicó una graciosa ^j;joo5/- 
ción confi'a la Autonomía, en 1876: asi como otros varios artículos de com^ 
bat(\. 

En El Cubano Libre vio la luz uno de. sus escritos más amai^gos, en 
que, por causa del reci'udecimiento de la guerra, llevó su sátira hasta im- 
placable sarcasmo 



56 LUIS VICTORIANO BETANCOÜRT. 



III. 

Pero lo que no se ve, ni puede decirse con fidelidad, es lo que constituía 
su título más alto, su gloria mas ruidosa: el heroísmo moral que desplegara 
durante diez años, su paciencia y perseverancia, su dignidad en la miseria 
de la interminable campaña, su firmeza en las tribulaciones, su serenidad 
en aqúela existencia de peligros infinitos, su bondad de carácter y su recti- 
tud de principios 

Es un consuelo pai'a sus paisanos, el pensar que fué uñ proílucto de 
esta tierra; para ol j)alri()ta, el que no fué el único de ese temple; pero el 
que medita sobre las Iragíídias sociah^s queda, en presencia de la inanidad 
de tanto esfuerzo y del silencio que envuelve tanta virtud, completamente 
desconcertado. ¿Qué val(Mi la nobleza, el martirio, el heroísmo? 

Mirando la historia al través de sus estragos, parece la patria una como 
calzada de gigantes empedrada con los corazones de los buenos, por donde 
va, alegre é indiferente, la turba <le los egoístas y los viles batiendo la mai*- 
clia triunfal de la vida! 



GREGORIO BENÍTBZ. 



Este Brigadier iiisuiTecto cuyo retrato precede, no fué seguramente un 
hombre de letras, ni su posición social al estallar la guerra le proporcionó 
contacto alguno con los propagandistas de la Revolución. Era un joven ve- 
guero de aquel poético rincón que se llama Maraguan, y á la primera noti- 
cia del patriótico movimiento, lanzóse como por misterioso impulso á engro- 
sar, no diremos las filas, porque á la sazón no las había, sino aquella masa 
de hombres sin organización, sin armas 3' sin conocimientos de la guerra. 
Tomó parte en la conocida acción de Bonilla, en la que los camagüeyanos 
acreditaron su valor colectivo y la firmeza de sus propósitos, concurriendo 
más tarde á la de Altagracia, dirij ida por el joven, valeroso é inteligente 
Agpamonte. 

Algún tiempo después nuestro aludido campesino recibía como recono- 
cimiento de sus buenas cualidades el diploma de Comandante, figurando en 
las fuerzas del Este y más tarde en las del Sur, así como en todas las campa- 
ñas que las mismas sostuvieron. 

En 1872, autorizado Agramonte, para conceder un ascenso á la oficia- 
lidad, fué promovido al empleo de Teniente Coronel y pocos dias después 
honró su promoción en el Sao de las Lejitas, oponiéndose con su batallón, 
rodilla en tierra, á la impetuosa agresión de las tropas que por sorpresa ha- 
bían penetrado en el campamento. 

Sucesivamente se batió en Jicotea, la Calilla, la Mina, el Ciego, Najasa 
y camino de Santa Cruz, hasta su ascenso á Coronel, á las órdenes del in- 
digne Brigadier Reeve, que mucho le estimaba. 

En 1875, ascendió á oficial general, quedando al frente del Camagüey 
cuando Gómez, Sanguily, Reeve, Rodríguez, Mola y otros jefes invadieron 
el territorio de las Villas. En esa época, tomó parte en las acciones de Santa 
Gertrudis, Sibanicú, las Enseibas, Santa Cruz y otras. 

Cuando los preliminares del convenio del Zanjón, liubo de titubear res- 
pecto á la suspensión de hostilidades por su parte; pero el diputado Cisneros 



60 



GREGORIO BEN7TEZ. 



1(^ convenció do que podía aceptarla sin monoscal)o de la Ley. . . Sobrevino 
(íl convenio, y apartándose do él on la forma, lo aceptó nTiprincipiOy pues- 
lo que se embarcó para Jamaica poi* la va del gobierno metropolitano. 

Establecido en Jamaica secundó los planes del General Calixto Garcia y 
desembarcó en osta Isla, on la que pagó con la vida su decisión por el siste- 
ma republicano de golút^rno. 

De seguro no ]ial)i*á corazón ropublicano ([u<? no tribute una expresión 
do respeto á su memoria, como á la d<í todos los hombrías ([ue mueren por 
sus honradas conviccioníís. 



RAMÓN LEOCADIO BOHAOHEA. 



Nació en Santa Clara, en 1849. Pertenecía á una distinguida familia de 
aquella localidad. 

A raíz del grito do Yara, abandonó los libros y se unió a los que pedian 
con las armas las libertades de Cuba. 

Sus lieclios fueron: la derrota que ocasionó á la fuerza de Simancas, en 
la Piedra, cayendo esta prisionera, y á la cual puso generosamente en liber- 
tad, después de desarmarla; la ocupación de Morón; el paso por Ciego de 
Avila y por la hacienda del «Rubio», apoderándose de los depósitos de armas 
existentes en aquel punto y derrotando la fuerza que las custodiaba; la vic- 
toria sobre sus contrarios en «Cabeza del Negro», en Sancti-Spíritus; la des- 
trucción del .sitio que le pusieron en la hacienda «San Marcos» con unos 
3,000 hombres al mando del Brigadier Correa, por orden del General Mar- 
tínez Campos; los encuentros que tuvo con el conocido guerrillero español, 
Coronel Miret en Caja de Agua, Iguará, Reforma, Juan Criollo y Chambas; 
la rendición á que obligó á la fuerza de la Guardia Civil en el rio Zaza, de- 
sarmándola y poniéndola inmediatamente en libertad; la derrota del renom- 
brado Regimiento de Borbón, al mando del Teniente Coronel Estrada; el en- 
cuentro con el General Polavieja, que mandaba 1,500 hombres y los que 
tuvieron lugar en el Jobo, los Chincheros, Magarabomba, San Jerónimo, 
Sabana la Mar, la Trinidad y la Jicotea, donde puso en fuga á las contrague- 
riállas que la perseguían y, por último, la derrota del capitán López en Ma- 
rroqutn. 

Refugiado cdl Jamaica, trabajó allí constantemente entre la emigración 
cubana para levantar el espíritu revolucionario, haciendo lo mismo en Cayo 
Hueso, Nueva York, Veracruz, Colón y Santo Domingo. 

A principios de 1883, organizó una pequeña expedición en Santo Do- 
mingo, la cual desembarcó por los alrededores de Manzanillo; pero fracasó 
su ultimo esfuerzo en pro de sus ideales, por haber sido hecho prisionero. 

Fué fusilado en el Castillo del Morro en Santiago de Cuba. 

Omitimos todo comentario; él solo se recomienda. 



-w. 



/ 



I 
í 



CARLOS MANUEL DE CÉSPEDES. 



Carlos Manuel Céspedes nació en Bayamo el (lia 11 de abril de 1819. 
Sus padres pertenecian á lavS familias inc\s distinguiítas de aquella población. 
Eatró á estudiar en el Convento de Santo Domingo, en donde permaneció 
hasta los quince años, aprendiendo el latín, la filosofía y los demás escasos 
i'amos de enseñanza quí* coíiij^onia en aquella época el programa de la educa- 
ción general. 

Pasó después á la Habana y emprendió el estudio del derecho, siguien- 
do asiduamente la carrera hasta graduarse de bachiller en 1S38. Habilitado 
de este modo para entrar en el ejercicio de su profesión, volvió á Bayamo, 
donde se estableció. 

En 1810, sintiendo Céspedes la necesidad de visitar otros paises, cono- 
^^r otros hombres v estudiar nuevas costumbres, decidió salir de Cuba v s(» 
^nibarcó para Europa. España fué el primer pais que visitó, permaneciendo 
^n Barcelona, en cuya Universidad quiso completar su crinera académica; y 
^llí estuvo hasta 1842 en que se le confirió el grado de licenciado en juris- 
Pi^udencia. 

Durante su estancia en España contrajo relaciones políticas con D. Juan 
f*Hm, posteriormente conde de Reus, y con algunos otro.s para tratar de 
^•^tablecer una república en España. Los conspiradores fueron descul)iertos 
^' perseguidos; y Céspedes entre ellos, tuvo que marcharse á P\'ancia. 

Entonces recorrió la Francia, la Inglatarra, la Italia y la Alemania, Ue- 
Síindo hasta Constan tinopla. Poseyendo perfectamente el francés, y familia- 
^Zado con el inglés y el italiano, estos viajes le hablan de ser, como le fue- 
ron en realidad, de gran provecho. 

Volvió en 1844 á Bayamo, donde abrió estudio de abogado. En poco 
tiempo obtuvo una numerosa clientela, y se granjeó la confianza y estimación 
^^ sus paisanos. Casi no hubo asunto de importancia en aquellas localidades, 
ÍUe de un modo ú otro no pasara por su mano, y su nombre ganó pronto la 
'^ grande y merecida popularidad. 



()S CARLOS MANUEL I)K CKSPKDES. 



Pero im Cul)a bajo ol sistema suspicaz que imperaba, no p 
gozar tranquilamente de la reputación que con su talento, ilus 
cederes había sabido conquistarse. El gobierno fijó pronto sus 
y desde entonces más ó menos á las fdai*as lo tuvo siempre soni 
gilancia. 

Cuando los sucesos de Narciso López, en 1831, manifesté 
sentimientos que profesaba. Hombre de escasa influencia politi 
te (»n una porción dal territorio lejano de donde desembarcó L 
hacer otra cosa que compromcderse inútilmente con algunos g€ 
pañeros, á consecuencia de un banquete dado por el gobernad 
para festejar la ejecución de López. Presos los imprudentes fu< 
dos en un Castillo, de donde salió Céspc^des al cabo de algunos 

Esto, que venimos copiando de un folleto, con muchas i 
enmiendas, nos lleva paso á paso á los sucesos que comenza 
bredel868. 

Dice el folleto: 

«En la parte Oriental de la Isla principiaron los síntomas 
to. Bayamo, Manzanillo y Puerto Príncipe, fucM'on las primera 
que comenzó la agitación. íx^spedes fué preso á tines (le dicien 
como otros varios, que al cai)o de'algún tiempo fueron puesto 
La idea de un levantamiento crecía por momentos. Faltaban a 
organización, faltaba un plan para lanzarse á la lucha. Entone 
ron emisarios á los otros puntos de la isla. El Camagüey resj 
con la proposición de Oriente. El distrito de las Villas se m( 
dispuesto, solo en la Habana se recibió con alguna frialdad á j 
á quienes se trató de disuadir de toda manifestación armada, 
bres de Bayamo, de Manzanillo, de la.s Tunas, y del Camagüey, 
lanzarse á la pelea, confiando en que la justicia de su causa 
manifiesta del pueblo de Cuba eran garantías suficientes del tri 

En toílas las reuniones que se verificaron, con asistencia 
tantes de las ciudades decididas á revolucionarse, descolló Cés 
cualidades de revolucionario, y por su aliento indomable. Entr< 
mucho prestigio por su saber y posición, sobresalía Céspedc 
(mtónces era el verdadero jefe de aquella Revolución. Céspedc 
(|ue aquella conspiración no podia tardar en ser descubierta y: 
algunos á anticipar el levantamiento, sin esperar el dia señalad 

Reunidos centenar v medio de hombres el dia 9 de octubn 
(d ingenio «Demajagua», propiedad de Céspedes, a unas dos le 
zanillo, se decidió empezar el siguiente dia la Revolución. 

Se levantó un acta de independencia: Céspedes dio libertí 
(»s(davos, y el 10 de octubre, aquel grupo de hombres desa 
(*nt;isiastas, tuvieron en el pueJdo de Yara el primer encuent 
pañoles. Céspedes, posesionado de Yai*a, reunió en torno su} 
campesinos, y empiu^ndió la marc! a sohn» Bayamo, á donde I 
íipodej'ándose de la ciudad. La guarnición española se (Mirerró 
za; pero á los tres dias de sitio se rindió al vencedor. 

Ya entonces las comarcas inmediatas habian correspom: 
miento. La» Tunas, Jiguani, Holguin, se lanzaron a las arr 
pocos dias el territorio insurrecionado se estendia de un ir 
desde las cercanías de Puerto Príncipe hasta las de Santiago 



CARLOS MANUEL EE'CESPEDES 



m 



necesario organizarse. Céspedes fué electo Capitán General del Ejército y s(» 
estableció un gobierno en Bayamo. 

El combate de Baire, ganado el 27 de octul)re por el gent^ral Donato 
Mármol, vino á demostrar la fuerza de la Revolución. El Camagüey tomó 
las armaá eí 3 de noviembre y desde aquel momento no era dudoso que toda 
la isla seguiría el ejemplo. 

Rara es en la historia el ejemplo de una popularidad tan rápida y ex- 
tensa como la de Céspedes. Apenas se supo el nombre del caudillo, se per- 
sonificó en él la causa de la independencia. También es cierto que desde el 
primer momento se mostró Céspedes á la altura de su misión. Las órde-^ 
nes asi militares como civiles que dio apenas se le invistió con el mando su- 
perior; la organización que supo dar á su gobierno; las notas diplomáticas 
pasadas á las naciones extranjeras notificando y fundando en la tiranía de 
Rspaña la proclamación de la Independencia, son pruebas de su especial ap- 
titud para consumar la obra que fracasó con López y con Pintó. 

Uno de los decretos expedidos por Céspedes en aquella época, 25 de 
diciembre, declaraba la libertad de los es^clavos: otro documento, dirigido á 
las autoridades españolas, las invitaba á proseguir la guerra conforme á los 
. usos modernos, sin fusilamientos de prisioneros. 

Las fuerzas españolas que repetidas veces trataron de abrirse paso has- 
ta Bayamo, fueron constantemente batidas. Bien lejos de alcanzar ventajas, 
se veían sitiadas en Manzanillo, en Santiago de Cuba, en Jibara, en las Tu- 
nas y Puerto Principe, quedando en poder de los patriotas todo el resto del 
territorio Oriental y Central. Pero faltaban armas, de España habían llega- 
do veinte mil soldados de refuerzo, y la expedición del General Quesada,que 
desembarcó á fines de diciembre, no haWa traído más que dos mil fusiles. En- 
tonces hizo el General Valmaseda una marcha rápida por caminos indefensos 
al frente de cinoo mil hombres; y evitando todo encuentro, se acercó á Ba- 
yamo donde el gobierno carecía de medios de defensa. 

La situación era crítica, y la heroica ciudad se prestó á sacrificarse. El 
H de enero de 1869, después de disputar á Valmaseda con fuerzas muy in- 
feí^iores el paso del Cauto, ardió Bayamo á manos de sus hijos. 



A principios de Abril la Revolución era ya tan poderosa que se pensó 
^n establecer un gobierno regular. Reunióse en Guáimaro una asamblea que 
''Í!=*cutió y aprobó una Constitución política para la Isla, declarada República 
^oderal, con cuatro Estados, — Oriente, Camagüey, Villas y Occidente. — 
Réspedes, que por seis meses hab a ejercido poderes omnimodos como Capi- 
^^n General renunció este cargo. La asamblea por aclamación lo eligió Pre- 
finiente de la República por todo el tiempo que durase la guerra, y el pueblo 
*^plaudió unánimemente este nombramiento. 

En su nueva dignidad Céspedes siguió personificando, como antes, la 

"^^usa de la Revolución. Atenta la Cámara, creada por la nueva Constitución. 

^ expedir las leyes y decretos, y nombrado el General Quesada, jefe del 

ejército. Céspedes dedicó su influencia y sus trabajos á armonizar todas las 

Voluntades. Más de una ley votada por la Cámara recibió su voto coustitucio- 

Hal, fundado en altos motivos de conveniencia y utilidad: más de una ojíera- 

ción militar recibió su concurso personal. La hidra de la discordia trató de 

levantar su cabeza; pero el protegido de Céspedes deshizo biei^ pronto todas 

las causas de desunión. 



70 CARI/)S MAMÜEL DE CÉSPEDES. 



Eu 27 do febrero «le iS74 un destacamento del Bi tallón de 
capturó á un negro que á Céspedes debia dos veces la vida: la 
bertad y con ella la de la indepentlencia. El jefe ordenó que f 
en el acto y éste, falto de valor para morir como mueren los b 
patria, pi^ometió descubrii*, si le perdonaban la vida, el lugar 
liaba el invicto Carlos Manuel. Su proposición fué admitida y a< 
españolii guiada por el delator sorprendió al Cristo Cubano que 
cinco leguas del Aserradero. Sus compañeros lograron escapj 
Céspedes á mened de sus enemigos á quienes esperó á pié firme 
lor é intrepidez que el caso exijia, por ser estas unas de las vii 
eran caracteristicas. Disparóles sus seis tii'os del revolver qu( 
yendo á su vez por una descarga de fusilería aunque otros aseg 
lueiro como quemaba su última cápsi^la precipitóse en un aliismc 
fué conducido á Santiago de Cuba el 1.** de marzo. 

Los hombres de las actuales generaciones no j)ueflen juzga 
ni la personalidad de Céspedes. 

Ésto corresponde á la Histoiia. 




SALVADOR CISNEROS. 

MARQUES DE SAKTA LUCÍA, 



r)Sí¡ 



W 



SALVADOR CISNEROS. 

(MARQUÉS DE SINTA LUCÍA.) 



üon Salvador Cisneros y Betaiicourt, nació en Puerto Príncipe, perte- 
eciente á una antigua y aristocrática familia, que gozaba en el Camagüéy 
alegran concepto. 

Lanzado á la Revolución, desempeñó en ella un gran papel. Siguiei-on 
^us pasos un buen número de camagüeyanos poseídos del' mayor ardor. 

Hombre de gran entereza de carácter, respecto.de la Independencia mc- 
í*<*ció los sufragios de los suyos para ocupar la presidencia de la Cámara, 
-^las adelante fué proclamado Presidente do la República, cuando la destitu- 
<*¡óii de Carlos Manuel de Céspedes. 

El Ma^'qués de Santa Lucía es hombre de un valor estoico reconocido, 
'^oleaba sin corresponderle. No esquivaba (d cuerpo nunca; antes al contra- 
*'io, buscaba el i^eligro siempre que podía. 

Al llevarse á cabo la paz del Zanjón, cedió el puesto á Spotoruo y se di- 
»'igió á Europa. 

Hoy se encuentra en Puerto Principe entregado al cultivo de sus tierras. 



^»> 



.V 



'1 






FLOR CRONVET. 



Cubano, descendiente de franceses, empezó en la Revolución formando 
parte de la fuerza de Gureau, toda de franceses-criollos, que operaba en los 
cafetales y demás fincas de la jurisdicción del Cobre. 

Gronvet, desde los primeros dias, supo distinguirse hasta el punto de 
que adquirió el mando de la fuerza en que servia, después de la muerte del 
citado Cureau, victima del cólera. 

Se hizo uno de los primeros guerrilleros de la insurrección, y era tan 
tenaz y constante en sus propósitos, que una vez con sólo cuatro hombres, 
se mantuvo emboscado por espacio de tres dias, casi en ayunas, hasta lograr 
la muerte del temible jefe contraguerrillero Provedo, al que acechaba. 

Por su valor y buenas disposiciones para la clase de guerra de los cu- 
banos fué adquiriendo grados y prestigio, siendo consignado su nombre va- 
rias veces en la Orden del dia, hasta llegar á Comandante, 

Por aquel tiempo llevó á cabo una notable expedición de más de cien 
leguas, salvando innumerables peligros, desplegando tanta eficacia y alcan- 
7^n(lo tan buen éxito, que el Mayor General Calixto García al tener noticias 
Je su arribo, en Barajagua, mandó formar toda la fuerza, victoreándole y 
aclamándole á su paso. 

Después, y siendo Teniente Coi'onel, tomó parte en las acciones de los 
Melones, Naranjo, donde fué herido, de las Guásimas, Baracoa y otras mu- 
chas, ascendiendo á Coronel.* 

Intimo amigo de Maceo, bajó de la Sierra Maestra cuando la protesta. 
JH Zanjón en Baraguá y se le nombró Brigadier por el Gobierno Provisional. 

Sus intenciones eran las de continuar la guerra. La salida del Genoi*al 
Maceo de la Isla y la orden de Guillei'mo Moneada para que toda la fuerza 
'liciem entrega de las armas, le imposibilitaron de realizar sus propósitos. 

Flor Gronvet se encuentra en el extranjero, donde es admirado por sus 
audiciones patrióticas y la universalidad de sus conocimientos políticos y 
'«íiitares. 



\<^ 



RICARDO CÉSPEDES Y CÉSPEDES. 



Hijo (le Francisco Javier y solnnno de Carlos Manuel, pasó sus primeros 
años en Manzanillo, donde terminó su educación primaria. Trasladado a los 
Estados Unidos se dedicó al estudio del Comercio, el que ejerció después de 
Tolver á esta Isla, en la acreditada casa de los Sres. Ramírez y Oro. 

Relacionado y emparentado con las principales familias de Bayamo, 
donde nacieron sus padres, se casó con una de. las hijas de Perucho Figuere- 
(lo, llamada Blanca, en los momejitos del levantamiento de Yara. 

Su matrimonio no impidió a Céspedes el reunirse á los que lanzaron el 
grito, para más tarde entrar en Bayamo, con las fuerzas que mandaba su tio 
Carlos Manuel y que obligó á rendirse á la guarnición, quedando prisioneros 
los jefes españoles Udaeta y Mediavilia y además los otros señores Oficiales. 

Restablecido el Gobierno en Bayamo, después de vuelto á ocupar por el 
General Valmaseda, la familia de Céspedes, como las restantes de la pobla- 
ción, se vieron en la necesidad de buscar seo^uridad en las fincas v montes 
de tan extensa jurisdicción. 

La familia de nuestro biografiado estuvo en el campo desde el año de 
1869 hasta el 7Ü, en el que conducida por las tropas del Gobierno á Manza- 
nillo,' se trasladó á Jamaica. 

Desde entonces tomó Céspedes una parte activa en las operaciones, ha- 
ciéndose acreedor por sus condiciones, al grado de Coronel. Su extraordina- 
rio valor en los combates, lo colocó á la altura de sus paisanos Francisco 
Rus, Francisco Guevara, Emilio Nogueras y otros coroneles, que ni un sólo 
íia descansaron en la memorable campaña del 09, 70 y 71, cuando el Conde 
<le Valmaseda se propuso no dejar un insurrecto en los campos de Bayamo, 
íiguaní, Holguin y Tunas. 

Céspedes siempre se sostuvo digno del grado que tenía; y cuando le en- 
togaron un regimiento, no nabo acción en que dejara de distinguirse, al ex- 
tremo que los generales Máximo Gómez, Modesto Diaz, Calixto García Iñi- 

6 



82 



RICARDO CÉSPEDES Y CÉSPEDES. 



guez y Vicente García, se lo disputaban para tenerlo bajo 
la seguridad de que podían contar con un valiente en los c 
y más extraordinarios. 

En la acción de Bermeja salvó la fuerza que mandah 
iniciando el combate. Tuvo la gloria de que la derrota qi 
trocase en victoria. 

Más tarde, formó parte del contingente que liabia de i 
neral Gómez á la invasión de las Villas, y que no se realiz< 
bradas acciones de Naranjo y Las Guásimas, que distrajere 
volucionorias. 

En la de Las Guásimas se distinguió notablemente, f 
cinco dias al lado del General Antonio Maceo que mandaba ] 

A juicio de un afamado caudillo insurrecto, Ricardo C¿ 
co que no merece censura por la parte activa que tomó en el 
to de las Lagunas de Varona, con el objeto de derrocar al g( 
Lucía, que' fué quien originó la deposición de su tio Carlos 
nado el movimiento, con la caida del Marqués, el Gobier 
destinó al Ejército de las Villas, que comandaba Máximo Gó 
(lujo á la Revolución hasta las puertas de Matanzas. 

Hecho prisionero, cuando la campaña del General Mi 
fué conducido á esta capital y preso en la Cabana. 

Puesto en libertad marchó para Nueva Yorck á reunirs 

De regreso á esta Isla para entregarse á la reconstruí 
en Niquero, fué preso en el Morro de Cuba, á consecuencia 
de Maceo y Moneada. 

Al ser conducido á España por orden del Gobierno, y d 
en Puerto Rico, las autoridedes de esta Isla lo pusieron en 1 
á las gestiones que hizo en su favor el General Blanco. 

Tales son, á grandes rasgos, los hechos más culminant 
volucionaria del intrépido cubano Ricardo Céspedes. 



-•^^»-»- 



.■ \ 






^^ 






^m 


^ \ 






^S' 








^i 


t^'i/p^n 






*» 




wSM^ 




/"^m 






1 








1 


'^, 








1 , . FEDERICO CAVADA. 





A 



^^fa 



■" . V 



f 



■ p n ■ m a 



FEDERICO CAVADA. 



Hombre de brillante educación y reconocidas prendas morales, era Fe- 
^í-*i*ico uno de esos seres que predisponen notablemente en favor suyo. 

Ninguno de los que le conocieron, puede olvidar nunca aquella nobleza 
^^ carácter, aquellos sentimientos generosos que formaban su distintivo. 

Dotado de corazón esforzado, no podia relegarse voluntariamente á la 
^^curidad. En los Estados Unidos se hizo soldado y tomó parte en la guerra 
^^ sucesión. Su valor y esfuerzo le conquistaron el grado de Coronel. 

En 9 de febrero de 1869 se lanzó á la guerra de Cuba. Su ardoroso pa- 
ti*iotismo le hizo tomar parte en la lucha cruenta que aquí se hab a organi- 
7'Sirlo, y distinguióse en la guerra como el primero. 

Nombrado jefe del distrito de Cinco Villas, desplegó las dotes de su no- 
ta, tle inteligencia y de su elevado corazón, alcanzando aplausos por sus me- 
cidas enérgicas y decisivas en aquel distrito, uno de los que más peligros 
ofrecían á la campaña revolucionaria. 

Su vida debía tener un triste remate. Fué fusilado en Nuevitas el dia 1" 
^lejul¡odel861. 

Sobre su tumba, por lo ignorada, no se hará constar ninguna lamenta- 
ción; pero no existe nadie que no haga justicia á las condiciones del quo 
•'^'©mpre fué caballero. 

¿Qué más epitafio que el sentimiento de la justicia? 



^♦-' 



^ . « 



AMADOR CRESPO. 



Decía Platón que «el culto á los héroes era un beneficio de los dioses.» 
Siempre el amor a los grandes hombres ha sido digno sentimiento del cora- 
zón humano. 

Honrar á los que han expuesto su vida noblemente en holocausto do sus 
convicciones honradas, es acreedor á galardón. 

Amador Crespo, fué uno de los cubanos que se lanzó al campo de la 
guerra, alentado por el sentimiento del amor á .su pais. 

Nada ambicionaba para sí; todo lo quería para su tierra. Ingresó en el 
ejército cubano como simple soldado, y su decisión y esfuerzo le conquista- 
ron grado á grado el empleo de Teniente Coronel, al que llegó sin vanidad y 
debido a su propio valer. 

No podemos seguirle paso á paso en sus hechos que algún dia escribirá 
la historia; pero dejamos la palabra á ano de los antiguos y valerosos jefes 
i'ovolucionarios, que al pedirle noticias de Crespo nos rlice lo siguiente: 

«Sería interminable la relación de los hechos que granjearon á Amador 
Crespo la repatación de extraordinariamente valeroso, liechos en que figuró 
como guerrillero, casi siempre en difíciles comisiones de sus jefes, que en 
él depositaban la mayor confianza. 

Siempre demostiV) ser un decidido palriota y sus antiguos compañeros 
lamentan su fallecimiento ocurrido en la Península, en donde se hallaba de- 
poi'tado.» 



■■^■1 


,1 

1 


L 


■/'^^^ , 


1 


P^ \ 


il 


jt^^l^^j^^r 


1 


\¿ÉS^^t 


1 




1 




1 


wK^^^- 


1 


^P MANUEL DE JESÚS CALVAR. 


1 




J 



« 
I • 



MANUEL DE JESÚS CALVAR. 



Nació Manuel de Jesús Calvar, conocido cariñosamente por Tita, 
en Manzanillo, donde actualmente reside. Se educó en el extranjero. 

Fué de los que acompañaron á Céspedes en el pronunciamiento de la 
Üe7najagua, en la madrugada del dia 10 de octubre de 1868. 

Como Coronel fué agregado á la fuerza del General Modesto Diaz to- 
mando parte en todos los encuentros que se empeñaron durante los años de 
1869 y 70 en las jurisdicciones de Bayamo y Manzanillo, casi pacificadas 
por el Conde de Valmaseda. 

Herido en un muslo, cerca del rio Buey , tuvo que darse de baja, aunque 
por poco tiempo. Calvar no era de los liombres que podía permanecer esta- 
cionado. 

Grandes servicios prestó en aquella época este distinguido cubano, que 
le conquistaron el aplauso de sus compañeros. 

Nombrado Brigadier y 2^ de Calixto Garc'a Iñiguez, pasó á recibir ór- 
denes á la jurisdicción de Holguín, pasando á la costa N.'á recoger al Capi- 
tán y tripulantes náufragos del buque alemán «Pingüin», que fueron pues- 
tos en salvo y enviados al Cónsul de Gibara. 

Como 2^- de Calixto García le ayudó Calvar con empeño en la acción de 
Alcalá, en 'as dos de Báguamo que resultaron victoriosas para los cubanos, 
en las de la Ensenada, en el ataque del pueblo de Sama, en la acción del |Cu- 
peyal, donde murió el bravo Coronel señor Huerta, en los ataques de Maya- 
vi y de Holguín, lo mismo que en el pueblo de Auras, en lá acción de la li- 
nea después del paso á la desfilada por las Dos Bocas; en la de la sabana de 
Punta Gorda y en las que se siguieron á la concentración de Yaragabo. Des- 
pués fué comisionado para que pasara á la linea Occidental de Holguin para 
la toma del Púrnio, seguido de otra acción en las Calabazas, y de otras hasta 
qxie el- General García Iñiguez le dio la orden de concentrarse en Cambute, 



94 MANUEL DE JESÚS CALVAR. 



íle donde surj^ió la reunión de la Cámara para la deposición 
Céspedes, que tuvo lugar en Vijagual el 28 de octubre. 

Nombrado Calixto García primer Jefe del Cuerpo de E 
partamento de Oriente y Calvar Mayor General y segundo 
unas veces á su lado y en otras cumpliendo órdenes y revistai 
sin perjuicio de lo que se debia a las operaciones de la camp 
llegó el momento de la concentraoión en San Diego, para veri 
ga del contingente al General Gómez. 

Calvar no tuvo conocimiento de la desgracia de Calixto 
prisionero en San Antonio del Baja el 5 de Setiembre de 18' 
diez dias después, como lo tocaba el mando por sustitución i 
fué desobedecido por el Brigadier Jesús Pérez, que se prom 
por el Dr. Bravo, y por el General Vicenta Garcia, que secu 
el pronunciamiento en las Lagunas de Varona. 

Esta intrincada cuestión dio margen á la desorganización 
y á disgustos que en parte fueron acallados con el paliativo 
Marqués de Santa Lucia, para que interinamente le sucedie 
Juan Bautista Spotorno, con la cooperación de Tomás Estr 
hecho esto creyó Calvar que debia enviarle sus padrinos al I 
Garcia, retándole á un lance de honor, lo que no pudo consegí 
encargados no creyeron que debia verificarse el duelo. 

Hubo más tarde debilidad de parte del Gobierno revol 
congratular á Vicente Garcia y para quitarle el obstáculo te 
Calvar; éste recibió la orden de pasar á las Villas á las orden 
Máximo Gómez, llevándole el resto del contingente de Oriente 

Calvar cumplió y salvó con felicidad el paso de la Trocí 
porarse á Gómez, quien le confió el mando de una División coi 
á sostener las activas operaciones, y con éxito brillante, ha 
cansado de las intrigas, se resolvió dejar el mando de aquel Ci 
cito, siguiéndole Calvar y demás jefes subalternos procedenl 

Mientras que el General Gómez se quedó en el Camagüe 
en aceptar el puesto de Secretario de la Guerra que le ofreció 
sidente Tomás Estrada Palma, Calvar regresó á Cambute, ( 
cuartel para descansar algún tiempo, pero empezaron lasacti^ 
del General Martínez Campos y todo el descanso que tuvo C 
que le apoyasen las fuerzas de Cronvet y del Coronel Mediii 
los ataques, teniendo un encuentro en donde recibió un bal 
que por fortuna solo le interesó el grueso de la piel como si h 
sedal. 

Más tarde y ya curado, con noticias de la suspensión d 
descendió de las lomas para reunirse al General Antonio Ma 
concentrado en la Sabana de San Juan, en espera de una en 
General Martínez Campos. Instruido de lo que había pasada 
concurrió á la entrevista verificada bajo el arbolado de los mí 
guá el dia 14 de marzo, y después que oyó á Maceo y á Figu< 
contra el pacto, dijo ante la reunión dirigiéndose al General ] 
pos, que puesto que no habían podido conseguir la independei 
ra la abolición de la esclavitud, no podían aceptar ningún c( 
se deshonraban. 

Terminada la conferencia sin resultado favorable para la 
la tarde otra reunión solo de jefes y oficiales insurrectos 



• » 



MANUFL DE JESÚS CALVAR. 95 



acordado en la Junta que se formara un Gobierno Provisional, quedó Calvar 
elegido Presidente, con cuyo carácter hubo de seguir sosteniendo la guerra 
durante el espacio de tres meses, junto con los Generales Vicente García y 
Antonio Maceo, hasta la salida para el extranjero de esté ultimo, en que hu- 
bo de disolverse el Gobierno Provisional por la presión de las fuerzas, que 
al fin aceptaron las bases del convenio; de todo lo que mandó dar cuenta al 
Mayor Vicente García que se hallaba en la jurisdicción de las Timas. 

En ese estado Calvar no tuvo inconveniente en aceptar del General 
Martinez Campos la oferta de un cañonero que lo dejase en la isla de Jamai- 
ca; de donde salió después paia pasar por su cuenta á Punta Arenas de Cos- 
ta Rica, a reunirse á su hermano Francisco Javier Calvar, que regenteaba 
-una fuerte casa de comercio extranjera. 

Favorecido por su hermano con un pequeño capital, marchó para Hon- 
duras donde entabló relaciones de amistad con el Presidente Marco Aurelio 
de Soto, el que le brin(^ su protección para la compra y exportación de al- 
gunos cargamentos de ganado vacuno que llevó á Santiago de Cuba y que no 
pudiendo realizar de momento fueron á perderse en manos de los depositan- 
tes, que le dieron cuenta de qué las tropas de Guillermo Moneada y de José 
Maceo se las habían llevado. 

Con el reterido presidente Soto, llegó á tener tanta influencia, que lo- 
gró colocar en el Ejército Hondureno con la categoría de Generales á Máxi- 
mo Gómez, Antonio Maceo y á Rafael Rodríguez; como Director de Comuni- 
caciones á Tomás Estrada Palma, y á otros cubanos, con empleos subalter- 
nos; pero más tarde, en la época del Presidente Bogran, cayeron por las 
malas gestiones de otro gobierno que debia haberlos respetado, en beneficio 
de sus intereses coloniales. 

Calvar, después de haber experimentado grandes pérdidas y de ver que 
eran inútiles los esfuerzos del señor Marco Aul:»elio Soto para derribar de la 
Presidencia al general Erogan, se retiró para Manzanillo con la salud dete- 
riorada, donde vive tranquilo y considerado. 



. . ■> 



MARCIAL CÁTALA Y SÜAREZ. 



A la edad de diez y nueve años abandonó los halagos de la familia y las 
comodidades de la ciudad, embarcándose con rumbo á los Estados Unidos, para 
iiBirse alli á los separatistas. 

Formó parte de la fracasada expedición del «Lillian», vohiendo nueva- 
mente en la del «Upton», comenzando su campaña á las órdenes del General 
Quesada, en Oriente. 

De este departamento pasó al Centro y más tarde con el grueso del 
Ejército á las Villas, campo de sus principales operaciones. A las órdenes 
^el Mayor General Roloff pronto comprendió este caudillo las cualidades de 
^ue estaba dotado y lo nombró su Ayíidante. Roloff lo quería entrañable- 
*^ente, haciendo de él siempre los mayores elogios. 

Nonbrado agente de la insurrección por Roloff, nunca les faltó á los 
lUs-urrectos de aquel distrito algún auxilio, mostrando en todos sus actos 
&i*an actividad. 

Delatado por un ordenanza suyo, fué capturado en 28 de octubre de 1877 
^11 la Habana, á la que vino en comisión. El delator fup abofeteado en las 
^Ues de esta ciudad por un admirador de Catata. 

Llevado á la Cárcel de San Juan de los Remedios trató do fugarse con 
^tros compañeros, siendo sorprendidos en los momentos on que ponían en 
ejecución suplan. 

*"^ii%El 14 de Jíoviembre fué encerrado en un calabozo del Morro. Llevado 
**^ la Península en diciembre del 79, estuvo preso en las (¿rceles de Santan- 
^^r, el Saladero de Madrid, en el presidio de las Cuatro Torres de la Carra- 
^^^ y en una fortaleza de Melilla. 

Merced á poderosísimas influencias se le dejó en lil)ertad, en Dai'celona, 
**^jo la vigilancia de la Autoridad. Huye á Perpignan, obtiene la declaración 
^^su libertad absoluta, vuelve á Barcelona donde le llamaban sus intereses 
yWll le sorprendió la mnerte el 22 de marzo de 1888. 



■?l 



^1^ 

i 



i . 



LORENZO CASTILLO. 



Este joven era de Puerto Principe. Inteligente, simpático y arrojado 
gozaba de mucha popularidad por tan buenas cualidades. 

Agrámente elogiaba el valor de Lorenzo Castillo. Habiendo salido en 
^'a.rias ocasiones al extranjero en busca de pertrechos de guerra, en una de 
^llas tuvo un encuentro con las tropas del Gobierno, en el que fué herido d(* 
''^'iiepte. Espiró tranquilamente en brazos de sus desolados compañeros. 

Por cierto que (*s •muj' digiio de consignarse su último acto de arrojo. 
-^^<íababa de efectuarse la captura del Vir^giniifs que llevó á la muerte a tan- 
^^^s distinguidos cubanos. Kl Gobierno de los Estados Unidos reclama! )a la 
^trega de los supervivientes; el Gobernador de Santiago de Cuba, que lo 
^ el Brigadier don Juan' N. Burriel se negaba; todo parecía presagiar la 
l-^**oximidad de una hecatombci mavor que aquella que sacrificó a Bembeta y 
^^^s compañeros. . . pero vino la reflexión, v se arregló el ¿aso diplomática- 
^ *^ente. 

Los supervivientes del Virffinins fueron entregados. 
En estos dias, la Agencia General d-e los Estados Unidos Labia prepara- 
**o una pequeña expedición, que deba venir á Cuba, en un bote, para de- 
'^^^tnbarcar en la costa Sur; Loi*enzo Castillo, Enrique Ganáis y otros cinco 
^^ formaron. Cañáis acababa de salvar milagrosamente la vida como super- 
^'iviente del Virginivs, 

Apenas tomaron tierra sj les echaron encima las tropas españolas. Sal- 
^"óse el precioso cargamento, pero á costa de la sangre v de la vida de 
Clastillo. 

«I4 tumbía de Ipfí héroes íís la gloria», ha dicho \\n poeta. 



% 



* 




MANUEL CODINA. 



<« 



MANUEL CODINA. 



Nació en Manzanillo. Antes de la guerra se hallaba entregado á las fae- 
nas comerciales, para las que tenía grandes disposiciones, puesto que desde 
muy joven cursó en el extranjero la carrera del Comercio y posesa varios 
idiomas á la perfección. 

Su porvenir estaba asegurado: poseían sus padres, en Bicana, grandes 
propiedades, que habrían hecho de Codina un hombre importante; pero al 
^'^cucharse el grito revolucionario, lo abandonó todo, hogar, familia y posi- 
<-"ión y se lanzó á donde le llamaban sus sentimientos de patriota. 

Céspedes le confirió el grado de Coronel, y entró á servir á las órdenes 
*^^l General Modesto Díaz, tomando parte en varios encuentros. 

Después sirvió bajo la acertada dirección del General Máximo Gómez, 
T^ien conociendo las grandes condiciones de Codina, le confió una misión 
Psí'a Jamaica. 

Cumplida ésta, con grandes riesgos, — se trataba déla adquisición de 
'puniciones — pues hizo el viaje en una pequeña embarcación, burlando la vi- 
^/lancia de los cruceros, que recorrían las costas, no tardó en verse favore- 
*^^do nuevamente con la confianza de sus jefes que lo enviaron otra vez al 
^^^terior para la adquisición de pertrechos de guerra. 

Llegó á los Estados Unidos, y allí se encontró con que la expedición 
í^e se esperaba en Cuba, (primera del Virginms), había desembarcado sin 
^pniratiempo por las inmediaciones del Aserradero, en la costa Sur, bajo la 
^^í^ección del jefe expedicionario Rafael de Quesada. 

En el extranjero continuó prestando inapreciables servicios á la caí 
|M*^ había defendido, hasta que la paz del Zanjón vino á interrumpir suéí 

Ent6nce.s se dirigió a Trujillo (Honduras^), ilon^^ se encuentra admilús- 
^^^ando las Ancas del Consnl Mr. Mdlhado, 



■ ■^•4 d>: 



ENRIQUE CANALS. 



Caracteriza á este revolucionario el sello del valor. 

Enrique Ganáis será considerado siempre como uno de los hombres 
arrojados de la guerra cubana. 

Nació en Pinar del Rio, cabeza de la provincia más atrasada de la Isla; 
y apenas salido de la pubertad, el grito lanzado en Yara por Carlos Manuel 
de Céspedes, vino á herir la más sensible fibra de su alma. 

Fué de los expedicionarios más decididos, formando parte de casi todas 
las expediciones que siguieron al fracaso de la del Lilliany tales como pri- 
mera y segunda del Virginius, Edgar Stuart, y Octavio ó Urugitafj, 

C^lapturado el V¿7^ginius, tuvo la fortuna de ser uno de los supervivien- 
tes de aquella hecatombe que hizo enmudecer para siempre en Santiago de 
Cuba, el esp'ritu de Bembeta, Jesús del Sol y otros; y reclamado por el Go- 
bierno americano, regresó á los Estados Unidos en el Jvniata, barco de gue- 
rra de apuella nación. 

A su arribo á Nueva York se le encomendó por la Agencia Revoluciona- 
ria el encargo de volver á Cuba, haciendo el viaje en bote con dirección á la 
costa del Sur, terminand.o su misión satisfactoriamente. Le acompañaron en 
expedición tan arriesgada Lorenzo Castillo y cinco más. 

Descubiertos al llegar, fueron perseguidos, pero tuvieron la suerte de 
salvar lo poco' que traían, si bien lamentando la desgracia de Castillo, que 
fué herido. 

Ganáis -se incorporó después á las fuerzas del General Calixto García, á 
cuyas órdenes sirvió, en calidad de Ayudante, hasta la paz del Zanjón. Pero 
resistido á convenirse, se agregó á las últimas partidas del ejército revolu- 
cionario que obedecían á Maceo, con quien permaneció hasta que vencida la 
resistencia de áste, se embarcó con él para Jamaica. 
^^El señor Ganáis se encuentra hoy en el extranjero entregado á empre- 
sas industriales. 



'.•''' 



.i! 



>. **: 

■ j 



i\ 



■r. \ V. .í 



.■-■■ • .-ik-'* 



HONORATO CASTILLO OANOIO. 



Nació en la ciudad de Sancti-Spiritus; su primera educación la recibió 
en la mejor escuela que entonces había, dirigida por el Pbro. D. José Benito 
Ortigueira. Más tarde pasó á la capital de la Isla á continuar sus estudios; 
pero á los pocos años estableció un magnífico colegio en su ciudad natal, 
nombrado «Jesús Nazareno», donde daba educación á cerca de 200 alumnos. 
Don José de Luz Caballaro, de quien también había sido discípulo, le 
hizo una buena proposición, por cuyo motivo vendió el colegio y se marchó 
á la Habana, donde estuvo de profesor en el de «El Salvador.» 

A poco tiempo de haberse dado el grito de independencia, en Yara, se 
fu,é para Puerto Principe y de alli pasó al campo insurrecto. 

Perteneció al Gobierno provisional, antes de haberse nombi*ado Presi- 
dente á Céspedes; más tarde fué diputado del departamento de las Villas; 
pero deseando salir á operaciones, fué nombrado General de la División de 
Sancti-Spiritus, donde al poco tiempo formó el Batallón del mjsmo nombre, 
habiéndose después unido á sus filas más de mil espirituanos. 

Poseía gran táctica militar; tuvo varios encuentros en los cuales la for- 
tuna le fué siempre propicia. 

Sus enemigos conocían la gran simpat a que contaba en su pueblo na- 
t^l, por las continuas noticias que tena de los hombrrsque iban á engi'osar 
sus filas. 

El Coronel español, Ü. Domingo Portal, puso cuantos me<lios éstuvie- 
^^ á su alcance para perseguirlo, y al efecto mandó un espía al campo in- 
surrecto, el cual le comunicó á Portal que Honorato todas las noches salía 
solo del campamento, que estaba situado entre Ciego de Avila y lias Colora- 
^} para dirigirse al potrero «La Güirita». 

A la noche siguiente lo esperaron en una emboscada por el camino que 
ti acostumbraba á pasar, y le hicieron una descarga que le ocasionó la 



11() IIONOUATO CASTILLO CANCIO. 



Apenas supieron las fuerzas la muerte do su (leneral, ; 
venganza apoderarse de Ciego de Avila. En seguida se noi 
Ángel Castillo para que sustituyera al antiguo (leneral de di 

A los pocos dias supieron que Portal iba á Júcaro en b 
voy, como as' sucedió; á su i*egi*eso le hicieron frente á su fi 
taba de unos quinientos hombres; se apodei'aron del convo 
de un cañón, é hicieron prisionero íil Coronel l^^rtal, al que 
tenciaron á muerte. 

La pérdida de Honoi'ato Castillo fué muy sííiüida no 
sus amigos de combate, sino en la misma ciudad de Sancti-S] 



■«^^'•- 




FRANCISCO CARRILLO. 



FRANCISCO CARRILLO. 



—¡Era un valiente! . ' 

— .Era un hombre honrado! 

Eétas dos exclamaciones se escuchan con frecuencia cuando se habla de 
rancisco Carrillo. 

Nació este distinguido soldado cubano en San Juan de. los Remedios, y 
3VÓ á la vida de fatigas las condiciones de energía, de intrepidez y de for- 
leza que tanto caracterizan á los hijos de tierra adentro. 

Cubano de corazón, lamentaba los males de su patria como el mejor de 
is hijos; el sentimiento purísimo del amor patriótico no tuvo jamás quien 
ejor !e sintiese. 

Por esto, al llegar el momento en que creyó necesario su esfuerzo, se 
lió á la Revolución. 

A principios del año de 1869 se marchó al campo, habiendo tomado 
irte en los célebres combates de Palo Seco y Las Guásimas. 

Al frente de un aguerrido contingente pasó después la Trocha del Júca- 
á Morón. 

La paz del Zanjón le obligó más tarde á deponer las armas, que nueva- 
snte volvió á empuñar cuando el movimiento insurreccional iniciado por 
líxto Garc a. 

Después del fracaso de ese movimiento, por haber caido prisionero elci- 
lo caudillo, retiróse Carrillo á Nueva York, donde se encuentra en la ac- 
ilidad. 



J \ 



ROGELIO CASTILLO. 



Esté intrépido joven es hijo de los Estados Unidos de Colombia, en cuyo 
Ejército hubo de alcanzar el grado de Teniente. 

En 1869 comenzó á trabajar por la causa de Cuba, desembarcó en las 
costas de la Isla en Enero de 1879, en unión de numerosos jóvenes colom- 
bianos que vinieron voluntariamente á prestar sus servicios a los jefes de la 
Revolución cubana. 

Rogelio Castillo y sus amigos pelearon bravamente. La muerte se cebó 
^^ esos patriotas. 

Casti lo fué nomdrado Capitán del Estado Mayor del General Vicente 
^^^cia. Más adelante pasó á las órdenes del General Calixto Garcia, toman- 
^0 parte en todos los combates que tuvieron lugar desde el año de 1872 has- 
^"^ el de 1875. 

Yarias heridas le valieron el grado de Comandante. 
Rogelio Castillo tuvo que someterse al pacto del Zanjón. Pero, de nue- 
P^' Vuelve á mezclarse en movimientos revolucionarios reprimidos por el 
^^bierno Español. 

^ Se le deporta á España, luego al África; se escapa tras mil vicisitudes; 
^? ío aprisiona otra vez, y, por fin, se le dá su libertad después de reclama- 
^QíXes hechas por el Gobierno inglés. 

Hoy, Rogelio Castillo, se halla en Cayo Hueso dedicade á sus asuntos 
^ ^^ticulares. 



tfA -j. \ .' . 






FRANCISCO ESTRAMPES. 



Nació en Matanzas el 4 de diciembre de 1827. Fueron sus padres don 
Juan Pedro Estrampes, natural de Francia, y doña Isabel Gómez, nacida 
en la Habana. 

Desde muy hiño Francisco Estrampes reveló la energ'a y audacia de su 
carácter, hasta tal extremo que no siéndole posible tolerar las constantes 
excitaciones de su padre con el objeto de modificar aquella condición de su 
espíritu, abandonó el hogar á los diez y seis años de edad. En una carta — 
escrita con ingenuidad infantil — se despidió del autor de sus dias. En ella 

decía; «Los cortos dias que he de vivir, se me presentan llenos de 

amargura. — Si pudieras leer en mi pecho los sentimientos de honor que 
abrigo, seguro estoy que no me tratar as asi; si supieras la suerte que me 
espera y lo que el porvenir me prepara » 

¿Qué visiones generosas cruzaban por la frente del niño-hombre, que 
profetizaba su suerte como si divisase en el porvenir el rumbo de la gloria 
del soldado, ola horrible silueta del pat bulo siniestro? El dolor templó su 
carácter en el hogar, que se manifestaba prematuramente, cuando todavja 
la noción del deber yacia en la penumbre de las ideas primeras. 

Enfermo y al borde de la ruina, el padre clamó por el hijo, y Estram- 
pes volvió al hogar, gozoso, borrando de su memoria los tristes recuerdos del 
pasado. Poco después murió el padre, y Estrampes, vino á la Habana, donde 
subvenía á sus necesidades dando clases de idioma francés. Residiendo en la 
Habana, vino el medio á determinar sus inclinaciones, á abrir cauce á su 
actividad. Vio el ideal, lo amó, consagró á él todas sus energías, fué el em- 
bajador osado de los cenáculos de conspiración, fabricó proyectiles, condujo 
armas, y ya no tuvo más sueño ni más anhelo que los de combatir. 

Cuando Narciso López pisó por segunda vez lasplayas cubanas, Estram- 

Ses, seguido de un grupo de jóvenes animosos, á los que había iuflltrado la 
ebre que lo devoraba, voló al encuentro del caudillo. Las ti*opas leales lo 



128 FRANCISCO KSTRAMI'KS. 



detuvieron en ol camino, él y sus presuntos legionarios fu( 
prisión, y como no se lo Itaílaso documento que lo expusi( 
Poder y como taml)i¿n in\ osase su calidad do ciudadano fra 
en libertad y i*elial)ililado i)or el órji^ano oficial. Libro, j)uso 
quinientos dui*os (mi oro, á disposición de sus compañeros coi 
tierro, y su persona al so(oi*ro y ayuda de los encarcela* 
común delito. 

Volvió á conspirar, touK) parle activa en los planes de 
lez, y como tuviese noticias de que iban á prenderlo, logW 
quisas de sus perse^^uidores y huyó á los Estados Unidos. 

Unióse en Camargoadarvajal, con objeto de acaparar 1 
invadií* á Cuba, cuyo proyecto abandonó por causas que 
farde aparece como leñador* en los l)osqiies d(d Misissipi, dei 
para trochas de caminos de hieri'o. Roune sus salarios, ei: 
loans, acopla el omph^o do Iradiictor on un periódico, com 
discui'sos ori»^inalos, ouli-a couio protosor on un colegio, vuf 
I raer á su hermano moribundo, rcígrosa á New-Orleans, 
con uno de sus enemigos, y allí s(í presenta para realizar m 
volucionarios. Encargado por la JtnUa ('ffh'ana, Sicepio el 
d Oriente para introducir armas y levantar la jurisdicción d 

El 2A de octubre do \XM fué hecho prisionero en dichí 
cido más tarde á la Ilal ana y ejecutado en garrote vil, gobe 
ral 1). José (Uitierrez de la Concha. 

Tal es la historia del heroico joven, que en ai*as de sus 
la vida, con noble é incomparable entusiasmo. 




'■"«-«) 



MODESTO FONSECA. 






MODESTO PONSEOA.. 



Natural de la ciudad de Bayamo en donde nació el año de 1«S43. Desde 
que estalló la Revolución estuvo á las órdenes de Vicente García, como ofi - 
cial de su Estado Mayor, tomando una parte activa en todas las operaciones 
de este jefe, entre las que pueden citarse el ataque ó ocupación de las Tunas: 
y el de un valioso convoy que era conducido desde (lauto del Embarcadero 
para Bayamo, trabándose el combate en la sabana de Punta (jorda, donde 
hubo prisioneros; entre éstos, un Comisario de Guerra, que fué puesto en 
libertad sin condiciones, después de haber sido apresado todo el convoy. 

En toda la guerra prestó buenos servicios, poi* lo que fué propuesto dis- 
tintas veces para ascensos, hasta que obtuvo el empleo de Corenel. 

Vicente Garc'a tenia ilimitada confianza en Modesto Fonseca, empleán- 
dole como su secretario particular, y le estimaba con verdadero cariño, tan- 
to por su intachable conducta, cuanto porque nunca le vio vacilar por más 
desesperada que fuera la situación; tal fué la que pasaron en la época de la 
presentación de Penucho Urquiza; en que no tuvieron dia y noche de des- 
canso, hasta que lograron en un combate, sostenido al machete, dejar muerto 
al hombre que después de tener un valor á toda prueba, conocía palmo á 
palmo todo el terreno de las Tunas, por cuya razón era ñiás temible que (d 
otro guerrillero Pepillo González. 

Cuando la paz del Zanjón, acompañó Modesto Fonseca á ^'icente Garcia 

Ijasta la jurisdicción de Cuba, para ponerse de acuerdo con Antonio Maceo y 

después de la entrevista con este Jefe, en San Agustin del Cauto, esperaron 

®i resultado de la conferencia con el General Martinez Campos, que tuvo 

í^gar bajo los Mangos de Baraguá, el 14 de marzo de 1878; y como no pudo 

^aier arreglo para llegar á la paz, regresaron Garcia y Fonseca para la ju- 

'^isdicción de las Tunas, juramentados á continuar la guerra. 

Cumpliendo estaban la promesa, hasta que se les comunicó que queda- 

t^ disüelto el Gobierno Provisional, después de la salida de Maceo y de otros 

J^f^9 para el extranjero; y entonces capitularon en las Tunas, haciendo en- 



132 MODESTO FONSKCA. 



trega completa de lodos los elementos <le giiei*ra que conserval 
el pais y marcharse juntos para Caracas. 

S¡ no del todo, pero hasta cierto grado, desligado Fonse 
Vicente García, resolvió emharcarse para los Estados Uni<lo! 
en Nueva York al (leneral ("alixto Garcia Iñiguez que había 
ris, después de hal)er salido en libertad del Castillo de Santoñj 

Garcia maduraba el proyecto de volver á renovar la guei 

eomo Fonseca se comprometiese á acompañarle en su nueví 

^gMron trasladarse á la Isla de Jamaica donde reunidos a otro 

rios embarcándose en un pequeño buque de vela que los condi 

diaciones de Cabo (^ruz, en la costa Sur de la Isla. 

Ya en tierra, pasaron aviso á sus antiguos compañeros ( 
en vez de ser socorridos por éstos y sin esperar á que el pais 
Comenzaron á peregrinar aislados por los montes de la gran 
estribos bajo la doble persecución de las tropas del Gobierne 
rrillas de cubanos movilizados: v en ese estado de aislamientc 
último expuestos a sufrir las mjsmas consecuencias que sus 
Coronel José Medina y Teniente Coronel David Janhson, qu 
muerte por sorpresa cuando se ocubaban en buscar en un ari 
que alimentarse; lo mismo que Rio Rosado que íué fusilado e 
haber ido al rancho de un vecino en demanda de algún auxilit 
les quedó otro camino que el de rendirse á condición de que s 
ria la vida y de que más adelante serian puestos en libertad. 

Con haber tenido lugar el acto de la rendición fueron cor 
Capital á las órdenes del Gobernador General I). Ramón Blai 
puso quedasen detenidos á bordo del vapoi* «San Francisco d 
la salida del primer buque correo, íil que fueron trasladados pa 
á la Península. 

En Madrid se les puso en libertad condicional, yallíperm 
sin que se tenga conocimiento de que haya gestionado pan 
Isla ni de que haya tratado de evadirse para refugiarse en el e 




FERNANDO FIGÜEREDO Y SOCARRAS. 



/ 



FERNANDO PIGÜEREDO SOCARRAS. 



Este cumplido jefe revolucionario, nació en el histórico Báyamo, ha- 
ciendo sus primeros estudios en la Habana. 

Más tarde se dirigió á los Estados Unidos, regresando á su ciudad natal 
tan pronto como empezó á presentirse el levantamiento de Yara. 

Fué de los primeros en adherirse á la bandera separatista, formando 
parte de la columna de Carlos Manuel de Céspedes, como uno de sus más 
, intrépidos ayudantes. 

Sirvió á las órdenes del General Calvar, al cesar Céspedes en el cargo 
de Presidente. 

En mayo de 1876 ocupó la Secretaria de la Cámara por renuncia que 
hizo el inolvidable La Rúa. 

Disueltas la Cámara y el Gobierno, con el objeto de que pudiera cele- 
brarse la capitulación del Zanjón, y encontrándose Figueredo en la jurisdic- 
ción de Holguin (1878), acompañando al jefe de la Brigada del citado punto 
Leite Vidal, fueron ambos perse;uidos por los que se proclamaron autono- 
mistas al dibujarse en el horizonte los albores de la paz. 

El General Maceo los salvó de tan peligrosas circunstancias. 
Figueredo fué de los que protestaron del pacto del Zanjón, en la sabana 
íleBaraguá; y en virtud de cuya protesta se formó un Gobierno Provisional ^ 
en el cual figuró nuestro biografiado como uno de los secretarios. 

La presión de las fuerzas de Oriente obligó al Gobierno á disolverse, 
verificándose, poco después, la capitulación de aquellas en el pueblo de Sau 
Luis, Santiago de Cuba. 

Figuere !o se encuentra actualmente en el extranjero. 




MÁXIMO GÓMEZ. 



MÁXIMO GÓMEZ. 



¡Máximo Gómez! Este nombre, este sólo nombre es una epopeya. Má- 
ximo Gómez, por su valor, por su pericia, por sus talentos militares, alcan- 
zó un puesto prominente en las filas revolucionarias. El Mayor General de 
las tropas insurrectas ha escrito muy alto su nombre con el buril eterno de 
sus memorables campañas. 

Basta una ligera relación de los hechos más culminantes de su vida mi- 
litar para que se comprendan los méritos de tan afamado caudillo. 

En octubre de 1868, acción del Pino en Baire, contra el Coronel Quirós; 
1869, campaña en Charco Redondo (Jiguaní) y combates, jurisdicción de 
Holguih; 1870, toma del poblado de Santa Rita. Charco Redondo por segun- 
íla vez; ataque de la Socapa (Cuba); Cafetal Cristal (Cobre); Ti-arriba (Cuba); 
1871, invasión de la jurisdicción de Guantánamo, con la toma del Cafetal 
Infliana; combate del Cafetal Oasis, combate del Cafetal Marignan, ataque 
ílel pueblo Tiguabos; 1872, concurre al ataque de Holgué n, con Calixto Gar- 
cía; 1873, (Camagüey) San Miguel, Nuevitas, Santa Cruz, Cascorro y Guái- 
maro; 1874, acción de Palo Seco, toma de Sibanicú, La Sacra, Naranjo, Las 
Guásimas; 1875, paso de la Trocha, donde fué herido. Invasión del territorio 
Je las Villas. Ataque y loma del poblado del J»baro, La Reforma, Arroyo 
Blanco, Guanabo. Combates Reforma y Arroyo Blanco, Paso del Zaza. In- 
vasión de la zona de cultivo de Cienfuegos y Villa Clara y su total destruc- 
ción. Combate de Loma del Jibaro ó potrero González contra el General Jo- 
vellar. 1876: Diferentes combates y ataques á poblados en las zonas de Tri- 
nidad, Remedios, Villa Clara y Cienfuegos. 

Donde se ven patentizados sus esfuerzos, es en un folleto que ha publi- 
cado en folletín El Criollo, documento bastante conocido. 
Después de la capitulación del Zanjón partió para Jamaica. 



^ I 



^ 



CALIXTO GARCÍA ISIGÜEZ. 



Nació este afamado revolucionario en Holguín. Fué de los primeros en 
lanzarse al campo en defensa de las libertades de Cuba, después de históri- 
cas reuniones en una finca situada en las márgenes del Caudillo, de Donato 
Mármol. 

El 13 de octubre de 1868, dos días después al del grito de Yara, Dpnato 
<lel Mármol, seguido de Calixto García, acompañado de unos ISOJwfmbres, 
ea el corto espacio de nueve horas, ocuparon los poblados de Santa Rita y 
Bairey la cabecera de la jurisdicción, que lo era el pueblo do Jiguani. Esta, 
que contaba más de 22,000 almas, quedó en poder de la Revolución. 

Calixto García hizo la primera campaña con el grado de Brigadier, á las 
órdenes de Máximo Gómez, á quien sustituyó en el mando de las fuerzas de 
Holguín, tan luego como fué depuesto el segundo por el Gobierno de Carlos 
Manuel de Céspedes. 

Siendo Brigadier Calixto García, entró en Jiguani y Guisa. Más tarde, 
^-^cendido á Mayor General, tomó la plaza fuerte de Holguín. 

Su carrera militar es brillantísima. Dirigió y sostuvo innumerables ao- 
<^iones entre las que recordamos las de Báguano, la del Cupeyal, donde fué 
puerto el Coronel español D. Santiago Huerta, la del Zarzal, que costó la 
^ida al Coronel Sostrada; y la de Santa María, la más reñida, en qué ftréiie- 
**ido y hecho prisionero el Teniente Coronel D. Ángel Gómez Viegues, y co- 
Psida la columna. Los oficiales prisioneros fueron puestos en libertad por 
Calixto Garc'a, entre los cuales se encontraba el Sr. Rosales, autor de un 
folleto sobre la guerra cubana. 

El 3 de setiembre de 1873, separado de su columna que había ido al 
Zarzal en busca de víveres, se vio atacado, en San Antonio del Bajá, por una 
^oJumna española. 

Ea tan criticas circunstancias, Calixto García, á pesar de contar sólo 
^^^n unos 30 hombres para la defensa, resistió al ataque de la columna; has- 



l\\ 



CAMXnMíARCIA I.NhJrKI.. 



ta que, comprendiendo la inutilidad de lodo esfuei*zo, en momento de sublime 
heroicidad, se disparó un tiro con el revóhcr Smitli que portaba. 

No se causó la niuertí» (d valiente caudillo, y herido, cayó prisionero. 
En Manzanillo fué asistido con honrosa cortesa y asiduidad por los médi- 
cos españoles. 

Enviado á España estuvo i)reso en los (iislillos de Valencia y Santoña. 
De este último fué puesto en libertad, en virtud de la paz del Zanjón^ y á 
consecuencia del telegrama que al efecto dirigió ol General Martínez Campos 
al Presidente del (llonsejo de Ministros, en aquel entonces, Sr. Cánovas del] 
Castillo. Calixto (rarcia,'ya en libertad, se trasladó ¿París y después á Nuevjij 
York; tomando, más tarde, parte en la segunda Revolución de Cuba. 

Sometidas las fuerzas do Maceo, Moneada y Jesús Ravi, y habiendo] 
uuierto en los campos d(» I>ayamo los coroneles José Medina, Pío Rosado yí 
Johnson «el americano», nueslro ilustre biografiado se vio obligado á ceder] 
en sus empeños de guerra, cm])arcándos(» para España en el vapor «San] 
Francisco de Borja». 

Actualmente» se (Micuentra Vn Madrid, atendido y considerado por tod( 
los Gobiernos que se han sucedido desde (d Zanjón á la f(»clia, dodi<-ado á h 
enseñanza de idiomas v á las atenciones de ^u lamilia. 



V ^ 




DOMINGO 60ICÜRIA, 



DOMINaO GOICURÍA. 



Otra de las figuras intachables de la Revolución Cubana. Prueba de 
esto es la saña con que en aquella épeca la intransigencia le marcabí con los 
epítetos más duros y más injustos. Prueba de ello también es la muerte que 
en honor de sus ideales vino á coronar la vida del ilustre caudillo; muerte 
sufrida en un patíbulo, como el Cristo. ¡Ah! de cuántas lágrimas está salpi- 
cada nuestra historia! ¡Siniestra galería del pueblo cubano! como la llamó 
tan melancólicamente una de las pocas figuras que quedan en Cuba de aque- 
lla sombría guerra! 

Domingo Goicuria, nació en la Habana en 1805, hijo de un honrado y 
digno vizcaíno, que con las primeras caricias infiltró en el corazón del niño 
el amor de las santas libertades y el empeño noble de defenderlas. De 
muy corta edad partió á la Península, pasando sus primeros años en las 
Provincias Vascongadas, donde el sol de la libertad os más esplendoroso y 
arroja más radiantes enseñanzas en el alma. 

Volvió á Cuba y marchó después á los Estados Unidos — siempre tras las 
regiones hijas de las redentora libertad. — En el año 40 volvió á su patria, 
con un ideal hecho, formado en la conciencia y anheloso de abrirse camino, 
aun en el sacrificio. 

Fué un propagandista, con alma de apóstol y fe de convencido. Tomó 
parte en los trabajos expedicionarios del célebre Narciso López. El año 67 
sostuvo constante correspondencia con Morales Lemus, Féser, Echavarría y 
otros revolucionarios. 

Cuando estalló la guerra, el 68, fué nombrado General de Brigada, por 
íue todos eran soldados. Después solicitó armar una expedición y embarcóse 
©Xi el «Lillian», con rumbo á Cuba. 

Más tarde retornó Goicur a á Nueva York, volviendo á Cuba á ponerse 
¿ las órdenes de Carlos Manuel de Céspedes, Presidente, entonces, de la Re- 
Publica. Luego solicitó pasaporte de dicho Presidente para ir á los Estadoy 



148 DOMINGO GOICURÍA. 



Unidos y Méjico, con objeto de impetrar allí auxilios. Otorgóse! 
te en el Camagney. Fué hecho prisionero en Guajabá y condu* 
Principe. I^a Autoridad que mandaba en esle Departamento di 
á la Habana á ser juzgado ])or un consejo de guerra verbal 
«Triunfo» hizose el viaje de Goicuría. 

Fué e'ecutado en esta capital á las 8 y 45 minutos del d 
18GÜ; en el campo Oeste del Castillo del Principe, en garrote 
concedió siquiera el fusilamiento, El patíbulo no alteró la serer 
gondaria, de Domingo Goicura. Si al condenarlo k garrote 
que vacilarla aquel coi'azón, se equivocaron grandemente. Mor 
(•ido. El garrote no tui*bó un ápice la resolución del ilustre ven 

De una reseña escrita sobre el teatro mismo de los sucesos 
ma de un peninsular, tomamos las siguientes lineas: 

«Concurría en Goicui'ia talento elevado, v en su trato a 
daba pruebas de haber recibido una educación esmerada.» 

¡Y un corazón romano! le faltó añadir al escritor aludido. 

De los labios de un cai'acterizado jeie del Ejército espaf 
estas frases, cuando el hecho quedó consumado: 

— «¡Mañana se levantaián mármoles sobre la tumba de es 

Las últimas palabras de Goicuría fueron é^tas; 

— ¡Muere un hombre, pero nace un pueble! 



■8 'yy^ — mm 



■P ^ ^^ " ■■ ■ ^IWF' 



JULIO GÜZMÁN Y QÜESADA. 



La muy apreciable familia dei Camagüey á que pertenecía el malogrado 
ven cuyo retrato precede, envió á Julio á la capital de España á concluir 
is estudios de jurisprudencia. 

E>>tudiante de primer orden, regresó á Puerto Principe después de ha< 
»er recibido la investidura'de abogado. 

Rompe la Revolución de Yara, y Julio Guzmán marchó para el campo 
Mn la legión camagüeyana'. 

Cuando Bembeta y Malpplo salieron para el extranjero á organizar la 
desastrosa expedición del Virginius, invitaron á Guzmán á que los acompa- 
sara, pero este biogr fiado no aceptó la invitación temiendo que con él 
íumento de peso zozobrase el tronco ahuecado que debía servir de bote a sus 
'os distinguidos amigos. 

Bembeta y Malpelo, unas veces echándose al agua, pues por forjuna 
^n grandes é incansables nadadores, y otras navegando en tan miserable 
^^íuilla, lograron llegar prodigiosamente áN'íssau. ¡Infelices, respetólos la 
3 xnarina para que más adelante desaparecieran en la ola formada por las 
diosas pasiones de los hombres! 

Volvamos á Julio Guzmán. 

Cuando se perdió en las lejanías del horizonte la frágil nave en que 
^^^ Bembeta y su ayudante, internóse de nuevo el joven Guzmán. Pero e| 
^Jino — á cuyos fallos inexorables nadie puede escapar — ten a ya condena- 
^ Guzmán. 

Habiendo caido prisionero en poder de las tropas, fué fusilado. 

Murió coa gran valor. 



■\-4 



. •. A 



.«^ 



♦-. 

* 1 



SERAFÍN GARCÍA Y LBIVA. 



•v" 



Era natural de la ciudad de Santa Clara, se lanzó a luphar por sus idea- 
s el mismo dia que la Revolución cubana se extendió por el departameíito 
i las Villas. 

Era hacendado y sus propiedades existen en Placetas. Abandonó sus 
ienes de fortuna y los lazos cariñosos de la familia por servir á su patria. 

Por sus buenos servicios, actividad y comportamiento, según comuni- 
¡aciones que tenemos á la vista, fué nombrado por el General Federico Ca- 
rada, Prefecto del partido de GuaracabuUa, en 25 de octubre del año 1869. 

En 28 de Febrero de 1875, fué nombrado Jefe de Comunicaciones del 
listrito de Remedios, cargo que desempeñó con mucho acierto. 

En 1876, la enfermedad se apoderó de su cuerpo y aunque se hicieron 
randas empeños para que se presentase, no quiso realizarlo, por cuya razón 
illeció en el campo insurrecto, victima de calenturas perniciosas. 

Antes de morir, suplicó á las personas que le rodeaban no le diesen se- 
ultura en población alguna donde estuviese entronizado aquel régimen 
lioso, que le obligó á sacrificar sus interes3s y su familia por conquistar 
^s libertades cubanas. 

¡Un monte fué la tumba de tan consecuente patriota! 



CECILIO GONZÁLEZ. 



Pertenecia á la raza de color. Hombre corpulento y esforzado; que go - 
zaba de concepto y de prestigio entre los de su clase, pertenecia al cuerpo ' 
de bomberos de Cienfuegos cuando el movimiento insurreccional se propagó 
alas Villas. 

lanzóse al campo, y demostró valentia y arrojo en muchas ocasiones. 
Las balas respetaron su vida. 

Acaudillaba una fracción importante que prestaba sus servicios bajo la , 
dirección del general Roloff, y puso varias veces en serio compromiso á las 
tropas españolas. 

Cuando el General Martínez Campos promovió los trabajos que dieron 
por resultado el pacto del Zanjón, Cecilio González capituló también. 

Pero, más tarde, volvió á la Isla, de la que se había ausentado, con 
projpósitos revolucionarios. 

Marchóse al teatro de sus antiguos conocimientos, disfrazando su per- 
sona; más fueron conocidos sus pasos, y pagó con la vida sus propósitos. 




THOMAS JORDÁN. 



Publicamos el retrato del ilustre norte-americano que vino á Cuba a 
servir la causa de la Revolución. Jordán fué alumno de la célebre escuela de 
West-Point. Sirvió en las filas confederadas cuando la guerra de sucesión, 
llegando á Jefe de Estado Mayor del famoso Beauregard. 

Condujo a Cuba la expedición del vapor «Perit», cuvo cargamento de- 
fendió heroicamente al desembarcar. 

Después de las Cuavas y otras acciones de guerra, pasó al Camagüey 
como Jefe del Estado Mayor General ^lel Ejército, reemplazando en el man- 
do al General Quesada. 

En 1° de enero de 1870 defendió las trincheras de las Minas ó Palo Que- 
mado, acción de guerra que tuvo inmensa resonancia, como que dio al traste» 
con el prestigio y esperanzas fundadas en el General Pueyo. 

Jordán se embarcó después para su país, en el que continuó defendiendo 
la causa insurrecta en meetings, clubs, etc., etc.. Tilomas Jordán es un li- 
terato distinguido. 

Ha colaborado en la «gran enciclopedia americíina», en la que llamó la 
atención al definir la palabra «guerra>>, formando un capitulo muy notable 
al ocuparse de la de Cuba, consignando teorías y deduciones que constituyen 
una novedad. 

En la terrible acción de'las Minas ó Palo Quemado, en la cual se encon- 
traba Jordán, fué herido el actual (xobernador General de esta isla, Excmo. 
Sr. D. Sabas Marín. 




NARCISO LÓPEZ. 



NARCISO LÓPEZ. 



Nació en Costa 'Firme (Venezuela) el año rio 17í)8, habiendo quedado 
luérfano á los catoi'ce años. Su padiv murió á consecuencia de la f^ueira que 
asolaba aquel pueblo. Amparado por Morales Jii/o á favor d(» la Metrópoli 
ioda la guerra en aquel pais, alcanzando un puesto ílistinguido i)or su teme- 
río valor. Pasó después á la Pími nsula, donde sirvió en Cjiballeria, merecien- 
<do en la guerra carlista el calificativo ác' j/rhuo'a lanza. Por sus repetidisi- 
inos hechos de armas fué ascendido á Brigaílier en ISIiíi, y Ires años después 
á Mariscal de Campo, y obtuvo el pu(i>to ríe (robernaílor de Valencia donde 
prestó importantes servicios, líl año 40 fue d(i los principales factores en el 
pronunciamiento y triunfo del j)ai*t¡ílo progresista; vino á Cuba el año 
1841 á las órdenes del írenei'al 1). Gerónimo Valdés, que utilizó sus s rvi- 
cios en diferentes manilos. Kn abril de 1S43 el Cxenei^al O-Donell, que susti- 
tuyó á Valdés, lo anuló completamente, provocando quizás, con semejante 
conducta, lafutui*a actituíl de Narciso López. Nuestro biografiado se dedicó 
por entonces á varias empresas en las que no le sonrió la fortuna, y en 1840, 
casado ya con la que d('spuó> fué (esposa de Saco, se puso de acuerdo con al- 
gunos descontentos. 

Descubiertos sus planeas, tuvo que marchar á Nueva York, siendo C')n- 
denado en abril á la pérdida de sus honores y empleos. De-^pués de varias in- 
tentonas, zarpó de New Orleans el W) de Mayo de isr)(), al frentcí de 010 
hom res condireción á (hiba, en el vapor «Creóle», llegando á (Cárdenas el 
19, cuya ciudad tomó, no sin que la defendiese bizai'ramí»nte <í1 Coronel 
Ceruti. 

En vista de que (d pueblo no s(» lo unia, se reembarcai'onlos expedicio- 
narios, llegando á Cayo Hueso poco dcíspués. 

La segunda expedición tuvoefecto al siguitínte año, mandando esta Isla 
el Goneral Concha, saliendo lo mismo que la jirimí^ra. d(í New ürleans, el 
1** íle agosto, en (d vapor «Pompero». constando de (JOO hombrcís, siendo de 
ellos 4Ü cubanos, y formando parte d(í la misma el (Jerjeral Pragay y el c<'»- 



lí)8 NARCISO l/»I'E/.. 

lebrc (^riltí.Muloin (pu* i'\w fusiladn df^purs con sus ('¡iicuenta <:( 
las faldas del Cnslillo d<» AImvs. 

I)ir(»s» ([iií» iiidiu'ido jMir un liaidor. «losembapcó en l^as I 
a¿{()sto. — I)(»spu<'*s <!«' pclpar, damlo nuiorli» al í»(Mieral Eiimn, i 
do .Tosó (laslañíMla (que uiuiió d('siMH'*s <!»• un tiro en el cafó de 
lona), y se le dio {^mi'I'oIc (piii'- s- lo n.-ir/) la nnH*i-U; d(d soldadí 
na del i" di^spliciniu-c. subirinlo al |i:ilílr.ilo con jj^ran serenidad 
úllinia»^ palal)ra<, dicen ípif t'ü'Mon: '<.\di(>^ (Huha quernla.» 



.v.f 



ANTONIO LUAOBS. 



Ninguna Revolución ha presentado nunca un tipo moral superior al del 
ilustre hijo del Camagüey, cuyo retrato precede. 

Antonio Luaces, Doctor en Medicina de las Escuelas de los Estados 
Unidos y de París; fué a la guerra de Cuba, en 1809, en la expedición del 
«Peritt», é inmediatamente le nombraron Coronel, Jel'e de Sanidad de aquel 
departamento. Poco después pasó al del Centro y alli fué compañero inse- 
parable de Ignacio Agramonte, primero; luego de Máximo (xómez, y cuando 
este General invadió el territorio de Cinco Villas, quedó Luaces al lado de 
su otro amigo querido, entonces jefe del Departamento Central, el insigne 
guerrero Enrique Roeve, en cuyo puesto, sorprendido por las tropas españo- 
las, que dieron brusco ó insospechable asalto, cuando los cubanos eran ape- 
nas un grupo de ocho ó diez, casi todos sin armas de combate, cayó Luaces 
prisionero, sin poder siquiera intentar la defensa, por encontrarse absoluta- 
mente desarmado. El hecho se efectuó en «La Crimea», el 19 de abril de 
1875. Dos dias después, el 21, era Luaces pasado por las armas, en Puerto 
Pr ncipe, junto con el soldado insurrecto Carmenati, de orden del feroz Bri- 
gadier Ampudia. Asegúrase que, marchando hacia la muerte, decía tranqui- 
lo y sonriente estas palabras aíhnirables: «Nada os mejor, ni más digno que 
morir por la patria» — que parecen sonar como el eco vibrante de otras se- 
mejantes proferidas por el austero patriotismo de los antiguos. 

Todas las clases sociales de la ciudad camagüeyana suplicaron á Ampu- 
«lia por la vida del glorioso cubano; mas el déspota permaneció inexorable. 
Luaces había despertado en cuantos pudieron tratarle, respeto y amor. Fué 
^«iempre un caballero, un fjentlcman. Era también un médico superior y un 
liombre muy culto. Reunía la afabilidad cívica del francés, con la severidad 
aristocrática del inglés y el estoicismo de un (espartano. . . Era, sin embargo, 
algo más que todo eso, el bravo soldado: ei*a bueno, nobhs generoso, huma- 
no. ¡Ah! la tarde de Palo Seco, estaban en condición de prisioneros de gue- 
í*ra, entre triunfantes rifles cubanos, el Teniente Coronel 1). A'icente Martité- 
pú y cincuenta y dos españoles más. Constituyóse el Consejo de jefes para 



172 ANTONIO IXACES. 



juzgar sobre su vida y su nni(írt<'. La palal)ra brove, sonlida, en 
lisima ílc Luaces los salvó á lodos, cu aquid lranc<»; al otro di 
libi'es y salvos para (ruáimaro. Ksc, empero, no fué su único ei 
vory para honra de la Inunanidaíl. Todo «dio fué, al calm, iniili 
so — si los hubo en la Revolución — so lo fn«<iló. como st* fusilí 
que, ¡X la postre, todos leuian (d mismo «leüto: sor cubanos y coi 
ílerecho y por su honra. 

Luaces fué un héroo en el combalo: — un iiombrc» noble co 
— un caballero más culto y más bumano que los caballeros d 
llamaron en oíros liompos ^.sin miedo ni lacha. »> 

Fué también un márlir. Su nombre iluslre eslará siempn^ 
la siniestra galeria i\o nueslr'a momoi-ia Cubana, (jueesunPant 



I 



k- ^^- 5 



MANUEL LOÑO. 



Una victima más; un héroe más; un nuevo patriota muerto en aras de 
sus ideales. 

Manuel Lofío se incorporó á la Revolución, llegando á los comienzos de 
la guerra, en la expedición del «Perit», organizada por el ingenioso Don 
Francisco Javier Cisneros, que condujo a Cuba al General Tilomas Jordán, á 
José Maria Aurrecocliea, á Cristóbal Acosta, a Enrique Reeve, á Sebastián 
Amábile, á Alonso Cisneros y otros. 

Loño quedó agregado á las fuerzas de Oriente que mandaba Donato 
Mármol, y después do demostrar su valor y pericia en distintos encuentros 
y ataques á las fincas fortificadas en aquel departamento, se embarcó con di- 
rección al extranjero en comisión dada por el referido Mármol teniendo la 
desgracia de que al regresar á la Isla cayese en poder de las tropas del Go- 
bierno español, siendo fusilado en «Los Pedernales», de la jurisdicción de 
Holgu n, junto con el maquinista Nicolás Sánchez. 



FRANCISCO LA' RÚA. 



Este joven liabajiero tué uno de los que en los priniei'os ilias de la Re- 
volución 'le Yara se embair-ó para Nassau, ponién<lose á las órdenes del (ie- 
neral Manuel Quesada. Tomó pai'te en la expedición del «Salvador», que 
desembarcó en Guanaja. Asistió á las escaramuzas y acciones ile los prinn*- 
meros tiempos, pasando luef^oá servir en las fuerzas de Maraguan, (¡ue man- 
daba Cornelio Porro. * 

Poco tiempo después fué destinado á Caonao, y cuando sobrevino lo que 
ítUise llamó, y aún se recuerda, como la época mala, por([ue la persecución 
era tenaz, á la par de la falta casi absoluta de municiones y de ropa. La Ilua 
<?nipezó á distinguirse por su abn(»gación incomparable, prestando servicios 
y haciendo marchas superiores á sus fuerzas físicas, punto menos que ani- 
?uiladas por las fiebres del paludismo, que no entibiaron su patriótico espí- 
ritu ni fueron parte á hacerle abandonar el campo. 

Desempeñando la ingrata tarea de ayudante, trabajó sin descanso to- 
peando parte en los combates que se libraron por entóncc^s, hasta que en 187.*^ 
"egresó en el Estado Mayor del General Máximo (íómez, en donde le estaba 
^^ervado el distinguirse, sin haberse nunca ensayado, ni haberse alimenta- 
dlo con la lectura, buena ó mala, porque allí no lu\bia libros, como hombre 
^6 fácil y segura palabra ó como escritor sencillo y elegante. 

Publicó varios articules intencionados en La República y La Estrella 
^olitaria^ que merecieron la aprobación del idóneo Manuel Sanguily, y es- 
cribió una obrita muy útil sobre Iji Constitución y la Ordenanza, que 
con»i6 impresa y sirvió á aquella parte del pueblo cubano que combatía, para 
'3 mejor inteligencia de sus propias leyes civiles y militares. 

Su hoja de servicios consigna las num(»rosas acciones de guerra en que 
^ encontró, siendo las principales: Imias, Guano Alto, Sm Severino, I-.a 
^^cordia, Las Sacras, Palo Seco, Naranjo, Las Guásimas, (de la que salió 
^^iXco, deun balazo), Santa Cruz, Santa Gertrudis, Las Euselnas, Cascoh'o, 

^*^ Higael, Ni^evitasyotras. 



lN,l 



I ilANíllSí.o I.A RI A. 



.-•-;, .¡i. r^jM'i'íiix.' (!«• ([MÍi»n l(Mii:i jun- ii(u*in;i conslanlr r iiivaí 
•Ü:!iH-iito i\r\ íIoImM'. 

iVx-n-í iiH*«'^ niilíís lie la p.iz del Zanjón rayó nniíM-to do m 
.■;sillu «ladí» por las li'opas ilcl (nihiciiio rspafinl al canipaní 
•¡'Mundillo pul- el \ali<Milc Kni-iíiuí» L. do Mola. 

l.'no d«* l<»s !'aN;^o< caracIiTÍ^lico^í di- l/i llua <'i*a la i^cmkm'o 
• •¡••niplo d<* pati'iotNino adivo: m» h' aira^lro la ola de 
miento*»: «'1 <»• lan/ú á «'nfi-diilarlos con áninio ^«'Tímio á inipnl; 
ladi'Z \' '^n cnni'iíMH'ia. 






JOSÉ MORALES LEMUS, 



JOSÉ MORALES LEMÜS. 



Este hombre consecuente de la Revolución Cul)ana nació en la bahía de 
Nuevitas en 2 de mayo de 1808, á bordo del buque en que llegaban sus 
padres de Canarias. 

En 1835 se recibió de Abogado ante la Audiencia de Puerto Príncipe. 
Tomó parte activa en los trabajos revolucionarios que produjeron los suce- 
sos de 1851. Cinco años después salió expatriado para los Estados Unidos. 
Fué redactor talentoso <le FA Siplo, y comisionado por llemedios en hi Junta 
de información. 

Morales Lemus al)razó con sagrada devoción la cíiusa de la llevolucióu 
de Yara. Fué Presidente de la Junta Cubana de New ^'ork y representante 
fiel Gobierno Revolucionario en los Estados Unidos. 

Falleció en aquella ciudad (m junio do 1S70, Su vida entera la í-onsagró 
á su adorada Cuba. 




JOSÉ ANTONIO MACEO. 



■- .■■ /<"v: 



JOSÉ ANTONIO MACEO. 



Hijo (le Santiago de Cuba, pasó sus primeros años consagrado a la rea- 
lización soñada de sus ideales más queridos y en el momento decisivo, cuan- 
do la patria (chica sí, pero patria al fin y uiuy adorada) lo llamó al combate, 
veló á su puesto con las dotes excepcionales de valor, periria militar ó inte- 
ligencia de la guerra aprendidas en el combate. La Revolución de Cuba fué 
la ruda escuela en ([uo los bisónos de un día fueron pr>r su energía y patrio- 
lismo los héroes gigantes que esperan otra ¡liada con un poeta tan grande 
como Homero que les cante. 

Cuando estalló la guori*a separalistn. Maceo se incoi'poró á Donato 
Mármol, siendo entonces simples solda<lo. Rápidamente y como premio á sus 
dotes y á sus hechos asoml)rosos, alcanzó el grado de Mayor General, gana- 
uado con í^n sangre, derramada en cien comI)ates. El cuerpo de Maceo es la 
historia, escrita con cicatrices, de la Revolución cul)ana. En este siglo de 
prosa, su nom])i*e ha pasado á la leyenda y apare(r(í á nuíistros ojos como el 
.Vyax del sublimo ci(»go, más esibi'zado que Aya, pues las hazañas del héroe 
do Homero IhMian una página y las de Maceo rebotín las de la Historia 
cubana. 

El Convenio del Zanjón halló, en el Mayor (reneral, quebiograliamos, un 

opositor rudo é implacable. Pero la guerra no {)odia seguir. Todo perdido, el 

ílesalíento llenando los ánimos, fué preciso el pa(*to. Placeo, al ñrmarse aquel 

tratado,, cuando la Metrópoli y la Colonia se dier<m (A beso de paz — i) de in- 

iliferencia — parti/i á Kingston, resignado á la nueva era de horrores que sí» 

abría para Cuba, pero profetizando la desgracia que había de cernirse sobi'e 

la Colonia. Li predicción del titánico (reneral se cumple fatalmente. Maceo. 

on p1 destierro soni-eii'á con la tristeza nostálgica de los héroes, tristeza del 

ñgulh) que. Ii'abadaslas alas, clava los ojos en el sol y azota «d suelo con sus 

/^■lioriosas plumas arrulladoras del éter. El nom])re de Maceo es imperecedcv- 

no. La sangi^o vertida ríe sus venas, sus gloriosos hechos y su laboi' soberbia 

#»n los camposensangrentado> de Cuba, aseguran su inmortalidad en la historia. 



i -■». t 



mámmmam^mtttmmm^mmt 



DONATO DEL MÁRMOL Y TAMAYO. 



Entre las familtas emigradas que vinieron á refugiarse en esta Isla al 
quedar proclamada la Independencia do Costa Firme, figuraba la de los 
.Mármol, que fué diseminándose por (luba, Holguin y Bayanio. 

Algunos de sus miembros contrajeren matrimonio, y del que tuvo lugar 
entre el oficial que luego fué (Gobernador de Jiguani, 1). Raimundo del Már- 
mol con doña Clotilde Tamavo Cisnei'os, natural di» I]avamo, nacieron los 
varones Raimundo, Leonai'do, Donato, Francisco Javier \ Justo, que cuando 
fué tiempo, cooperaron á los ti*abajos preliminares para el movimiento, 
alistánílose los cuatro últimos en las ñlas del Ejército Libertador. 

De estos hermanos, el que verdaderamente resalta como vt^rdadero jelV 
i'evolucionario de acción, es Dónalo, ([ue fué quien dirigió lodo lo que se 
hizo el lo de octubre de 1S()<S, con cuyo atronador acontecimiento pudo ro- 
bustecer el grito de "i'ara y salvar al caudillo Carlos Manuel del gravísimo 
conflicto en ([ue quedara ante el ( lobierno contra el cual se había rebelado. 

Donato casó muy joven con una bayamesa, y se estableció en el campo: 
. yéndose para la finca potrero «Santa IVresa» situada eu uno de los limites 
de la jurisdicci(')n de Jiguaní, que la divide con la de IJayamo en el partido 
líe la (k)ncepción y Gabada por las aguas del rio Cantillo, que es délos 
muchos tributarios del Cauto; y es importante dar á conocer estos detalles, 
poríjiie aquella finca fué la cuna del gran golpe que ya hemos dicho diera 
Mármol el líJ de octubre, ([uo j'obusteció y aseguró el levanlamionlo de 
( 'arlos ^lanuel do Céspedes. 

Donato del Mármol, sin embargo de no contar más de v<?inte y cinco ó 
veinte y seis años, formó parte en los principales sugetos que trabajaban por 
••1 levantamiento, asistiendo siempre con exaclituíl á todas las juntas que 
tenían lugar unas veces en Rayame y otras en alguna de las fincas de Pancho 
Aguilera; y por su cuenta fomentaba otras en las de sus parientes politices 
í[ue las ten'an contiguas al (tintillo, donde creaba prosélitos con el concurso 
líe Calixto García y demás republicano*? que hacían propaganda por los par- 



■ ^ 



1!)-.^ 



iMiNAH» í»i:L M.Ml.MnL Y TA.MAYí». 



\'u\{)<, «Ir l.i ('.(i:i(:(.*|uióii, 'le Santa líila y Me Iímíim», para ir (-ümpi*onu'ti<Mi(Io] 
\ <'»«íti-(rhaii(lu á íiuc 1i*s aNiula'^i'ii (Mi smlía. 

l*ai*a ravonMcr inrjor los ])laM('s «N»! Joní'ií iN'voluriüiiai-iü y «lo la Uevo 
luciñiu coiiKíllo (*l (lobit'nio del ilciuM'al l.orsnndi la Iiiipriulencia ó temeri- 
dad (l(* iiiaiidaí' di' 'rciiioiitr < M)l)(4'iiad()i' d(^ .Ii^a:aiii á su parioute ol Capitáttj 
do liilaiileria 1). l'Vdrrico Mui^ui-uza y Ld-suudi, í[u<» aciilwiba de llejíar dt» la 
Pcniusiila, proccMlciilí' dr I-'ilipinas, Unuh^ alcaii/ú su rarrera de oticial, put 
í|u<» fiu'í de clasi' de ^ai\n«*iil(), y de cuyo Sp. Muiiuruza, se cuenta que obc< 
cado siu duda poi* id pai'<'nU*sco d<' spi* primo d<d Sr. L<»!'suiidi, aiiiena/al 
vn la p(d)lac¡niiy <mi >us vigilas, á los parlidos. rotí rái'celes, con presidios 
hasta con el de fusilar y dar cucnla di' los i^uajiros de Jijjfuani que no le pr 
hason rjue se ocuj)al)an «mi li-abajai- y <!<' lener rn sus pequeñas tíncasil 
cullivo menor loda (da^c »le viandas, y sobi-e lodo, la r/fiía (h.dzal^ que 
era (omo el llaimiba i\ los cañaverales. 

Kra ])oi* consecuencia el i^ülx.'rnantr» más aprop<'>silo pai-a que los caí 
pesinos de aquella juiisdicción se fuesen disj^^uslando y para que se olvida? 
de cüuío fueran i^oherjiado^ ant<M*iormcMile poi* los (ioberna<lores señoi 
.loaqnín Recaño y (lordeio y I). Mnriquí^ Sá del Hoy, que en Jifíuaní dejai 
fama de prol)()s, de ¡usliciero^ y de caballeros l)¡en educados par?) el ti 
lamiliar con los <le aquella socií'dad. 

Mucho fav(U'ec!«') esla conducía del (lobei-nador a b)s planes del j( 
Mármol: y d<' tan súbila manera se leaumenlaroii los adeptos, que á tines» 
s(ítiembi-e d(d (iS, hubo reunión au «Sania T<M-<vsa» á la que ironcurrii 
más d(í cien hombres ya juranuMi lados, siendo lan fu(M-le el valor de aquel 
j;"enle para iiuardar (d ^ecrelo, que apesar dt» ciei'las ptísquisas, no biilio] 
(juien fuese á dídalar al ( lobéi-nador la exj Jeucia de lal(»s reuniones. 

Donato d(d Mái-niol cuando luvo nolicias di» lo quíí hiciera ('.arlos Ma- 
nual el día lo de octubre en ^'ara, llamó á lodos sus amijíos por niecIiod( 
<'xpresos á caballo, y (d día l'J tenia reunidos más d<» cien hombres en lí 
linca «Sania Tei'esa». y con lodos (dios, ^ eslidos y montados á la ^uajiraji 
armados d(^ máchele^: (lollin^ únicamenle. (*xci»plo unos veinte y cinco qu¿] 
portaban e<copelas y alLiuna (|ue oh-a carabina de pistón, sin titubear se¡ 
lanzo al campo ol din lo de ortubi'e, al amanecer: ali'avesando los potrcí^ 
de M(d<Mn:ez hasta enli-ar en (d í-auíino Heal de la Isla, v va en el, marchó 
liasla (d cMsei'ío de Sania Ivila. que asaltó y ocup») enire ocho y nueve de laj 
mañana, colocando autoridades rev(ducionarias en hmar de las existentes: 
luego continuó para la villa de .liiiuani. que también sorprendí» y toma entibe 
once y íloce d(d dia, aprisionando con aliiuna violencia al (ioberna<lor Mn- 
guruza, escondido en \\\\ aposento, dídeniendo, además, á todos sus subal- 
ternos, y terminando ese acto, d(\ja en .lii^mani á Calixto darcia con algunas 
instrucciones, y continúa para e.l poblado de «1 Ja iré», a tres leguas de Ji- 
ííuaní, cuyo |»oblad() sorprende y ocupa entre tres y cuatro de la tarde, 
colocando seguidamente auloi-idades cubanas después de prender á las allí 
existent(v<; y haciiMido conti-amarcdia pai-a Jiguani con más de cuatrocientos 
liinetes de los (|ue s(í le hablan unido, regresó á «Santa Teresa», donde le 
era preciso díderminar de b)s pi-esos, (|ue manda i ntei-nar por aquellos montes. 

En sólo unas doce horas (b^squició todo un sistema de gobierno en una 
Juiisdicción de veinte y dos mil almas, en la que podían conlai*se sobre qui- 
nientos p(Miinsulaí*es, entre emi>leados. salvaguai-dias, comei*cianles y agiñ- 
cultore^. 






tr* • 



DONATO DKL MARMOL Y TAMAYO. ^ 19)^ 

; I 

Estos fueron los primeros acontecimientos en que figura nuestro bio- 
jgrafíado Mármol. Después y antes de la toma de Bayamo, Carlos Manuel 
^Céspedes le nombró General, encargándole de las fuerzas que fuera creando 
en Jiguaní y Cuba. 

Con su Jefe de Estado Mayor el General M. Gómez, sitió y batió en la 
^tirada, al Coronel Quirós, y en cumplimiento de lo que le ordenare el 
lugarteniente General Luis Marcauo, tomó y ocupó á Palma Soriano, en la 
iurisdicción de Cuba. 

Mármol revolvió toda la rurisdicción de (fuantánanio, teniendo parii- 

iular acierto en la elección de Antonio Maceo, de Camilo Sánchez, de Félix 

'rancisco Borrero, de Pacheco, Praílo y otros que más tarde se hicieron los 

lejores jefes de aquellas comarcas, parad sostenimiento déla guerra, como 

l^o acreditará la Historia y lo han consignado ya los Generales del Ejército 

español que durante las operaciones tuvieron mando de fuerzas. 

Ordenó Mármol que Gómez se atrinchérase en la altura del puerto de 

ramo y que el Jefe de la Brigada del Sur se sostuviese en el Cobre para 

irse él en el ingenio «Sabanilla», cortando todo tráfico por el ferroca- 

del Cristo y dejar en jaque á la ciudad de Cuba, que si bien quedó libre 

mar, quedó sitiada por tierra. Y en esa épeca hizo que su Ayudante Pió 

ido entrase en Cuba como parlamentario, que fué recibido y despedido 

spués por la primera Autoridad, sin menoscabo ni atropellos de ninguna 

íe, lo cual es honra perpetua para el General Latorre, que gobernaba la 

dudad. 

En cumplimiento de la orden que le diera verbalmente Carlos Manuel 

[Céspedes, en el Cobre, abandonó á Sabanilla, marchando con una columna 

[fderte en hombres de todas razas, pero que carecía de armamentos de fuego 

[para detener la marcha del General Conde de Valmaseda, antes de que se 

[apoderase de Bayamo; y al esperarlo en el Saladillo y empeñar acción formal 

siguiendo los planes de su primo E]íluardo Mármol, quedó derrotado, por 

pretender que su gente, armada de horquetillas y de malos machetes, pudie- 

[sen anular los efeetos de la Artillería de Montaña lo mismo que el empuje 

de tropas disciplinadas. 

De sus resultas, regresó para la jurisdicción de Cuba, pasando primero 
por las cenizas de la ciudad de Bayamo. 

Más tardQ, después de una larga excursión por Guáimaro, al regresai* 
por Holguin, se reunió con el General americano Jordán llegado en la expe- 
dición, del «Perit», quedándos Mármol con municiones y armamentos y con 
los Jefes José María Aurrecochea y Loño, á quienes entregó fuerzas para 
que operaran. 

Atacado por una fiebre cerebral y maligna, á fines de 1870, y sin nin- 
^n recurso científico, no pudo ni su juventud, ni su naturaleza salvarlo de 
la enfermedad, y sucumbió, al fin, en las cercanías del Barigua, junto al 
Cauto, para ser sepultado por su familia, amigos y subalternos en el área de 
la hacienda «San Felipe». 

Por alli descansan sus restos y por alli en el decurso de la guerra, han 
retemblado aquellos montes durante los combates sostenidos por Antonio 
Maceo. 



13 




IGNACIO MORA. 



IGNACIO MORA. 



Mieml)ro do una (listinguida familia del Cama^üov, Mora rocihió una 

lucación brillante en la ciudad de Barcelona, A'iajando después por Francia, 

tnglateri'a y los Estados Unidos. Fué encanto de los salones por su conver- 

[■«ación rebosante de gracia y aticismo. Escritor fácil y cori*ecto, escribió 

^artículos notables soBre diversas materias. Apenas iniciada la guerra en el 

[histórico Yara, se lanzó al campo de la insurrección en la que desempeñó 

cargos elevados, entro ellos el de Secretario de Relaciones Exteriores. 

Ignacio Mora, á pesar del temple heroico de su alma, debió sentir hon- 
íías amarguras al contemplar la trágica suert.e de casi (oda su desgracia<la 
familia. 

Vn hermano en el deslierro; oíros dos, muiM'los á consecucMicia de los 
miasmas moj*tiíeros de la guerra, un cuñado matado en lei*riblo encuentro; 
dos liermanas y varios sobrinos asi^sinados, ci'imen li'omtMido que aterró la 

opinión publica (^,xlranjei*a, y que casligó el mismo gobiei*no español 

Ti'as <lc tales (h^sdichas sólo h* rt^sjaha ya al gallai'do caballei*o morir por la 
causa que fervorosauKMile ahra/ai'a. 

Hecho prisionero cu IST^ por 1«»^^ -iibar(v>; > agregados^-á La columna co- 
mandada por el (A)ronel Rodrígu»\: lihuuo. Mora m>1¡cíIó conallivezquo siMe 
fusilara en el campo, á cuva smie^lia Milicilu.l n»^ act-ediópor.el jefe español. 
Con bastante grand(^za de espíritu, miiMUra-i que sus ojos mii'aban por 
la vez postrera (d cielo purísiíuo de esla Cuba qur lauto amó, caia el cuerpo 

ilcl noble patriota destrozado por las balas uialadoras ¿llecMbieron 

sus restos piadosa sepultura? ^Fueivn, acaso, tlislacerados por aves carní- 
voras? jSe les quemó y se aventaivu las cenizas? Lo ignoramos. 

Pero el nombre del enci'gico \ constvuente ivvolucionario, halo r 
4lo la Historia para inscribirlo nobleuuMUe en el sagrado martirolojio de lo.^ 
que mueren por sus siucorí^s y honradas cf^nvicciones políticas. 



ecogí- 




GUILLERMO M0NCAD4. 



aUILLBRMO MONOADA. 



Nació y so oducó en Santiago do Ciil)a, dojidc desdo muv pequeño lo. 
apoderan con el sobi*onoinl)n* do (jillcrmón. á causa de su elevada estatura. 
Asi fué creciendo hasta la (vlad en que tenía que aprender un oficio es- 
cogiendo el de carpintero aserrador, con cuyo oHcio, atendió á las necesida- 
des de su familia, siendo constante en el trabajo y honrado en sus contratos 
como el m(\jor artesano. 

Después de estallar la revolución en que las fuerzas del interior avan- 
zaron hacia el Ksf(^, díMM'amándose poi* las jui-isdicciones de (Uiba, del í'obre 
y <](» (Juantánanio, |l)ajo la dirección de ^lárniol, (rómezy 1^'igueredo; Ctuí- 
llei*nia .Moneada fué uno d(* los primeros que quiso salii* do la ciudad para 
alisl^ii'se como soldado de la fuerza d(d CiOmandante Antonio A^elazquez, en 
hi í{U(í hizo su eslreno dando pruebas d(» sobrí^salienle y llegando á merecer 
v;ii*ios ascensos hasta alcanzai- (d ijrado de Capitán de una comi>añia;y desde 
(»sta época fuá cuando omj)ezó á lomar nombrí» por su valor d(»smedido y por 
los conocimientos prácticos íjuo en Inn corlo tiempo demolsró haber adquiri- 
do para hacer la f^uorra á lo buen cubano. 

Muerlo Donato Mármol, .lolcMbd Departamento dií ()i*i(»nte, á mediados 
do ISTO, fué nombrado ])aia su si i luirle su secundo Máximo (fómez, que 
tomó posesión d(í su nuevo car'^^o.presíMitándose en el cuarlcd de la fuerza de 
Piíqnilo Dorrero, (Kélix Francisco) situado en (d asicMilo d(» la hacienda 
Mofan, y como seguidamente, í|uisi(M*a conocer en persona á los otros jefes 
«le fuerzas, dis])uso la primera concentración que tuvo (ifecto allá por las 
r.uüvas, donde tenia su campamento el Coronel Dolicarpo IMneda, el de mas 
nombre entre los de Cuba; y al tener lugar el acto de la revista, este íje ade- 
lantó para presentar á (ruillermo Moneada con las siguientes palabi*as: 

— General (rómez, le presento á mi primer Capitán, porque es bueno 
y so puede tener confianza en el. 

Pasados dos dias, determinó salir el (foneral Gómez con el grueso de 
"Wti columna para caer sobro el poblado de Ti-Arriba; confiándole la A-an- 
^nardia al Capitán Moneada y con la orden do que diese parte en el momento 
''^' eacontrai* cualquiera novedad por eUVente: y como en la marclia, al* 



202 GUILLERMO MOXCAÜA. 



llegar á los claros de la hacieiidalJruñi, diese la descubierta con 
así lo puso en conocimionto del (leneral íiomez, que mandó aví 
per. el fuego. El Capitán Moneada lo hizo con tanto empuje que 
po lo tenia desmoi'ali/ado, obligándole á i)ronunciarse en retii 
valor le llevó tan adelante» qu(» resnlló herido (\o gmvedad con 
el pecho, por lo que fué mandado dar de bítja para que atendie 
ción. 

Dado de alia, aoIvíó á rcunií-se al (ieneral (lómez que si 
sazón en operaciones porla zonadi^.Mayari Arriba. En el acto de 
ción se le ascendió a Comandante para (jue tomara el mando de 
Coronel Pineda, que también habia sido baja por una grave he 
en una de las ingles. 

En ese estíido resolvió el General (fómez llevar á cabo si 
penetrar enti'o los cafetales de Guantanamo, ([ue estaban fue 
tendidos por el enemigo auxiliados de las escuadras de I). Migu 
las dotaciones, y para efectuarlo confió al Comandante Monca( 
oi)eración a fin de que fuese con s^i fuerza á llamar la atención 
Ojo de Agua, en la pai'te de los Tiguabos, para después de ver 
electos entrar Gómez por los d(» la zona de la Indiana. 

Los resultados no pudieron sea más satisfactorios pan 
Gómez, pues principiada la operación que se le habia confiado í 
(encontrarse éste en el centro de la demarcación de los cafetalcí 
signaron, fuéatacadorudameete porelComnndante don Miguel ' 
las escuadras de Guantanamo, el más fuerte apoyo del Ejército 
como Moncaíla con su pericia conocía toda la importancia de 
en que lo había colocado 1). Miguel Pérez, empleó toda su int( 
vencer á su enemigo y haciendo un supremo esfuerzo fué t 
ventajosas posc^siones hasta lograr dejarle circunvalado desj 
horas consecutivas de un vivo fuego; y en aquél estado, al 
noche, tratando don Miguel Pei*ez (le salvar los restos de su ce 
maestro práctico y conocedor del terreno, iba á verificar si 
entre lo más esposo del monte, haciéndose se^guir á una de fondc 
silencio; pero como Moneada antes habia tenido la pi*ecaución 
Capitán Mengana con algunos escuchas por aquél lado, éste 
movimiento do las ramas pusieron euidndo y á poco empezare] 
«¡que se va Miguel Pérez, que se (vscapa!>> siguiéndose algunos 
fueron causa de que Moneada volase al encuentro de los fugil 
gritase á todo puhnón: — «¡Al machete'» Esto y lo del ejemplo 1 
te para que los demás acudieran, estableciemclose la pelea á bal 
tazos y á puñaladas, dando por resultado final que la fuerzí 
coronase la victoria con la muerte del (^.omandante 1). Miguel ] 
lado quedaron muertos su asistente y su perro, el cual era s 
compañero, su mulo herido, y muertos y dispersos los del r^ 
lumna. 

Obtenida tan señalada victoria, el Comandante ^Monead 
correo expreso con el parte, acompañándole las insignias quitai 
del Comandante D. Miguel Pérez y su espada, lo que le valió 
empleo de Teniente Coronel y á los que le secundaron, el inme 

El General Gómez, al ver la importancia de aquel hecho d 
/le luego verificó la invasión, toniando á viva fuerza «La lu( 



_ -u-jíi*.^ 



GUILLERMO MONCADA. 203 






fueron tan héroes los que atacaron como los vencidos, pues que de los cua- 
renta y tres defensores quedaron muertos cuarenta y uno, y dos que se 
salvaron por entre las llamas del incendio de la casa aspillerada y sin que 
ninguno hubiese querido rendirse después de perdida la trinchera. 

Invadido lo mejor de los cafetales de Guantánamo por la gente a las 
órdenes de Gómez y de su segundo Antonio Macoo, se hallaban junto al 
cafetal «Oasis» cuando fueron atacados por cuatro mil hombres al mando del 
General Palanca. El Teniente Coronel Moneada tenia á su cargo el resistir 
á los del flanco izquierdo, á quienes rechazaba con pérdidas de monta cada 
vez que avanzaban por aquel lado. El grueso de la columna española hace un 
esfuerzo de avance por el centro de la de Gómez y llega a internarse hasta 
dontro del monte y entonces ye traba la pelea al machete, que dá por resul- 
tado que los que atacaban empezasen á retroceder hasta que se pronunciaron 
en formal y desastrosa retirada, pues abandonan heridos y muertos, en hora 
en que también sacan sus compañeros cargado entre sus brazos al Teniente 
Coronel Moneada, por haber recibido un balazo en un muslo, que le fractu- 
fró el fémur. Continuó Gómez en sus operaciones, que hubo de suspender 
|or la tenaz persecución entablada por el entonces Brigadier D. Arsenio 
lartínez Campos que duró treinta y dos días consecutivos, sin dar. ninguna 
tregua y sin que fuera posible á los de Gómez mantener enfermerías milita- 
[res en el centro de los bosques, que eran asaltadas; por cuya razón hubo de 
seguir Moneada curándose de su herida con fractura, en medio de los cotra- 
tiempos de la persecución; pero aún así estaba al frente de su fuerza pasados 
los cuarenta dias, época en que paraix)n las operaciones del referido señor 
Martínez Campos, habiendo entregado el mando de las fuerzas de aquella 
jurisdicción por motivos que no favorecen á los que le mandaban. 

Terminadas las operaciones sobre Guantánamo, de una parte por la 
cesación del Brigadier Martínez Campos y de la otra, por causa del Gobierno 
íle Céspedes, sucedió interinamente al General Gómez el Coronel Antonio 
Maceo, y á los pocos dias el General Calixto García Iñiguez, que supo de- 
mostrar poseía buena inteligencia para sacar el mejor partido con el concur- 
so de las fuerzas del extremo Oriental, adiestradas por el General Máximo 
Gómez, su maestro; y por esto fué que nuestro Teniente Coronel Moneada, 
pudo alcanzar muy buena participación en los triunfos conseguidos en la 
acción del Caiyiino de BágncmOy en que dejó el enemigo más de noventa 
niuertos; en el ataque al poblado de Sama, que dio lugar á la acción doble 
^le los Pasos y del Cupcyal, en que resultó muerto el Jefe de la columna, 
^uelo era el valiente Coronel don Santiago Huerta; en el ataque de la ciudad 
íe Holguin; en la acción de las Cabezadas de Báf/Hano, que tuvo lugar al 
siguiente día', en la memorable del Zarzal, de la jurisdicción de Manzanillo, 
rtonde llegaron á penetrar en la tienda de campaña del bravo Teniente Co- 
í'onel Sostrada para arrancarle la vida con arma blanca en medio del centro 
^e sus defensores y cuyo histórico hecho de armas le valió á Moneada el em- 
pleo de Coronel; Santa Marta de HoUjiiúi, donde quedó copada la columjia 
española al mando del activo y temerario Teniente Coronel Sr. Gómez Die- 
guez, que murió después de hecho prisionero, de la grave y mortal herida 
con fractura de huesos que recibiera en la acción; también concurrió á la 
^^1 ataque á la plaza fuerte de Manzanillo, que fué posterior a la caida del 
Presidente Céspedes, y á otras no menores hasta llegar á la renombrada de 
^^aranjo del Camagiie;/, donde volvió á ser herido, lo que fué obstáculo 



204 GUILLERMO MONTADA. 



pai-a que no pudiera tomar parle en la «le laí^ Guá<¡mas: rog 
consecuencia pai*a la jurisílicción de Cuba. 

Vuelto á reunir con <.*1 Gí»noral Antonio Mareo, que yi 
Jefe de División, tomó parte en loda-^ las acciones qu«» iliei-a sir 
te por Cuba, Guantanamo, Ilolguin y Jiguaní, este distinguido 
que seria prolijo enumerar porqu»» pa<an de cincuenta, pero qi 
ble dejar de citar las de I3ara<'oa, lo mi<mi> que lo< ataques á lo 
los de ./e.s>« Movía, (M (íifcojahaL tío lo-* I'cfh^rftales, el < 
convoy de la Floridn, doude después de muerto el .lele y i 
fuerza se le ocuparon las armas junto con 2S.0í)í) tiros, y tras 
armas otros muchos hasta llegar á lo ocurrido en el Zanjón <.»n 
que para las fuerzas de Cuba todas eran victorias. 

Después de la protesta de Bararf^'n contra lo convenido en 
el Gobierno Provisional como el mejor acto <le política distingí 
con el empleo de Brigadier; y con este cai'ácler continuó hacic 
en concierto con sus compañeros de la protesta, por espacio de 
completos, hasta que d(í acuei-do con el Gobierno consintió ei 
del General Antonio Maceo para el extranjero; y fué entói 
personalmente conferenciar con el (renei*al <?n .lele Sr. Martín 
que le invitó para que fuese a verle en el campamento de Ca\ 
risdicción de Cuba) donde se verificó la cordial entrevista. L' 
d(d almuerzo, el invicto Gení^ral, el héroe de Sagunto, elPaciíi 
tuvo el orgullo de distinguir a Moneada haciéndole sentar á su 
tras se almorzaba mív^^Í) la conversación sobre los i*eílidos em 
acciones en que los dos habian tomado parte» durante las o 
fruantánamo; deleitándose el (renoral Mai'linez Campos cuando 
natural frrnqueza le decia: 

«En tal acción les dimos duro, mi (renoral. En tal otra i 
lo sentí por que pensaba encerrarlo. En las de J>c/va^v> y la 
jlas i'ecuerda mi General? lUen trabajó mi GencM-al, poro nosol 
vimos; y después ([ne (mtrc^gó el mando, quí^damos á nuesli 
usted se hubiera aguantado, mi (dineral, enlrc^ ustedes y nosc 
mos secado los árboles d<; aquellos mont(»s á bala/os.» 

Disuelto el Gobierno Provisional, el I>rigadior Moneada di 
para (jue las fuerzas lucieran (^iilrega do las armas d(í fuego c 
ciónos (MI los poblados de San Luis y oíros, \)ov hab.M* firmaílo s 
convenio. 

Ilasla aquí lo qu(^, podemos decir de INIoncada y sin ([ue nn 
sucedido en el 70; ni de lo que pasó diíspiiés de su deporlació 
las p]»isiones do África, hasla que le pusieron en libertad para ; 
regresase á Santiago de Cuba, donde actualmenti», reside. 

Guillermo Moneada, contrajo méritos y prestó servicios q 
acreedor á que llegase á Brigadier. Ningún cubano do los de 1 
do distinguir á Moneada con su amistad, aprecio y respeto, c 
como un buen compañero, un hermano y un patriota resuelto i 
los sacrificios para alcanzar el ideal. 

Con todo lo dicho queda probado, que á los hombres de i 
temprano se les alimenta con el pande la instrucción y despué 
á que sólo tengan virtudes y á que conozcan sus derechos y de 
ser oí más fuerte aliado para las? grai>des obras. 



t: 



TOMÁS MENDOZA. 



La Naturaleza se complació ou acumular cualidades dignas eu osle jo- 
[Ven. Dotólo de belleza varonil y de inteligencia extraordinaria. 

A los nueve años llamaba la atención por la precocidad de su talento. 
[Tomás Mendoza siempre consagró ¿Cuba un amor vehemente, como más tar- 
de lo demostró combatiendo y muriendo por su cauaa. No sólo fue un cum- 
plido caballero, sino un hombre de gran ilustración. Poeta inspirado, escritor 
¡elegante, pulcro literato, poligota distinguido, clásico notable, Tomás MeJi- 
íloza, por todas estas circunstancias, era uno de los represeiilanles más os- 
.darecidos de la cultura cubana. Todavía deben i'ecordarlo en Santiago de 
Cuba, de cuyo Instituto fue profesor sapiente. 

Estalla la guerra de 1<SÓ(S, y uno de los primeros en lanzarse al campo 
délos combates fué Mendoza. Todos recuerdan el sangriento ataque de las 
¡Tunas llevado á cabo por las tropas insurgentes. Las tropas del gobierno se 

guarecen y se parapetan en la Iglesia y edificios inmediatos, desdólos cuales 
¡kacen nutrido fuego sobre los cubiertos pechos de los revolucionarios. Un 

telazo mortal derriba al esforzado luchador. . . .(irabe Cuba sobre la tumba 

de Tomás Mendoza, la misma inscripción que l>yron esculpió sobre la de 

Shellev: Cor Cordiüm. 



i^^^»» 




CRISTÓBAL MENDOZA. 



CRISTÓBAL MENDOZA. 



Nuestros lectores recordarán, sin duda/ á Enjolras, el admirable joven 
que habla Víctor Hugo en «Los Miserables». 

Pues bien, Cristóbal Mendoza era la realidad soñada por el gran poeta, 
ntimientos nobles y elevado s^ costumbres austeras, amor profundo á todos 
5 grandes ideales, capaz de todos los sacrificios, carácter animoso, mo- 
les exquisitos, organización delicada; he aquí á Cristóbal Mendoza. 

En el antiguo Instituto de Puerto Pr ncipe desempeñaba la cátedra de 
mees, que hablaba y escríb a como el español, y la cátedra de química, 
iiicia que le ei*a familiar. También fungía de Secretario de dicho cuerpo 
líente. 

La muerte ti'ágica de queridos amigos, y el fin prematuro de su herma- 
Tomas, templaron para el martirio á Cristóbal Mendoza. 

Un consejo de guerra lo condenó á ser pasado por las armas. 

Su ejecución, llevada á cabo en Puerto Príncipe, consternó profunda- 
^nte á aquel valiente pueblo. 



. > • ■ 



>i 



9 



, 1" 

j 



mimr^m 



m i mMi \ ijVJ^j 



■l'-Ji ■•■ 



riMMMMkMkikMrifei 



FRANCISCO MACEO Y OSORIO. 



Francisco Maceo nació en la histórica ciudad de Bayamo, en 1828. Su 
padre, farmacéutico de dicha ciudad, puso gran esmero en el adelanto de su 
iijo que ofrecía las mejores disposiciones, por la claridad de su entendimien- 
to y despejadas maneras. Asi es, que después que hubo aprendido las prime- 
as letras, lo envió á esta capital de cuyo puntó pasó á Barcelona, para 
^^ontinuar sus estudios, obteniendo alli el grado de Bachiller. Siguió estu- 
J^^ando en Madrid, y de allí fué á Valencia, donde conquistó en empeñada 
'^d el t tulo de Licenciado en Jurisprudencia. 

En 1859 volvió á Bayamo. Abrió su bufete y llegó á desempeñar en 
^^63 el Juzgado de primera instancia de su pueblo natal. 

Era hombre de pronta concepción, de exquisito trato, de gran cortesa- 

^Í53i, de excepcional talento y de clásico estilo, un poco dado á la sátira fina, 

^^licada, sutil, que hiere la epidermis sin profundizar la herida, Pocrs veces 

^^^xistico, siempre dispuesto á verlo todo por el lado ridiculo, y á burlaise 

^c>ii amor y carino de todo; siempre llevado del aticismo, tal era su carácter. 

En 1868 con los Figueredo y Aguilera fué de los primeros iniciadores 

^l^ la guerrEf, en cuyas aras lo depuso todo; su vida, su actividad, su genio... 

Maceo, Francisco, atacó á Guisa, y estuvo después en el sitio de Holguin, 

E^oblación que defendió con verdadero ardimiento el hoy Coronel del Ejército 

español D. Francisco Camps y Feliú, que si entonces combatió á nuestros 

amigos, luego ha enaltecido el indisputable mérito de la mujer cubana, en 

T>áginas que hace resaltar en su libro el autor de «Cuba y sus jueces». 

Llamado á la Secretaria de la Guerra, desempeñó ese difícil cargo hasta_ 
1872, en que se retiró á la Sierra Maestra. 

AU', si nó lejos, un tanto apartado del teatro de los sucesos, se ocupaba 

^n escribir sus memorias — perdidas por desgracia — cuando el Gobierno re- 

"volucionarío, presidido por el marqié^ de Santa Lucia, después de la caída 

<le Céspedes, lo llamó al desempeño de la Cartera del Exterior. Poco después, 

sus padecimientos, hijos do constantes privaciones, postraron su energía y 



116 FRANCISCO MACEO Y OSpRIO. 



sucumbió fatalmente ea diciembre del mismo año de 1872, r 
ñosa sepultura de sus compañeros, que, presididos por Cari 
presidente, le tributaron los últimos honores, junto a la 
Guama. 

Francisco Maceo murió; pero su recuerdo será eterno 
cuantos le trataron y vivirá la vida perdural)l(^ en ol regazo 
madre Cuba. 



!..■. ? : 





i 


E 


M 
1^^^ 




; 


P 




: 


1 


' ■ 


m 


W^^f» 




/ 


PEDRO MARTÍNEZ FREIRÉ. 





V 



. k. ^..U>\ . >. ' 



ee^ü^ 






f » 'i^ 



PEDRO MARTÍNEZ FREIRÉ. 



Como buen bayamés y á pesar de ser demasiado joven en 1868, no quiso 
esperar á que la Revolución tomara cuerpo para afiliasse y seguirla, sino 
; qve desde su principio la ayudó. 

Entablada la guerra con todos sus liorrores, se hallaba Pedro, en 1870, 
agregado al Cuartel general de Luis Marcano, cuando se divulgó la noticia 
• deque su padre y un hermano suyo menor de diez años, que se habían refu- 
giado en las fincas inmediatas á la ciudad, habían sido fusilados. 

Este hecho incalificable fué lo bastante para que los dos hermanos Pedro 
(nuestro biografiado), y Ramón, se creyeran más obligados á combatir per- 
sonalmente, y desde que asi lo juraron, fueron tomando vuelo en todas las 
operaciones que se llevaron á cabo en los puntos donde ellos se encentra ban> 
viéndose á Pedro figurar entre los oficiales que empezaban á distinguirse y 
que iban pasando por los cuarteles de los jefes Luis Marcano, Modesto Diaz, 
Luis Figueredo y otros que tuvieron mando en los territorios do Bayamo, 
Manzanillo y las Tunas. 

Después de su paso por Holguín, entró de Ayudante de Máxmo Gómez, 
y más tarde, de Secretariode Antonio Maceo, hasta que ascendido á Teniente 
Coronel, le encomendaron el mando de uno de los batallones de la fuerza de- 
Gnantánamo, donde sedistinguió como hombre de guerra, compartiendo con 
los acreditados coroneles Silverio del Prado, Guillermo Moneada, Joí^ó Maceo, 
Lafite, Paquito Borrero, Emilio Noguera y cuantos por sus hábitos y su 
fiáico podian resistir los trabajos que se pasaban en aqxiellas elevadas mon- 
tanas de Guantánamo y Baracoa, donde eran tan comunes los repetidos en- 
cuentros con las fuerzas de las escuadras que mandaba el Brigadier D. Santos 
Pérez, y en donde comunmente se olvidaban do las armas de fuego para quo 
^'^cidiera el machete. 

Asi continuó nuestro biografiado Martínez Freiré, hasta que ascendido 
^ Gorpnel adquirió mayor reputación en las operaciones que llevó á cabo el ' 



220 l»KI)RO MARTINKZ KRKIRE. 



Jefe Antonio Maceo, tomando ol convoy que conducían para 
veinte y ocho mil tiros en cápsulas, después de dejar copada 
que lo custodiaba; lo mismo que al batallón Cazadores de Mad 
del valiente Teniente ('oronel 1). Ramón Cabezas, que perdi( 
combate, batiéndose cuerpo á cuerpo con el Capitán Valent'n 
después de la persecución enlabiada coiilra el renombrados 
mando de su Coronel 1). Pascual Zanz y Pasloi*, cuyos hechos 1 
en los dias primero, cuatro y siete de febrero de 1878. En las 
referidas, Martínez Fi*eiro conlribuyó al buíMi resultado que o" 
Maceo. 

Suspendidas las hostilidades á los diez dias de los heclu 
referir, llegó el catorce de marzo, que fue cuando tuvo lugar 
en los Mangos de Haraguá, jurisdicción de Cuba, d(d Cipitán ( 
nez Campos con Antonio Placeo, y como no hubo arreglo por 
tado la gente insurrecta fie lo hecho en el Zanjón, í[u<hIó resu( 
partes que continuara la guíM'ra al vtMiccr los ocho que sigí 
entrevista. Y al ser tíistrihuidas las fuerzas de Maceo, ordc 
Martínez Freiré que marchase con las suyas para el territorio 
mo, dándole amplias facultados j)ai*a que fungiese como .Tefe de 

Apenas hubo llegado, tomó la ofensiva y en uno de los en^ 
derrotar al enemigo, haciéndole prisionei*o, entre otros un C 
Ejército que fué puesto en libertad sin ninguna condición. 

Por esp.xio de dos meses después tIo la protesta, sostuvo 
bastante buen éxito, hasta que se le mandó comunicar la salí 
de Antonio Maceo con algunos otros jefes, lo mismo que la 
(robierno Provisional, y en su vista, lambién hizo entrega d( 
Guantáuamo para poder embarcarse para Nueva York. 

Vuelto á esta caiútal, después de algunos meses, fué pn 
que iba para Cárdenas por (4 policia Tinijillo IMonagas, y dej)Oi 
ninsula, permaneció en Madrid, haciendo gestiones para al 
dejasen i*egresar á esta Isla. El Gobierno no quiso accedei* á e 
marchó á Filipinas, encontrándose lio}^ de Secretario del iU 
gayan . 



MMMMMM 



EDUARDO MACHADO Y GÓMEZ. 



Era Eduardo Machado, antes de la Revolución, periodista en Villa 
Clara, su pueblo natal, á donde había regresado hacia poco tiempo, de sus 
viajes por Europa, principalmente por Alemania, en cuyo país estudió du- 
rante varios años; por lo que llegó á poseer bastante bien el alemán, así 
como el inglés, el francés y el italiano. 

En febrero de 1869 salió al campo, cuando el levantamiento de las 
Cinco Villas, de uno de cuyos Comités revolucionarios, el de Villa Clara, 
era el Secretario. Concurrió á las primeras operaciones de guerra, hasta 
que, en la columna mandada por Roloff, entró en el Camagüey, para buscar 
elementos militares. En Tínima, conferenciaron los comisionados del go- 
bierno local de Camagüey con Machado y los demás individuos del Comité 
Villaclareño, con el objeto de unirse ambos departamentos en la idea de fun- 
dar un Gobierno común de caWicter democrático. Otra reunión con Céspedes 
hizo triunfar este sentido de la- insurrección, y su gran resultado fué la 
constitución y el establecimiento, en Guáimaro, de la República de Cuba. 

Desde entonces, ya como simple miembro de ella, ya como Secretario, 
ya como Vice Presidente, formó Machado constantemente parte de la Cáma- 
ra de Representantes. 

Un lia, incorporado á una cortísima fuerza mandada por el Coronel 
Enrique Mola, fué Machado alcanzado y muerto en una carga que, en su- 
perior numero, dieron éxito los españoles. 

Sucedió esa desgracia en las postremerias de la guerra, al finalizar el 
año de 1877. 



— • I —I 9 



* ■ 

A ; - 




MANUEL MENDIGÜTIA NAVARRO. 



^ « 



íi. 



MANUEL MBNDIGÜTÍA NAVARRO. 



Manuel Mendicutía Navarro, nació en la ciudad de Sancti-Spírilus el 31 
de octubre de 1841: recibió su primera educación en la misma escuela que 
Honorato del Castillo, en la del Pbro. Ortigueira: á la edad de doce á trece 
años pasó á la Pen nsula á seguir sus estudios, habiendo obtenido siempre 
las notas de sobresaliente. Obtuvo el grado de Ledo, en Derecho en l«S6f), 
regresando á su pueblo natal en 1867. 

A poco de haberse dado el grito en Yai*a pasó á la Habana y de aqui 
partió á Puerto Cabello, de donde vino á Cuba en una expedición, desem- 
barcando en la costa Oriental. Fué primeramente del Estado Mayor de Cés- 
pedes, desempeñando después el cargo de Secretai'io particular del mismo 

Jefe. 

Como valiente, se acreditó en varias acciones, habiejido fallecido, al 
año poco más ó menos, de su desembarque cerca de Bayamo, en un potrero 
nombrado «Milanos.» 

Este joven tenia una regular fortuna y lo despreció todo en obsequio de 
su patria. 



^>*i 



. K » > . 



LUIS DE LA MAZA ARREDONDO. 



Nació en la Habana el 17 de Agosto de 1823; hizo sus estudios de filoso- 
L en la universidad de la Habana, obteniendo siempre en sus exáinenes las 
ks altas notas. 

Desde sus primeros años demostró poseer una clara inteligencia. Su 
rácter modesto y sus rasgos de generosidad unidos á sus condiciones de 
lor y energ a, formaban tal contraste en su trato, que le captaba las sim-^ 
t as de cuantas personas le trataban. Trabajó como oficial de causas en la 
jcribanía del Sr. Entralgo hasta el año de 1857, en que se recibió de Es- 
Ibanc; ejerciendo su profesión en la villa de Gienfuegos has.ta que entalló 
insurrección de Yara, habiendo tjomado parte en esta con el grado de 
eneral. 

Se distinguió en varios comba tesj. En 1870 atravesó la zona al frente de 

)scientos hombres, tratando de dar impulso á la Revolución en Vuelta 

bajo, habiendo fracasado en su propósito, por haber sido hecho prisionero 

fusilado en Pozo Redondo (Batabanó), junto con su joven compaftero el 

?, CuetO; ei> 18 de Marzo do 1870. 



I 



.«I .M ^■ ««.k '. ^ .' 



. \ 



EDUARDO MONTEJO Y VARONA. 



Miembro de una rica y distinguida familia del Camagüey, recibió en 
emania una educación brillante. Hablaba á la perfección varios idiomas, 
enunció los halagos de la juventud y de la riqueza, y á los placeres que le 
indaba la capital de la Francia, en aras de las libertades de su pais. Luchó 
Cerosamente en el campo de la insurrección, habiendo hallado la muerte 
)1 soldado en el ataque de las Tunas. 

Ni Eduardo Montejo, ni Luis Ayesterán se dejaron deslumhrar por la 
da regalada que les ofrecía su magnífica posición social. Prefirieron el 
irtirio por sus ideas. 



"^^ 




FRANCISCO MUÑOZ RÜBALCABA. 



IÉ«* 



FRANCISCO MUÑOZ RüBALCABA. 



Era hijo de Santiago de Cuba, Fué director de periódicos en Cárdenas y. 
en Puerto Prn cipe. Poeta dulce, escribió versos verdaderamente deliciosos. 
Una de sus poesías más sentimentales es aquella que le inspiró la muerte del 
gran patricio camagüeyano «El Lugareño.» 

Al estallar la Revolución, Rubalcaba se lanzó al campo de los combates. 
El Gobierno de Carlos Manuel lo nombró Jefe del Departamento de las Tunas, 
en el que prestó buenos servicios á la causa de la guerra. 

Más adelante tuvo la desgracia de caer prisionero. Ua consejo de mili- 
tares lo condenó á ser pasado por las armas en k ciudad de Puerto Príncipe. 
Aquel pueblo tuvo ocasión de admirar la expléadida serenidad con que afron- 
tó la trágica muerte el inspirado poeta. 



\- 



- r 



iht ^há I - . 



EMILIO NUÑBZ. 



Nació este'bueu guerrillero ea la villa de Sagualla Grande. 

En edad muy temprana abrazó la causa de la Revolución de Yara. Kl 
ri'itorio de las Villas fué testigo de sus e'sfuerzos. 

Alcanzó el empleo de Coronel y el mando de ana i>artida, (|ue resistió 
ista mucho después de firmada la paz del Zanjón. 

Por un honroso aourrdo que celebró con el General Bhinco. Niiñez y 
s partidarios abandonaron la Isla. 

En la actualidad vive en Fhiladelphia, mitigando el dolor de la ausencia 
i la patria, con el amor á su familia, y entregado, en absoluto, al trabajo y 
estudio. 

Pronto terminará la carrera de Medicina. 

Emilio Nuñez honra á la patria, por su talento y virtudes. 




JUAN BAUTISTA'' OSORIO. 



.-JUÜ 



«WP^ 



JUAN BAUTISTA OSORIO. 



La Revolución sorprendió á este joven liabanei*o desempeñando el pues- 
to de sobrecargo del vapor español «El Comanditario.» 

Decidido campeón de la idea separatista, el primer acto con que eviden- 
ció en el período revolucionario la firmeza de sus convicciones, fué el apre- 
samiento del citado buque á su salida de este puerto; cuyo hecho realizó el 
día 23 de marzo de 1869, secundado por algunos valientes partidarios. 

Después de desembarcar el pasaje y tripulación en Cayo Palanqueta, 
coa víveres suficientes para dos dias y de bautizar la embarcación con el 
significativo nombre de «Yara», dirigió la nave liácia Nassau con el fin de 
auxiliar, convoyándola, una expedición que se disponía á salir para las costas 
cubanas. 

Pero circunstancias imprevistas concurrieron á frustar la idealización 
de ese pix)yecto y el arrojado patriota tuvo que abandonai* su presa, ya en 
aguas extranjeras, á la vista del cañonero «Luisa», lan^jado en su persecu- 
ción por el gobierno de esta Isla. 

Desde entonces estuvo á las órdenes de la Junta Cubana de Nueva York 
pai'a conducir expediciones como práctico de nuestras costas hasta setiembre 
ríe 1870, en que fué uno de los jefes do los expedicionarios del «Salvador^^ 
cuando éste, desorientado en su derrotero por los mares del Sur, vino á dar 
á las costas de Trinidad á un sitio próximo al puerto de Casilda el día 17 dp 
setiembre del expresado año. 

Tras las penalidades de un precipitado desembarque y pein^lido todo el 
material de guerra que custodiaban, viéronse él y sus compañeros extravia- 
rlos en los intrincados montes de aquella para ellos desconocida comarca. 

Perseguidos y diseminados por las tropas españolas, fueron auxiliados 
en tan critico trance por el Coronel cubano Spotoruo (Jue operaba por las 
inmediaciones. Unos lograron llegar al Camagüey mientras que otros iner- 
mes y acosados por el enemigo, rindieron lieróicaiiiente «uk vidas nn las 
profundas soledades de los bosques. 



248 



JUAN BAUTISTA OSORIO. 



El infatigable Üsoiio escapó inomeiiláneamente de la persecución; pero 
su destino le liabia adjudicado ya el papel de victima en aquel difama de 
sanj^^re. Encargado por la Cámara de una importante comisión á los Estados 
unidos, un año más tarde, íué sorprendido en Cayo Cruz donde se encontra- 
ba auxiliando al General Cavada, allí «Mifermo de gravedad, y conducido á 
Nuevitas, íué juzgado cünio pirata en Consejo de guerra y ejecutado á bord» 
del barco en qu<; se liallaba juisionero, <d dia O de Julio de 1881. 

Mui'iú ron la Mirn¡d;id drl i\\n* d<'ja cumplido un deber iueludihl» 
Poco antes d(» la ej('cini(")ii «Irpositú \arios recuerdos pai*a su familia * 
manos dt* la ollcialidnd del l)ut|U(^ qu»» admiró el ln»róico valor de que 
pruebas ineíiuivocas Juan r»auli>la í.ísorio «-n los últimos instantes de 
\id^. ¡ Katal coinci'lencia ! en a(|uollus dia> lambión caía exánime en Morj 
Ijaje (d i\ie;io dr| piqíit* Ir designadi) j)ara ejecutarle, ^u hermano Pascir. 
otro de K'S ari-(>ia<loN exímlirionario^ del «Salvadoi*. ►» 




ENRIQUE ORTA. 



, 



ENRIQUE ORTA. 



Nueve años de lucha tenaz y sangrienta y de privaciones indecibles no 
fueron bastantes a entibiar en el alma de éste habanero el generoso entu- 
siasmo que siempre alentó en pro de la causa á que consagrara su existencia. 
Expedicionario de el «Salvador» en el segundo viaje qae este efectuó á 
^3s costas cubanas, sirvió sucesivamente á las órdenes de Quesada, Agramon- 
*^ y Máximo Gómez, en el Ejército lábertadoi*, en cuyas ñlas logró obtener 
^-í grado de Comandante. 

En carta lechada en las sabanas del Centro, en 27 de junio de 1875, 
pai*ticipaba á un hermano suyo, residente en esta capital, su último ascenso, 
^'*^ ^1 siguiente pári*afo cuyo estilo sencillo se halla impregnado de patriótica 
^^tisíacción. 

«Yo estoy en el campo, le decia. sufriendo las consecuencias de una 

í?^^€íi*ra dilatada, sin recursos y lleno de misei'ias, pero cumpliendo con el 

^^^ber de hombre y de patriota: j'a yó soy Comandante y he peleado mucho: 

^^^ sido herido dos veces; la primera en un pié, la segunda herida la recibí 

^''^x la mano derecha, de la cual quedé sano y sin lesión como de la primera.» 

En la misma carta detallaba los muchos combates en que se haba en- 

^oiiti*ado, haciendo especial mención del sangriento de Palo Seco, donde 

evidenció su ñbra peleando como un héroe en las filas de la célebre caballe- 

vía del Camagüey. 

* Ya en los preliminares de la paz, ó sea á principio del año 1878, fué 

herido mortalmente en Monteoscuro, á causa del lamentable error en que 

incurrió una guerrilla contraria, emboscada en el camino. 

Conducido á Guáimaro, donde fué asistido por facultativos del ejército 
español, falleció de sus heridas á los pocos días de su llegada, siendo enhu- 
mado su cadáver en el cementerio de dicho poblado en un nicho que al efec- 
to fué cedido por un generoso catalán. 

A su entierro concurrieron las autoridades y jefes militares que alli se 
encontraban. Varios miembros de la disuelta Cámara con algunos compa- 
ñeros de armas del finado llevaron las cintas de su ataúd, y un piquete 
español, que acompañó el féretro, rindió sobre la fosa del cubano mártir los 
honores correspondientes á su graduación en el ejército revolucionario. 



^•.>. 



r — 

1 

/ 








■ ^ 


1 '• 


^á 


^k/%^^Wj 


^^^ 


i 


^ 


Ni 


i 

i BELISARIO G. DE PERALTA. 



BBLISARIO G. DE PERALTA. 



Nació en la ciudad de Holguín, donde hizo sus primeros estudios, y al 
3gar á la mayor edad se colocó al frente de las fincas rusticas que poseía 
: familia. 

Eñ 1868 se puso de acuerdo con la^unta revolucionaria de Holguin. 

Sobrellevó con entusiasmo y energía todas las penalidades de la guerra, 
stinguiéndose siempre por su valor. Fué herido nueve veces y se halló en 
>scientos tres encuentros. 

En 1876 fué ascendido al grado de Brigadier, confiándole la República 
mando de la brigada de las Tunas. 

En 1878, en el sitio llamado «Rompe,» aceptó, impelido por sus compa- 
íros, el pacto del Zanjón. 

Pocos meses después supo por confidencias que trataban de prenderlo, 
reuniendo las fuerzas que aún vagaban por las inmediaciones, se lanzó 
leiamente al campo de la guerra. Durante nueve meses próximamente 
chó, hasta que las circunstancias le obligaron á pactar con el Gobierno. 

Más adelante fué reducido á prisión y enviado á España á bordo del 
por «Comillas», que lo condujo á Cadiz,donde fué encerrado en la forta- 
za de Santa Catalina. De esta fortaleza lo trasladaron al Castillo de Santa 
abel. La Mela en la isla de Menorca. A los pocos meses le notificaron la 
atencia que lo condenaba al destierro; y después de permanecer seis años 
la expatriación, fué indultado en 1885. 

Actualmente reside en la Isla, dedicado, en absoluto, á sus particulares 
tereses. 



^•1. 



RAMÓN PINTÓ. 



En los países gobernados despóticamente toda es oscuro y tenebroso; la 
justicia, que suele serlo no más que en el nombre, procede en muchos casos, 
como proceden los que atacan el orden social: en la sombra, y manda hom- 
bres al patíbulo sin acordarles eficaz defensa, ni esclarecer su culpabilidad. 
No vamos á defender k Pintó del cargo de querer la independencia de 
Cuba; esto no le deshonra; queremos solamente negar una vez más al lado 
de ilustres cronistas y de todas las personas imparciales, la intención que se 
le atribuyó, de procedtir por medio del asesinato y el pánico para realizar 
sus fines. 

En la causa que se siguió al inteligente é ilustrado Jiijo de Cataluña no 
se pudo prolmr otra cosa que su amor á Cuba; mas quizás por esto mismo el 
generoso catalán subió al patíbulo. La denuncia de un desertor de Ceuta 
valió más que el testimonio de personas dignísimas y el ejemplo de unk vida 
honrosa. Verdad es que ya entonces la fierade la intransigencia pedia carne 
de mártires. «No puede negarse — dice un historiador — que hubo coacción de 
parte del pueblo; exigentes y comprometedoras eran las hablillas y murmu- 
raciones del partido esclavista; la enardecida milicia voluntaria descarriaba 

las corrientes favorables de la opinión» No hay que dudarlo; aquellos 

eran los primeros toques del clarín sedicioso que anunciaba años más tarde 

la caida de tristes victimas en las calles de la Habana 

Murió Pintó el año de 1855, en garrote, como los criminales envileci- 
Jos; pero su nombre y su memoria son guardaílos respetuosa y afectuosa- 
mente por los cubanos, á quienes amó como á compatriotas y sirvió como 
hermano. , 

El nombre de Pintó está unido al del (i eneral Concha por misterioso 
lazo. Amigos íntimos eran el director riel I^cco de la Habana y el Capitán 
íieneral de Cuba; juntos pensaron y sintieron durante no escaso tiempo, 
hasta que en un día señalado se separai'on sus voluntades y sus corazones, 
para' aparecer el uno, después de insidioso proceso, como reo de alta traición, 
y el otro como servidor fiel á España. Este, el meritorio gobernante, era 
Wjo de la América; aquél, ol mahlecido conspirador, habia nacido en la 
Metrópoli europea. ¡Misterios insondables, en que la luz de la historia no 
5lc5anza á esclarecer sino una silueta de soberbia despechada y la imagen de 
'« amistad escarnecida! 



JULIO G. DE PERALTA. 



Estalla la Revolución de 1868 en los históricos campos de Yara, y Julio 

»ralta abandona el gobierno y administración de sus fincas para alistarse 

la legión revolucionaria, donde pronto alcanzó el grado de Mayor Gene- 

1, conquistado en numerosa serie de combates en que hubo de revolar sus 

tes de Hábil estratégico y de serenidad á toda prueba. 

Julio Peralta no era partidario de la guerra á muerte. Perdonaba 
ímpre á los prisioneros. De aqui su popularidad entre las tropas españolas, 
el crecido número de soldados del Gobierno que robustecían las columnas 
Partidas mandadas por Peralta. 

El misterio envuelve la clase de muerte que puso fin á la existencia del 
nvencido insurrecto. 

Afirman unos que fué fusilado por el Gobierno, lo cual supone que pré- 
imente se le hizo prisionero. Otros sostienen que el distinguido hijo de 
Jguín, viéndose perdido en un encuentro y próximo á caer en manos de 
3migos que por todas partes lo acosaban, se mató de un tiro de rewolver. 
ia última versión parece la más aceptable, teniendo en cuenta que Julio 
'alta manifestó en varias ocasiones su propósito firmen de darse la muerte 
los instantes supremos de la desesperación, 



■L* 



) 










#s-., 








C*' 


^ 






B 


"^ 






v»sl. 


^ '-— 




^^ 


^^r^ 


^=- 




#; 


^K 


. T^ 




■ñ 


Iw 


■ki 




^ 1 


K 


P 


1 


i 
1 

1 


LEONCIO PRADO, 





LEONCIO PRADO. 



Leoncio Prado, era imlural de Arequipo r hijo del General Mariano Ig- 
nacio Prado, 1 Vesidente que fué del Períi. 

Ofreció sus servicios á la Agencia General de la Revolución en Nueva 
I Yoi'k, en cuja ciudad prestó algunos, propios de aquellas circunstancias, 
> hasta que organizó el complot que dio -por resultado el apresamiento del 
vapor español «Moctezuma». 

Despué-i del Zanjón regresó á su pais que sosten'a la guerra con Chile. 
. Hecho prisionero, siendo Coronel, se le dio por cárcel la ciudad del Callao, 
'•11 donde parece que hubo de tramar una conspiración contra sus aprehen- 
sores los chilenos, quienes mediante, un Consejo de Guei*ra, le pasaron por 
las armas. 

Era hermano de D. Grocio Prado, que estuvo en la insurrección algún 
tiempo y se retiró con el General Máximo Gómez. 



- ■-♦- 



ÁNGEL PÉREZ. 



Este revolucionario cubano se encontraba en los Estados unidos de 
América, cuando en los campos de Cuba se dio el histórico grito de Yara. 

Llegó í'i las costas de esta Isla en una expedición, desembarcando en 
Baitiquirí. 

Desde entonces se distinguió por su valor y serenidad en los combates, 
y muy especialmente, en el ataqua de Villaclara y en la invasión de las 
Villas, que tanto renombre dio al valiente caudillo Máximo Gómez. 

Fué Ángel Pérez de los últimos en capitular, después de la pnz del 
Zanjón. 



i> •■ 




MIGUEL PAKRAÚA. 



Fí> . 



MIGUEL PÁRRAGA. 



Este joven nació en Guanabacoa y pertenece á una de las familias 
más distinguidas de Cuba. 

Era estudiante de Medicina cuando se lanzó á la guerra en 1869, 
abandonando las comodidades que le brindaba la posición social de su fami- 
lia y el porvenir brillante que le ofrecían su talento y su carrera unive^si- 
taria. 

Se distinguió mucho en las acciones en que tomó parte á las órdenes 
de Jordán. 

Prestó grandes servicios como alumno aventajado de Medicina, reali- 
zando difciles operaciones quirúrgicas, con éxito extraordinario. 

Hecho prisionero en la época del General Mart nez Campos, fué depor- 
tado á la Península, donde concluvó su carrera on la Universisdad de Bar- 
celona. 

Hoy se encuentra establecido en Nueva York. 



- tJÍ 



MANUEL QÜBSADA. 



emigro 
26 de 



Fué el primer caudillo de la Revolución de Yara. Antes se había distin- 
fDido en Méjico, luchando con valor y habilidad contra el imperio de Maxi- 
miliano, y en más de una ocasión su nombre figuró en la orden del dia de 
*as fuerzas republicanas. 

Manuel Quesada organizó á los insurrectos cubanos, introduciendo en- 
^^ ellos el espíritu de disci;)lina indispen-^able á toda agrupación militar. 
j^i*ofuQdos disentimientos con la Cámara CuLaní determinaron la separación 
"® Quesada, cuyo hecho será acrisolado por la critica histórica. 
, Manuel Quesada nació en Puerto Príncipe. Por causas políticas emi 
^.^I^jico, donde sirvió á las órdenes ^le Juárez, llegando á Coronel. El 26 
^i^ciembre de 1868 se unió á la Revolución cubana, desembarcando por La 
j^^^anaja, con Zambrana, Morales, los Mendozas, Sanguily y ochenta y tres 
hoinjjpes más. 

Tomó parte en las principales acciones, tratando después de extenderla 
^^voliición hasta Vuelta Abajo. 

En unión de Bernabé de Varona, Vicente García y M3ndoza libertó los 
P^íiti3ros revolucionarios que hfibia en las Tunas, atacando y tomando esta 
población y causando grandes bajas á las tropas del Gobierno. 

Dirigió una memoria al Presidente, impugnando los cargos que se le 

^a^íaa cuando fué depuesto del mando. Se retiró á lo i Estados Unidos en 
1872, 



mmk 



•*■■ 



/ 



-.L*. . . .^. --it.. . 



■•..■'Í-* 



t. 



•^• T ' ". p. ", ■ L- ' L .,. ' .j ' ..; ' - '■■ ■ ' ■ ■ ■ — J 



' / 



MARCELINO DE QUBSADA. 



Se pronunció en Puerto Príncipe con las demás revoluciones camagüe- 
mas que secundaron á los de Yara. 

Tomó parte en las acciones de Bonilla y Altagracia en que recibieron 
iclios el bautisma de fuego, y muy pronto ascendió á oficial. Sirvió en las 
•nadas fuerzas del Sur áA Este, sucesivamente, tomanrlo parte, entre 
as, en las acciones de Palma Picada, Najasa, Ciego, San Juan de Dios, 
que á Guáimaro, La Sacra, en la que se distinguió, y otras mudias do 
t IOS importancia. 

Invadidas las Villas, en 1875, consiguió formar parte de un contingente 
pachado para reforzar á Máximo Gómez, y en 1876 fué gravemente lieri- 
en un brazo en la señalada acción de Potrerillo, en la que murió el 
ienle jefe de Caballerin española, señor Barba. 

Después del Zanjón fijó su residencia en Jamaica, en donde coadyuvó al 
¡gi-aciado movimiento emprendido por el General Calixto García Iñiguez, 
barcándose con anlicipación en un bote a las órdenes del Brigadier 
ai tez. 

Después de una excursión sin éxito por tierras del Camagney, él y sus 
ms compañeros se refugiaron en la jurisdicción de Manzanillo, en donde 
¡Lió la muerte, á mrnos de una fuerza mandada por el Teniente Coronel 
ílo, «asesinado en las callea le la Habana hace cosa de dos años, por equi- 
ación según el rumor publico. 



■AMM 



y. 



V. % . 



>£l^ 




J, W. RYAN, 



J. W. RYAN. 



Le brave des braves. 

Su retrato no puede dar idea completa de la varonil belleza del joven 
norte- americano, que por la causa de la Revolución cubana peleó heroica- 
mente hasta subir las gradas de hórrido cadalso. 

Lo mismo á pié que a caballo, lo mismo en traje de gentleman que en 
traje sencillo y descuidado, lo mismo cuando vestía el severo frac que cuan- 
do se arrebujaba en su capa, Ryan presentaba siempre el aspecto elegantísi- 
mo de un perfecto y cumplido caballero. Las correctas facciones de su noble 
rostro, la esbeltez y arrogancia de su cuerpo escultural, la expléndida 
cabellera que en hermosos bucles flotaba sobre sus hombros, eran encan- 
tos físicos que inspiraban sincera admiración. Pero Ryan poseía cuali- 
dades morales que realzaban aún más su brillante personalidad. Era 
sacerdote de todas las grandes causas. Su Dios, era la libertad. El sacrificio 
por la misma, su religión. Después de haber sido encanto de las damas de su 
pais; después de haber adquirido gran celebridad en los inmensos y casi 
inexplorados territorios del magestuoso Far West, conio cazador temerario 
é infatigable, como ginete no superado ni por los históricos Uaaeros del in- 
signe Paez; después do haber sido traficante en el comercio de pieles arran- 
cadas á las fieras que cazara; después de haber luchado con el jaguar, con 
el toro salvaje, con el bisonte, con el caimán, con los indios feroces de la 
frontera mejicana, pudo el intrépido yankee retirarse tranquilo y feliz— 
junto con la mujer amada — á disfrutar de las apacibles delicias del hogar, 
tan caro para los hombres de su raza. 

Ryan lo hubiera hecho así, probablemente, si no lo hubiesen deslum- 
hrado las lenguas de fuego, formadas por el incendio de las plantaciones de 
Cuba, que anunciaban al mundo la guerra decidida y audaz que los colonos 
cubanos declararon en Yara a un régimen negro, como la esclavitud que lo 
cúneataba^ y férreo é implacable, como el militarismo que lo lostenia» Ryan 






2S^ j. \v. rvan. 

siguió los impulsos ii'ivsislihles de .-^us gfin?i'o^os scntímieul 
Cuba á incorporarse al ejército revolucionario. Ningún móvil 
resado determinó 'su resolución. \'ino á Cuba como fue 1\] 
como fué Garibaldi á !•' rancia. Vino á pelear por un ideal. Y 
horoismo lo ])roclaínan lodos sus eompañciros de armas y el ii 
que combatió; lo proclama el prado de General que hubo de 
hazañosos hechos bélicos: lo proclama, (;n tin, aqu(d extraordi 
del <^Casino Campestre» de Puí»rto Pr'ncipe, (jue llenó de asoí 
ral Portillo, que a la sazón mandaba »'u el Camafcüey, ctunbati 
propoí*ci¿nes »le un r(»to imuidito, <ombal(M(ue ([uebrantó á 1 

Sereno y majintic.o sufrió llyan la última pena, en unú 
tres jefes de hi expedirión árl Viríjitiins, lí.*mbeta. Sol y 
cuatro compon an la primor luuubrc lauda dcri'ibada por la fa 

En el inslanle supremo de su muei'te ¡quién sabe si Rj 
suelo grande y profundo en In visión al(»nt.adora y li<»rn'simj 
de su compatriota, aqutd honibi*e augusto, <*únict) á quien la 
osado morder» qur» lleva en la historia el nombre bendecido ( 
hington! 




RAFAEL RODRiaUE?. 



r. 



RAFAEL rodríguez. 



Abandonó la ciudad de Puerto Principe, en donde vio h\ luz primera, 
para marcliar al campo de la insurrección. 

Sirvió largo tiempo á las órdenes del inmaculado Agrámente, y lue^o 
í\ las de Máximo Gómez, tomando izarte en muchas celebres acciones, como 
las de Palo Seco y Naranjo. También se halló en el combate resonante deh\^ 
í luásimas. 

Rafael Rodríguez fué gravemente herido en la acción del Cafetal Gon- 
:í^ález, donde mandaba la vanguardia de los revolucionarios. 

El esforzado luchador hizo toda la campaña hasta que tuvo lugar el^ 
pacto del Zanjón. 

HoA' se halla en Cejitro América. 






■í i' 

II 






mí?' 



'i 



i 



' 



•/ 



* • 



■*■•■. 



'W. ... 



: »' 



,i> 



^, ■ ■ 
V "I ■ 



\ 



>' 



V 



N 



> •••. 



=ífc 



*•*- 



> > • 

• V 



^^ Ü-». . . 



.1 « 



..■'■ 



• t 



%« « 



>»* '!*••- r^íí^-.r 'HíílW^íí^^tSS!?^^ 



" I ' ." - J - 



f S » ■ r --y . r 



j ' ^^ 



■ I w ■ mm j 9 ¿ 



EL GENERAL ROLOFF. 



Así se llamaba el i)atr¡ota polaco que al oir el grito valiente de (^iiba, 
la herinaiia de su patria, desnudó la espada en su dcd'eiisa. 

RclolT no podía dejar de compenetrarse con nuestros iulbrtunios, de 
sollozai* con nuestras tristezas, de rugir con nuestros doloi*es y de combatir 
al lado de los que levantaban entre el liumo de la pólvora y la sauyre verti- 
da, la losa que cubría á todo un pueblo. 

Honremos la memoria de RololT, un cubano en el alma y un abnegado 
<lefensor de las libertades de Cuba. 



1 1 1 



PÍO ROSADO. 



Nació en Santiago Je (kiba, habiendo secundado la Revolución cubana 
desde los primeros momentos de su iniciación. En las filas insurrectas al- 
canzó presto por su valor (ú grado de Coronel, l'ué comisionado para parla- 
mentar con el Gobernadoi* de Santiago de Cuba en circunstancias difíciles 
para esa ciudad y peligrosas para la vida del que tomara á sucargo la deli- 
caria misión. 

Pío Rosado adquirió mucha celebridad con motivo de su famoso y reso- 
líente duelo á pistola con el distinguido periodista español Ferrer de Couto, 
desaf o verificado en Europa, y en el que fué gravemente herido el adversa- 
rio de Pío Rosado. 
^ Nuestro biografiado organizó uiia expedición á Cuba, en la que venia 
f; un hijo del Presidente Pardo, delPeríi. Los expedicionarios no pudieron de- 
sembarcar en la Isla por \a activa persecución del vapor español San 
QHÍnt4n, 

\áx pa/ del Zanjón sorprendió á Pió Rosado, en Nueva York. No se con- 
formó con ella y vino á Cul)a en son de guerra cuando el segundo movimien- 
to capitaneado por Calixto Carera. 

1^0 Rosado, en unión de otros, fué hecho pi'isionero y pasado portas 
armas. Mandaba la Isla el Couei'al Ulanco. 




PEDRO rodríguez PINA. 



y 



\'^ 



f •■ 



PEDRO RODRÍGUEZ PINA. 



Nació en Manzanillo este dignísimo cubano, y apenas tendría diez y 
ocho años cuando se dio en Yara el grito de independencia, siendo uno de 
los que llevaron á efecto aquel acto. 

Desde aquél día, sostuvo siempre sus convicciones en el campo de bata- 
lla, habiéndose hallado en los dos ataques á Manzanillo, en el de Holguín, el 
de las Tunas y en casi todos los que se llevaron á cabo en el departamento 
Oriental. 

Fué Ayudante del Brigadier Rus, fué comisionado por Modesto Díaz 
cerca del General Maceo, para tratar de la reunión de las fuerzas y exigir 
mayores concesiones y garant as que las contenidas en el Tratado que habfa 
hecho el Comité. 

Guando á su regreso encontró las fuerzas de D az ya convenidas, se 
volvió al campo y estuvo con otros compañeros hasta el mes de junio, re- 
gresando á Manzanillo y dedicándose al trabajo, de donde fué arrancado 
para encarcelarlo y de allí desportado á España, á causa del movimiento ve- 
rificado el 79 en Santiago; del cual no ten'a noticias ninguno de los que 
prendieron en aquella época en Manzanillo. 

De España se escapó para embarcarse con Galixto García, ñero llegó á 
Nueva York nueve dias después de la salida de éste para Cuba. Habiendo 
sido inútiles los esfuerzos que cen otros compañeros hizo pai^a incorporársele 
en los campos, se retiró á la República de Colombia donde hoy*se encuentra 



JUAN mus RIVERA. 



El señor Rius Rivera, es no sólo un guerrero, sino también distinguido 
hombre de letras. 

Desde Barcelona, donde cursaba la carrera de Ingeniei'o, vino á tomar 
puesto en las filas revolucionarias apenas estalló la guerra, en la que en 
1870 alcanzó el grado de Capitán, y formando parte (leí Estado Mayoi* del 
General Inclán^ pasó á Oriente con este Jefe. 

Poster¡ormen.te fué Secretario de Calixto García y luego ascendido ya 
á Teniente Coronel, se distinguió mandando las fuerzas que dieron la reñida 
acción de la Cuava, así como on la de Guabajanotj en la que también tomó 
parte activa. 

Fué de los que siguió al General Antonio Maceo en la expedición do 
Baracoa y délos pocos que tomaron el comvoy que salió de Cauto pai'a 
Bayamo y fué atacado en Punta Gorda. 

Opuesto á la capitulación y siendo ya Brigadier, salió de esta Isla junto 
con Antonio Maceo, en el vapor «Fernando el Católico». 

Este distinguido hijo de Puerto-Rico se] encuentra hoy alejado de la 
política y dedicado á sus negocios en Honduras, según tenemos entendido. 



i»irtB 




ARiSTIDES rodríguez Y ZAYAS. 



ARÍSTIDES rodríguez Y ZAYAS. 



f Nació este cubano en Nuevitas el ano de 184G. Esturliante notabilisímo 

de Derecho, mereció, más de una vez, por su talento y aplicación, los elo- 
gios de sus catedráticos. El Dr. Zambrana lo tenia en gran estima. 

Cursando el cuarto año de la citada Facultad, abandonó sus estudios. 

L :Se sublevó en Santa Rosa (Vuelta Abajo), cayendo prisionero pocos d asdes- 

^ pues. Preso en el Castillo del Morro, fué puesto en libertad por el indulto 

•de los cuarenta dias que concedió el General Dulce. Se embarcó, más tarde, 

para los Estados Unidos, regresando á Cuba en la expedición del .vapor 

«Uptón», que arribó á las costas de. la isla el 25 de mayo de 1870. 

Ingresó en la caballería de Maraguan y bajo las órdenes délos valientes 
Pepe Guerra y Domingo Puente, asistió á innumerables encuentros. Se halló 
en el ataque en que numerosas fuerzas españolas de infantería, caballería y 
artillería, dieron al campamento cubano Cuatro Carriles, distinguiéndose 
siempre nuestro biografiado por su valor extraordinario. 

Pasó luego á la Brigada del Norte. En un encuentro que tuvo lugar en 
las Vegas de Saramaguaain cayó prisionero el 17 de enero de 1S71. Se le 
ofreció la vida á cambio que denunciara el sitio (?n que se hallaba la Cámara. 
Rechazó con energía semejante proposició, y fue inmediatamente fusilado. 
Así muri(') el valeroso hijo de Xuevitas, ílel á sus ideales políticos y á 
los dictados de su conciencia. 



MANUEL SAN6UILY. 



Manuel Sanguüy recuerda á aquellos ilustres literatos castellanos de pa- 
sados siglos que unas veces manejaban la pluma productora de obras excel- 
sas, y otras blandían la espada en defensa de su Dios, de su patria y desu rey. 

La pluma de nuestro eximio compatriota ha producido trabajos enco- 
miados unánimemente, alguno de los cuales hubiera hecho por si solo la 
reputación de un desconocido, por la gallardísima conferencia acerca de los 
partidos políticos que aquí se dividen el imperio de la opinión pública. Y la 
espada, mejor dicho, el machete de Manuel Sanguily ha salido de su vaina no 
por ningún rey, que él es republicano, no por ningún Dios, extraño — á lo 
menos en su concepción antropomórfica — para su gran inteligencia y para su 
positivismo filosófico, sino por su patria idolatrada, única entidad que acele- 
ra violentamente los latidos de su hidalgo corazón, y la actividad de su 
talento extraordinario. 

La naturaleza, al repartir sus dones entre los hermanos Sanguily, dot(') 
a Julio de una audacia y de un valor estupendos que testifican los guerreros 
españoles y los guerreros cubanos; y á Manuel de un cerebro de prodigiosa 
construcción, que admiran todos los hombres ilustrados. 

Manuel Sanguily ornamentaba la Revolución de Cuba. Pertenecía á ese 
ji^rupo bi'illante que formaban los Agrámente, los Luaces, los Machado, los 
Amábile, los Mendoza, los Agüero, los Ayesterán y tantos otros varones 
notables por sus no comunes cualidades cientificas. 

Concretándonos á Manuel Sanguily diremos que solo impulsado por un 
ardiente y fervoroso patriotismo so hubiera lanzado al campo de la insurrec- 
ción. Que á la vida espantosamente ruda de los campamentos se oponían su 
delicada organización física, necesitada de ciertos cuidados para sostenerse, 
y los organismos de su inteligencia, necesitados de un íntimo y constante 
comercio con las grandes obras de los grandes hombres. 

Renunciar al libro, a la biblioteca, á la labor intelectual, era un dolo- 
roso sacrificio para el literato, para el abogado, para el publicista, para el 
poliglota, para el antropólogo, pero Sanguily — que es todo esto para gloria 
suya y de su pa's — no vaciló en acudir allí donde lo mandaban los impulsos 
de su* corazón y los tlictados de su conciencia. Y cuando la gueri*a concluyó, 
cuando las armas se depusieron, cuando los insurrectos «se desparramaron 



MANIKL SANííI'ILY. 



■. ■* ..I"* « 



lii(Mciones (I<»1 li()i-izont(s llevando consigo— como único bien 
i .íi :*.ia «I<ísi:arraíla, polvorosa v sangií(?nta. que, tras el último beso, 
;•.' ¡1 »;-n ••! tundo d(d alma, como on una urna de oro, para conservarla 
Li-ti^í»' la Mxisloncia fMitora— A modo do jirecioso relicario de sublimes 
.-■r- riirmoi'iaÑ -prolegido por la lealtad indomable conti*a las injusticias 
. - ..•■•mliio- y las iniquidades (lid destinov, pudo el admirable patriota-* 
. . r."»:!';ímpir en esta <*nalt(»cedoi'a frase: he luchado como hiieno^ mÍ6n-«> 
':• T >• -1- ojos profundos miraban, sorprendidos, «a leones y corderos 
i--.::-: trííiiquilament? y acaso sin conocerse)^ por las de un tiempo sinies*- 
":- Á..'^^ :»i Ia< ciudades cubanas. 

S'j v\^:vf:n\o< concluir estas lineas que de<licamo3 á Manuel Sanguilr 
. -c-Ys/:?. j»ni'a refutarlo, un car^^o durísimo que se le ha dirigido, en m^^'V 
.:.: '.^.-a-i'in. Si» le lia censurado, jíor mucho» distinguidos cubanos, 
:- ,: : í"-tado «d roucursü activo <le sus brillantes cualidades intelectus 
: : oi*r.% jefoiinadoi'a (¡ue lia<<' ocho anos viene realizando el partí 
.. ...',\. >*: !<• lia criticado su alejauíiento <lel campo en que luch 
. ";-: / i'randí'^ a;<rupacion<'s jiol ticas. (Ju(» no se le vea ocupand 
. ■ -^ •: . ■ ¡*- 'orrí'^poiide, poi* sus uiéritos relevantes, en el ejército libei 
s.j ro u . /ilo cr'?ijrno< injustas (»stas c(»nsuras, sino que compréndeme- ¿^^ 
11.- • \. Wr^iuxh* (i'-rfe'tamí'nteladisculida acti I ud de nuestro admiradoamL ^^^^ 
Kn : j .rri'i- lii;r;ir, afirmamos que <»< inci<»i*to que Manuel Sanguily h^^^' 
li'Tira.-in*:'; !o ';';írario. en absoluto, á los couibates que aquí se han empeíkd^/^ 
U-ntío •>■ lo< <f^f»icio'. cmstilucionales, en los que su voz enérgica, vibi*ai}¿e 
y fX}U\ (-Av/Aii , lia rf-Lurn liado í\í\ \ez en cuando, sacudiendo fuertemente ei 
alnii .!'r í'-tí; [>ii<'ldo, á í|u¡en lia comunicado vigorosos alientos que le han 
^••r\ ido |i;ir/i no de-niíi\ar en lo^; actos de la vida [)ública. Sabe Sanguily que 
in> d'Ii*- ':oiifiar¡;ir-e í'-te pí^riodo d(» evolución poi'quo atravesamos, á fin de 
qii': no w- ;i"|i;ir|iif /i l;i mila voluntad de. los cubaiios la responsabilidad 
:il)rüni;idí»iM d'd fr;iíM>o íi íjue pn-iicíí nos encaminamos dei*echa mente. Con — ' 
\i»-ii'- qiw 1;» "Vídnción -<• des.iiTolle <'n condieiones serenas, ti*auqii¡las^ '- 
.>nnqn«' no ^r-a in;'i> qin* jtor ciMi^e^qiir la unilicación de la conciencia de ests 
«'íi^i di'^í>*jH'r.iii/;ii|a ^í)ried;ir| lolonial. Por (íso contempla Sanguily — cruzad< 
di- hrazo — (d jirnce^o |»oIíi¡í:o í\\\{\ se d(d)ale en la colonia desde el año me 
moi-aid** di- isTs. Iindinado sobríi la cadente arena, ve la lucha de nuestit:: 
parljflo ííiroiidiiio con nn í Gobierno siempre obcecíido, y con un adversari 
siempre intransi^^oiile. \' cuando la nube í(ue s(» levanta del ex tremecid< 
suelo orulla en sus densos vapores negros la siluetii de los combatientes 
rid;*nnpa^^os <lesp(»didos por <d fjííiiio de las reivindicíicioncs, que tiene entr 
^us presligiosos ministros cd íjuíí (;s ob|el() de estas lineas, iluminan con vi 
vidos fulp)res las sombras amontcmadas sobre el campo de batalla. 

¡Manuíd Sanjj^uily á las (lórtes! ^Creéis que le hubleni sido posible esí= 
cucha]*, sin i\\u\ s\i cólera estallara, sin (jue su conciencia se sublevase, si 
protestas violíMilisimas. i\ un Consejero de la Corona decir quo «el conven" 
«Itd Zanjón fué ln jiqja de parra lanzada íi los insurrectos pam que cubrie 
su verjiiien/.íio. ¡\ otro Consejero <<que en Cuba ya no habia má^ refor 
<|\i(» lia«'ei''», íi rrii'o //f|un jamás, jamás so concederla á Cuba la Aulanom' 
a otro \\\\v .,|o. v\\\)i\\\i)< í.|.nn unos ingratos e intempei*antes»» ¿i oti*o (_ 
A;\ le\ I Ifií'iíir.il no d'dnn ríd'ornuirse pa]*a que siempre venciera el «partí Wo 
e.p in«d'., n otro »|mí. ímim iiíí bn llejrndo el momento oportuno de «separar las 
manilo- «imI • (miI|i»i^^ Si Manuel Sanguily hubiorn oido lodo ostahaUria 
ri"piihdi«ti» .1 l(« fi/iii..íi,n f iMi rtijmitiantfw saivasinos. 



^n 



la 

3.S 






^ 




§ 




JULIO SANGUILY. 



Julio Sanguily, nació en la Habana en noviembre de 1846. 

Estudió en los colegios de «Santo To'más» (Iduarte) y «El Salvador», de 
D. José de la Luz. Siguió la carrera mercantil en los Estados Unidos. 

En 1868 fué uno de los expedicionarios del Galvanic, que desembarca- 
ron en «La Guanaja». En el combate que tuvo efecto en este lugar, por 
rasgos de intrepidez, fué ascendido á Sargento. Dias después, el Mayor de 
órdenes lo pidió para Ayudante suyo. Poco tiempo más tarde, fué Jefe de la 
Escolta del General en Jefe, y luego Ayudante de Campo suyo y Explorador 
del Estado Mayor General. 

Con grado de Teniente Coronel, á que sucesivamente liab^a llegado, se 
hizo cargo de un pequeño núcleo que le sirvió para fundar la gran Caballería 
camagüeyana, habiendo antes servido como Jefe del Territorio de Tinima. 

Al frente de su caballería (la única que hubo en la Revolución por 
espacio de varios años), adquirió todos sus grados, hasta el de Mayor Gene- 
ral, en mayo de 1872, juntamente con Calixto García Iñiguez, ambos por 
aclamación de la Cámara de Representantes. 

Siendo Coronel, á las órdenes del General Federico Cavada, fué nom- 
brado Jefe de Operaciones del Sur, en el distrito del Camagüey, y en este 
puesto, en acción de guerra en que con quince hombres cargó á doscientos 
cincuenta hombres de caballería ó infantería de línea (el 4 de junio de 1870 
en San Fernando de Najasa), le rompieron de un balazo el pié izquierdo. 

Completamente baldado, en 1871, y siendo Brigadier, le entregó Igna- 
cio Agrámente la caballería desmontada. A los pocos dias cargó á la contra- 
ria mandada por don Ramón Fajardo, y con los caballos que ocupó, sobra- 
damente remontó la suya. 

Al frente de estos cuerpos — ya como Jefe de Brigadas, ya como segundo 
de Agrámente ó dé Gómez, ya como Jefe del Departamento Central — hizo 
siempre la guerra hasta 1875, en que fué uombrado segundo de Gómez y 
Jefe de la columna que en enero invadió las Villas. Al cruzar la Trocha, fué 



Z:^} :' f.»'" *lV-f fí *'- 






^-n -'-rr.fóno '>r<'ún«j»-'lM - cír-i^uavald'io 'ie ¿rrandes 
::\ ¿*¿', .i.^-Ví ; :'- *r ^nf:/ -*- r>rfMi-i»-i-3. A-i qace>to <uc»?iiio. y 
rr.^txri^ ; r;*o'*írn -ntó- -ifr-iU-qícó-, a<a*>troii lo< inva'54>i-es 
A7 J'^0or'f, i\.h -*r fom » íil rín. LTTfCÍa- ni arwjo \ <aprema r 
♦/►rn^fí^i Sariz^iih , aíim;ra*io y ♦:^k-l>railo p'^r los m:smcr< oficial 

[yi^o f i*' íiOffibra'Io J»rf»; d»' la primera División y s^ 

tf'fv'íjf' 0:írrpo- y cuan lo con est^- último carácter, se le dii 

*> cíofrftl*', círcíjn-fancias funestas le im¡io<ibilitaroD ocapar 1 

.'r la Ke'^olüciori, á qu»- la Ibmabnn e^i^^-cialí^ima^ condiciones 

.Sí^rmpre al iv^:\\Ut íie fuer/a^. «lando «arjras en que era co 
(z\ prímfrr-o. r^^alíz* 'íl fí[íO que arile< no habían visto los siglos 
'< >• ff^:^''ihí'f:) liíií'ía -ido iieclio pr¡<íonerii. pr»r ciento veinte i 
b'ío, Cjju tí'f'líiUt V íjualro í:inel»'< lo re^cat»» L^nacio A;n'ann 
'r-a hlcha siiMime y sin »*'em(»lo, le rompieron al prisionero la ] 
•la m líio 'leí marh^rfí*) en lo< mom^-ntos en quf. arrollando la li 
•'r entraba entre los -uyo^ dando vivas á Cuba. 

lie-de entonces quedó inútil. Eiti pnnriso cargarlo, subirl 
de-imontarlo. Pero le reataba la mano de las riendas, y asi un 
un acróbata, á la mujeriega. ei*a el guia de las cargas, el mod 
^;al/alleresi:o. 

Siete años se mantuvo a-^i. teniendo que ponerse dia por d 
qiH» rfx;lamaban su< h^-ridas del pi«*» roto; y la Revolución le 
hóvífo y lo consideró i<egún la frase de Zaml>i*ana) como el pin 

Vui' enviado, en la angustia suprema, á buscar recui*sos; 
Kn los Halados í nidos li-abajó un año. Tenia ya prepai^dounc 
municíoní'S de guerm y nu Inique, el <«Estelle»; pei*o el buque 
]f()V el Oobiemo íI<» Washington por denuncia del Ministro de I 

Entabló reclamaciones v, — (entretanto, — ocurrió la Paz d< 

El y Agramonte eslíijinn considei^ados, en primer térm 
Jefes más organizadores. 

El ílusire General Thomas Jordán decia de él, en carta qu 
que fu/í ^<f/fe cmj hcíd raililarfj development ofthe Cuban Reí 




JUAN BAUTISTA SPOTORNO. 



JUAN BAUTISTA SPOTORNO. 



Este distinguido trinitario fué uno de los más ardientes partidarios de 
^^ Hevolución desde lósanos del849 á 1852, época en que se hallaba comple- 
tando su educación en los Estados Unidos, 

En febrero de 1869, consecuente con sus ideas, se pronunció en la 
jurisdicción de Trinidad simultáneamente con los Cavada, Villegas, Villamil 
y demás jefes que en las Cinco Villos secundaron el movimiento de Yara. 

Verdad es, que la carencia de armas y municiones y sobre todo de 
conocimientos de la guerra, destituye de bélico interés los primeros pasos 
de aquella masa de patriotas que se movia sin concierto y á guisa de remoli- 
no, agitando los espíritus de la ciudad y de los campos; pero no poroso, bajo 
otro punto do vista, deja de interesar al ánimo observador el hecho de que 
hombres inermes, poseidos del sentimiento del deber, se lanzaran á lo des- 
conocido sin contar con recursos para sostener las ideas que habían de im- 
ponerles necesariamente los más grandes sacrificios. Por eso fué que algunos 
desmayaron acogiéndose á prometidos indultos; otros abandonaron el campo 
con esperanzas de volver armados y los más se retiraron para el Camagüey 
eñ demanda de armamentos imaginarios que debieron alijar en las costas las 
suspiradas expediciones del extranjero. 

Spotorno no fué de ninguno de esos tres grupos. Con un centenar de 
hombres mal armados resistió á viva fuerza cuanto j)udo, y él fué quien el 
1870 pudo recojer y alimentar, encaminándolas luego al departamento 
Central, á los expedicionarios del «Salvador», que extraviados desembarca- 
ron en las inmediaciones de Casilda. Tenia su campamento en Cimarrones, 
y cuando ya, aislado, se vio desprovisto ile todo recurso, emprendió la mar- 
cha con su mermada hueste hacia él Camagüey, en donde la situación (1871) 
habíase tornado desfavorable para los insurrectos. Recibióle con su habitual 
hospitalidad y cortesía el jefe de aquella región y conocedor de sus méritos 
le trajo al Estado Mayor, en donde demostró su valor en acciones tan reñi- 
das como Sebastopol, la Horqueta y otros. 



324 lUAN BAUTISTA SPOTORNO. 



Agrámente, que le estimaba, le confirió el mando de 
brigada del Sur (Najasa) la cual organizó, defendiéndose pru 
camente cada vez que el enemigo envalentonado le atacaba, 
tomar la ofensiva y se apodciró del surgidero del Junto. 

Por entonces fué que practicadas las elecciones para di 
llareños les dieron sus votos; y él que habia ganado y obtei 
Coronel se dirigió á Oriente á la residencia del Gobierno, € 
peñó las funciones de su nuevo cargo. 

En 1875, habiendo dimitido el Presidente de la Repúbl 
ria, Spotorno fué nombrado interinamente en su lugar y 
Cámara algunas medidas enérgicas, habiendo desempeñado e 
facción de sus compañeros, liasta que electo Presidente el Sr. 
volvió á la Diputación por el Estado de las Villas. 

Cuando el Zanjón, fué uno do los miembros del Comité i 
aceptada por él, como una necesidad, sin recursos, y confia 
fé del General Martinez Campos. Entendemos que vive aleja 
de la politica, trabajando personalmente por reconstruir; 
perteneció antes de la lucha 

Spotorno ha gozado siempre de la nputación de un hoi 
y á más de un compañero suyo hemos oído U mentar que dejí 
ingresar en la Cámai'a de Representantes, ya que mucho s 
como soldado. 



IJ II I ■ 



\ im mM u j u. 



JESÚS DEL SOL. 



Era un traficante en ganados, muy conocido eii la jurisdicción de (iii*- 
^as, cuando estalló el movimiento de Yara. 

Se adhirió á la Revolución, formando el i'egimiento de Jagna de que 
' Coronel. 

Más adelante se embarcó i)ara los Estados Unidos, de donde regrc^só á 
ba, en son de guerra, entre los expedicionarios del Virpinins, 

Jesús del Sol, fué fucilado en Santiago de Cuba en unión d,e Bembeta, 
an y Céspedes. 



ip 



BERNABÉ DE VARONA (a) BEMBETA. 



No necesita de biografía. 

Bemheta vive en el recuerdo de todos los cubanos. 

No ten'a treinta años, dec^amos en El Criollo, cuando su bella apo- 
la cabeza y su noble corazón, abierto siempre á todos los sentimientos gene- 
sos, fueron destrozados por las balas del siniestro pelotón. Tanla nobleza, 
nta hermosura varonil, tanta juventud, tanta valentía, tan brillante por- 
iiiir, desvanecidos en un instante entre el rápido fulgor de la mortífera 
íscarga. . .! 

Grandes bondades en el corazón palpitante de fervorosos anhelos, nobi- 
imas ideas y levantados proyectos en la cabeza, fuerzas enormes en los 
isculos, postura gallarda, maneras delicadas y encantadoras, pronto á 
5tigar cualquiera intencionado y maligno agravio y siempre exento de 
ncores; decidido paladín de las damas, leal amigo, hijo cariñoso; terrible 
denodado en el campo de batalla, votando constantemente por la vida de 
•^ adversarÍQjS en los consejos de guerra, lleno de grandeza ante el fúnebre 
aadro» que hab'a de matarle. . . tal fué el malogrado general insurrecto 
rnabé de Varona v Borrero. 

Muchos jefes y oficiales y soldados españoles, que debieron la vida á la 
gnanimidad del infortunado héroe camagüeyano, recordarán con pesar al 
algo joven y lamentarán su muerte. 




AGUSTÍN DE VARONA Y BORRERO. 






\-*-^ -TT" * • 



« HT»*. • f«,-ai* *.»•*.?*• 



— -JP.-"- .*«.-M 



AGUSTÍN DE VARONA Y BORRBRO. 



Digno y valiente joven. Pertenecía á una familia muy distinguida del 
Camagüey. Era mucho más conocido en la ciudad y en el campo insurrecto 
por su apodo de Malpelo, que se le puso desde niño para distinguirle de otros 
parientes suyos del mismo nombre y apellido. 

Simpático, popular, intrépido hasta la temeridad, generoso, noble, jo- 
vial, he aquí la silueta moral de Malpelo. • 

Primo hermano de Bembeta, jamás se le separó. ConBembeta marchó al 
campo revolucionario, como Ayudante de dicho General; con Bembeta marchó 
fuera de la Isla en prodigiosa travesía hasta Nassau. 

Malpelo se encontraba entre los expedicionarios del Virgiuius. En el 
cariño profundo que le inspiraba Bembeta, estamos seguros que lo único 
que lamentó fué el no haber sido fusilado en la misma tanda que su primo, 
su Jefe, su General. 

Cuando Malpelo caminaba hacia el suplicio, cuéntase por testigos pre- 
senciales que cojia puñados de tierra que lanzaba á sus compañeros dicién- 
el oles: 

— Que la tierra nos sea leve. . . , amigos mios. 

La descarga mató al gallardo joven, al que formaba parte de aquella 
brillante juventud camagüeyana de 1868, 

¿Dónde estáis, bellos y animosos jóvenes? A tan triste pregunta res pon- 
<Jen sólo, como decía el benemérito Bernardo Portuondo, el silencio impo- 
nente de las tumbas, y el inextinguible dolor de las familias 



^•-•a 




ESOIPIÓK DE VARONA Y AGÜERO. 



ESCIPION DE VARONA Y AGÜERO. 



¡Niño sublime que á los quince años de edad liuy es de Puerto Principe 
y le marchas al campo insurrecto! ¡Niño incomparable que durante veinte y 
cuatro meses oyes silvar las l)alas á tu alrededor, sin que le fuera posible á 
tus jefes impedir que rebasaras la linea de batalla, tan gi'ande era tu arrojo! 
^Niño heroico, asombro y encanto del gran Agrámente! ¡Joven imberbe mor- 
talmente herido en la sangrienta acción de Santa Pieatriz! ¡Tu nombre, que 
recuerda el de grandes ciudadanos romanos, lo recoge cariñosa y admirada 
la Historia del patriotismo cubano, para timbrar con (1 una de sus páginas 
más bellas! 

Guando murió Escipión de Varona, era Teniente de las fuerzas revolu- 
cionarias. Pocos dias después de su muerte, recibió Agrámente el despacho 
del Gobierno de la República nombrando al malogrado joven capitán, para 
cuyo ascenso lo habia propuesto aquel ilustre caudillo. 

' Vra jefe insurrecto, hombre de mucha distinción é inteligencia y que 
reside en la Habana, nos ha contado que presenció los últimos momentos de 
Escipión de Varona. Minutos antes de que sus ojos se cerraran para siem- 
pre, se le acercó nuestro respetable amigo y le preguntó en inglés (idioma 
que hablaba el intrépido joven), como se encontraba. Escipión le contestó: 
Very bad, my friencL Estas fueron sus postrimeras palabras. 



JUAN CLEMENTE ZENEA. 



Todas las causas y grandes manifestaciones de la conciencia humana 

'en el orden político sobre todo, ofrecen al lado de la acción enérgica perso- 

:uificada en el caudillo, la idealidad que sueña y completa lo que el heroísmo 

(Comienza. La gran Revolución francesa, presenta al lado de las figuras 

terribles v amenazadoras la suave y bendecida de Andrés Chenier, muerto 

por su patria; la Revolución de Cuba ofrece á la memoria la ideal y nunca 

olvidada de Juarn Clemente Zenea. 

La i)osteridad acusa á la Francia de un ci'iinen inaudilo, la posteridad 
señalará en la Historia, con caractei*es de sangre, la violencia llevad i á cabo 
con Zenea, en donde los principios de iiumanidad y de justicia fueron holla- 
dos sin respeto al derecho de gentes y ante el hori-or dA mundo civilizado. 

Las figuras inmaculadas, los grandes caracteres que constituyen la 
verdadera nobleza de los pueblos, son el blanco de las infamias y la presa 
fácil del rencor y la saña. Zenea poseía una virtud que era un crimen á los 
ojos de aquella intransigcíncia; su amor acendrado al suelo natal, su inspira- 
ción pura y alta — orgullo de. Cuba — y el nombre sin mancha legado á su hija. 
Y todo esto fué profanado; el plomo candente rasjó aquella inocencia, des- 
li'ozó aquella lira, oidó con sangre las estrofas impecables é incrustó para 
siempre en el recuerdo la pálida efigie del mártir adoi'ado. 

La dominación despótica en Cuba ofrece tantas y tantas páginas desas- 
trosas, que en ellas vive encerrada la condenación más implacable. La 
ejecución de Zenea es el corolario liori'endo de aquel otro acontecimiento 
trágico, que arranca ocho niños al seno malei'no para sacrificarlos ante la 
reprolíación del mundo, (jue condenó la insímsatez de los que ebrios de san- 
gre, i'cvolcaban en ella el pabellón qué defendían. 

Zenea es la figura ideal de la moderna Cuba, ella foi*macon Agi-amonle, 
Céspedes, Bernabé Varona, Goicuria y tantos otros, la diadema de luz que 
esmalta el firmamento de nuestra patria. 



PEDRO N. DE ZAYAS Y ZAYAS. 



Apenas iniciada la giicrra, octubre del 08, se lanzo á ella este digno 
i camagücyano. 

Muy pronto se dio á conocer como valiente entre los más valientes, por 
su arrojo en los ataques y la serenidad en los combates. Se captó, desde 
! luego, las simpalias y el carino de sus compañeros en armas, por la franque- 
za y bondad de su carácter. 

Con el grado de Comandanle mililó á las órdenes del General Quesada: 
se distinguió siempre por sus buenas cualidades de guerra. 

Zayas fué uno de los doce que en lionilla sostuvieron el fuego hasta el 
fia de la jornada. 

Tomó parte en numerosas acciones, y en todas i-eveló las condiciones 
f que hemos expuesto. 

Murió Zayas en las inmediaciones de Puerto PiMucipé, después de una 
gran defensa. 

Estos rasgos biográficos del malogrado camogüeyano, constiluyen una 
de las más dignas páginas de la Revolución cubana. 






JBUmiiMÉméttmMBmmmmmaaUik 



mmaik 



ém 



RETRATOS Y SEMBLANZAS 

QUE3 

CONTIENE EL FRÉSENTE VOLUMEN, 



Agrámente y Loinaz, Ignacio. 
Aguilera, Francisco Vicente. 
Ayesterán, Luis. 
Agíiero, Gaspar. 
Agüero, Diego. 
Amábile, Sebastián. 
Ambrón, Pedro. 
Arnau, Juan. 

Agramonte y Pina, Eduardo, 
Aguirre, Félix E. 
Agüero, Joaquín de 
Argenta, Natalio. 



Betancourt, Luis Victoriano. 
Benitez, Gregorio. 
Bonachea, Ramón Leocadio. 

C 

Céspedes, Carlos Manuel de 
Cisneros, Salvador (Marqués de San- 
ta Lucia). 
Cronvet, Flor. 

Céspedes y Céspedes, Ricardo. 
Cavada, Federico. 
Crespo, Amador. 



Calvar, Manuel de Jesús. 
Cátala y Suárez, Marcial. 
Castillo, Lorenzo. 
Codina, Manuel. 
Cañáis, Enrique. 
Castillo Canelo, Honorato. 
Carrillo, Francisco. 
Castillo, Rogelio. 

E 

Estrampes, Francisco. 

F 

Fonseca, Modesto. 

Figueredo y Socarras, Fernando. 

Gómez, Máximo. 
García Iñiguez, Calixto. 
Goicur a, Domingo. 
Guzmán Quesada. Julio. 
García Leiva, Serafín. 
González, Cecilio. 



Jordán, Tbomas. 



:í5ü 



INhlCK. 



lÁ)[n'/., Naivi-o. 

I.tíño, Maiuii'l. 

I.a Iiiin, Fi-an«-i<i'(». 

M 

Maix'o, .!()>♦'• Aiiíoiiii». 
Mármol v Ta]iia\<\ hmialn <lil 
.Mora, ÍL:'iiaci(». 
.M«nu?a<la. (¡uillcnno. 
Mcinliiza, Toiiiá^. 
Moiiílo/.a, (!ii<lúl»:il. 
Mari'o y i ísorio, IVaiii-¡-«i». 
Miirlim»/ l'i-í'iiH*, IN'ih-i». 
Mai;ha«lo v (lóiih-z, KíIiuhíIí'. 
Mfiiili.Líulia Na\arrt), MaiUM'l. 
.Maza Ai-roloiblo, ljii< «h» I;¡. 
Monh'io V \ íu<»na. J'Miianln. 
MiiiH'Z riiil»ah-al»;f. I''r;nic¡<r(». 

N 



l*i"ul<). Loonciü. 
Póifz» Aiiiíol. 
Pánaíra, SliiriH'l. 



i 



tjuesnia. Manuel 
íjiií'si'l.!. Marroü 



1 



i\aii, .1. W. 
iim1i-í,i¿ihv. lliila» 
inlf)!!'. (!;irl()<. 

lífli" ;^ii«'Z Pina, 
lili-* lliví'i-a. .lua 
H»i!i-¡L'ii.'/ /m\;i<, 



S;iiiL.nil\ . .Iiil¡«'. 

S;m::iiil\-. Mnniii 
• ■ * 

S|i(it()riii), .!u.m. 

S'l. .Ic^i'i^ «!rl. 



Niifir/. Kniili'i. 



O 

( )<()rii). .Iiiaii lljüli^Ij 
( )rla. Kiii-iíjii"'. 



\'iirnii;i, ^filial r» 
\ aroiiii. Aiiusliu 



PtM-alla, Ili'li^ai-in < '•. •!'■. 
Piuló Piamóu. 
Pci-alla, Julio Ti. .Ir. 



/a\.i< V Za\as. P 
y.f'W'W. .luau ('.1«'M 



^^4*^ 



ir:m^